“No os fijéis en el autor, el libro es buenísimo”, comenzó el catedrático de Psicología Marino Pérez. Y arrancó la primera risotada de la garganta grave de Edu Galán en el salón de actos de la Biblioteca de Asturias. Sobre la mesa, ejemplares del último libro del humorista, escritor, ensayista, crítico cultural, periodista, psicólogo... en definitiva, “Mongol” Edu Galán (Oviedo, 1980). El editor de la revista cómica publicó en septiembre de 2020 “El síndrome Woody Allen”, un ensayo sobre el genio del cine y su dualidad como héroe y villano según la pantalla desde la que se mire. Aunque, más que nada, sea un análisis de la sociedad y su deriva sentimental sobre cómo las redes nos han cambiado, dando poder a los “peores” a base de premiar los comportamientos “más aberrantes”.

Para presentar el libro en Oviedo, la última promesa que debía a la librera fallecida Conchita Quirós, contó con dos escuderos de lujo: Marino Pérez y su amigo Sergio del Molino. El último, autor de “La España vacía” y “Contra la España vacía” presentará hoy su libro en el mismo espacio y a la misma hora. El periodista y escritor natural de Zaragoza –porque, como apuntó Galán, “nadie es perfecto”– destacó el valor del libro del asturiano. Lo que, a sus ojos, es una mala carta de presentación para su reputación. “Que te guste el libro de un amigo es un problema grave, porque nadie te va a creer cuando defienda que Edu ha escrito un libro cojonudo”, lamentó el escritor. Del Molino dijo que el escritor ovetense había puesto a la sociedad en el diván en su libro para psicoanalizar todas esas patologías que aquejan al ser humano desde que las nuevas tecnologías revolucionaron la forma en la que nos relacionamos. Un proceso que ha llevado a cambiar la percepción de cómo vemos a un sujeto concreto, a un individuo famoso, pero individuo al fin y al cabo y, por tanto, irrelevante. El punto de partida del ensayo de Galán es Woody Allen y sus dos procesos, el judicial y el social. Uno cerrado. El otro, medio abierto como una herida que no termina de curarse. De ese punto de partida, explicaba Del Molino, se extraen unas conclusiones “con las que es muy difícil polemizar”.

En un momento dado, tanto en el libro como la presentación, Edu Galán pasa a analizar cómo cambia nuestra sociedad. El sujeto, en las redes sociales, dice el asturiano, se coloca en una posición central en la que se termina creyendo un “cliente omnipotente”. Y, de esos polvos, se termina cuestionando hasta el Estado de Derecho. El refuerzo positivo de lo que vende, explicaron ayer los tres ponentes, priman unos valores y una forma de comunicarse en la que se refuerza al sujeto a golpe de lo que gusta y lo que se aplaude en ese ecosistema, la red social. Si a eso, añade Galán, le sumas la patología social de “la desconfianza al experto”, pero la confianza ciega en aquellos a quien aprecias –“¿Cómo me van a engañar mi prima sobre geopolítica con todo lo que la quiero?” se pregunta el escritor– la sociedad ya la tiene montada.

Castigo alternativo

A Woody Allen un tribunal lo declaró inocente hace ya más de veinte años, pero la sociedad, ahora, pasado el tiempo, le está dando un “castigo alternativo”. Ese es el análisis de Edu Galán, que recuerda que era una práctica muy común en la Edad Media, y entonces, se le vuelve a escapar la risa.

En ese magma de la red social, señalaron ayer en la presentación los tres ponentes abundan personajes curiosos. Casi patológicos, como los trasuntos del director neoyorquino. Los “activistas”, por ejemplo, que, al calor de una ideología o una causa, dice el asturiano, “justifican los métodos más aberrantes de comportamiento y lo hacen como sacerdotes en el púlpito”. Pero, ojo, Galán contiene su discurso casi apocalíptico-digital apuntando que estamos mejor que hace cincuenta años y que “no es que seamos peores, es que los peores de nosotros ahora tienen poder”.

Y, de todo esto, lo que le preocupa al ovetense es que nos acabemos convirtiendo en una sociedad de “delatores y delatados”. Una sociedad que “cada vez hable más de relax, pero cada vez esté más medicada”.