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Maratón lírico de María José Suárez

La mezzosoprano ovetense participó en los dos títulos del programa doble de zarzuela en el teatro Campoamor

María José Suárez, en el papel de Gorgonia, en “Revoltosa ‘69”. | Alfonso Suárez

La mezzosoprano ovetense María José Suárez es una de las cantantes líricas asturianas de mayor proyección nacional e internacional. La intérprete ha cantado en los principales teatros y auditorios de España, y se ha subido a las tablas de escenarios de Alemania, Bélgica, Francia y Grecia. Ha actuado con Plácido Domingo y es habitual de las temporadas de ópera y de zarzuela del Campoamor. Ha trabajado bajo la dirección de maestros como Frühbeck de Burgos, García Navarro, Maag, López Cobos, Cristóbal Halffter, Zedda, Víctor Pablo Pérez, Juanjo Mena, José Ramón Encinar, Pedro Halffter, Guingal, Valdés, Haider y Allemandi, y de directores de escena como Emilio Sagi y Lluís Pascual. En las últimas semanas María José Suárez se ha enfrentado a uno de los mayores retos de su carrera en los últimos tiempos: el programa doble de zarzuela compuesto por “Agua, azucarillos y aguardiente” y “Revoltosa ‘69”, que se han representado jueves y sábado en el Campoamor dentro del Festival de Teatro Lírico de Oviedo, organizado por la Fundación Municipal de Cultura.

María José Suárez, en “Agua, azucarillos y aguardiente”. | A. S.

María José Suárez, en “Agua, azucarillos y aguardiente”. | A. S. David ORIHUELA

La unión de los dos títulos del género chico, en producción propia del Campoamor y bajo la dirección de Curro Carreres, dio como resultado un espectáculo de más de tres horas de duración. Algo “agotador” para los cantantes, como lo define Suárez.

María José Suárez, Mayca Teba y Darío Gallego fueron los únicos tres cantantes que hicieron todo el programa, los dos títulos. Y ella es la única asturiana del tridente. El resto del reparto hacía únicamente “Agua, azucarillos y aguardiente” o “Revoltosa ‘69”. Suárez interpretaba dos papeles, uno en cada una de las zarzuelas, lo que supone un gran esfuerzo físico y mental. “Cuando me pongo delante del público lo doy todo, y esta vez era el doble”, explica. El problema no es tanto la duración del espectáculo, que se va más allá de las tres horas, ya que algunas óperas superan ese minutaje, como hacer un programa doble tan intenso. “Cuando acababa ‘Agua, azucarillos y aguardiente’ tenía apenas veinte minutos para cambiar de vestuario y caracterización”, detalla. Pero eso no era lo peor: “Lo complicado es mentalizarse para cambiar de un papel a otro en tan poco tiempo; además se trataba de interpretaciones de mucho peso”, explica la mezzosoprano, que dio vida a Doña Simona (“Agua...”) y a Gorgonia (“Revoltosa”) en el teatro Campoamor.

El trabajo duro comenzó mucho antes de plantarse ante el público. Este programa doble se recuperó en el Campoamor después de anularse el año pasado por la pandemia. Suárez se tuvo que estudiar los dos papeles, “y ambos tenían mucho texto porque el director había hecho cambios en el libreto original”. El pasado 5 de abril comenzaron los ensayos. Mientras los cantantes acudían al Campoamor en horario de mañana o tarde para ensayar su participación en uno de los dos títulos, Suárez tenía que estar allí mañana y tarde para participar en los dos turnos de ensayo. Llegó un día en que en uno de esos ensayos, en una coreografía, el cansancio la hizo tropezar y caerse al suelo hasta casi perder el conocimiento. Del Campoamor, directa al centro médico.

Doña Simona y Gorgonia son dos mujeres fuertes, dos madres con carácter, pero los papeles son muy distintos, y ahí está el reto. El director, Curro Carreres, le pidió a Suárez “cierta continuidad entre los dos personajes para contribuir a la unión de los dos títulos en el doble programa”. Eso facilitó un poco las cosas, ya que el cambio no era tan drástico, pero, aun así, la cantante ovetense tuvo que tirar de experiencia, de bagaje. Fue el momento de recordar “todo lo aprendido con directores como Emilio Sagi y Lluís Pascual, que me enseñaron mucho”, confiesa la intérprete.

María José Suárez, al igual que todos los profesionales del sector cultural, tuvo que sufrir cancelaciones de óperas, zarzuelas y recitales, pero también ha tenido la suerte de poder trabajar, eso sí, con restricciones. Ensayos con mascarilla y múltiples medidas de seguridad para evitar la propagación del coronavirus, “pero estamos mentalizados porque es trabajar así o quedarte en casa”, subraya Suárez. Reconoce la dificultad de ensayar con mascarilla “porque no se canta igual, y mucho menos se expresa lo mismo”, pero también insiste en que más o menos se ha acostumbrado a esta forma de trabajar. Como para no acostumbrarse después de hacer catorce funciones de “Luisa Fernanda” entre enero y febrero en el teatro de la Zarzuela de Madrid, donde repetirá pronto el mismo número de veces con “El rey que rabió”, en la que participará otro asturiano, el tenor Jorge Rodríguez Norton. Suárez comenzará los ensayos el próximo lunes. “Me apetece un montón”, confiesa. Trabajará bajo la dirección de Bárbara Lluch, nieta de Núria Espert y una de las directoras de escena más reputadas de España. Un nuevo reto en la carrera de la mezzosoprano ovetense.

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