“Es un gran placer ver un público tan numeroso y esperamos compartir con ustedes la belleza de la música para dejar atrás un año terrible”. Con estas palabras se dirigió Jordi Savall a los asistentes antes de iniciar el concierto de ayer de la formación que dirige, “Le Concert des Nations”, en el auditorio Príncipe Felipe. Una actuación en la que la formación ejecutó con brillantez un programa atractivo, preñado de un Barroco tempestuoso.

El fundador de los grupos “Hespèrion XXI”, “La Capella Reial de Catalunya” o “Le Concert des Nations” y uno de los referentes nacionales e internacionales en la recuperación del patrimonio musical, regresaba al auditorio Príncipe Felipe tras su último recital, en 2017, en el marco del IV Ciclo de la Primavera Barroca. En esta ocasión, lo hacía dentro de los “Conciertos del Auditorio”, también organizados por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo. Según expresó el músico y director catalán en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA, “todo lo que pasa en el mundo se puede expresar con música” y, así se constataba en el programa diseñado para esta cita musical.

Se trataba una propuesta atrevida, diferente y atractiva, basada en un homenaje musical a los cuatro elementos de la naturaleza (tierra, aire, fuego y agua), de la mano de obras de Jean-Féry Rebel, Marin Marais, Georg Philipp Telemann y Jean Philippe Rameau, utilizando juegos pictoricistas y sirviéndose de los distintos timbres de su formación para representar tales elementos.

Durante la hora y media de concierto se pudo ver a una formación perfectamente coordinada, manejando el fraseo y las dinámicas a su antojo, siempre con un sonido especialmente luminoso y brillante que emanaba de los instrumentos históricos, confiriendo a la sonoridad un color muy particular.

Ante los insistentes aplausos del público, que aumentaban sus decibelios cada vez que Savall salía al escenario, ofrecieron, a modo de propina, la “Bourrée d’avignonet” y una contradanse de “Les Boréades”, para la que el director solicitó la colaboración “moderada” del público, al que puso a dar palmas cual “Marcha Radetzky” en Concierto de Año Nuevo.