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José Miguel Urios y Santiago Heras, frente al altar de la iglesia. | Eva Álvarez | EVA ÁLVAREZ

Relevo en la parroquia de Ventanielles: “Hay mucho por hacer”, dice el nuevo cura

José Miguel Urios, que asumirá el cargo en septiembre, se reunió ayer con el actual párroco, Santiago Heras, al que trasladarán a Gijón

Entre los numerosos nombramientos en la diócesis que el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, anunció la pasada semana, en el municipio ninguno tuvo la relevancia del relevo de Santiago Heras, párroco de la unidad pastoral de La Sagrada Familia-La Natividad de Nuestra Señora y Capellán del HUCA, que cede el testigo en Ventanielles y el Hospital a José Miguel Urios. Ayer, los dos sacerdotes se reunieron en la parroquia de la Sagrada Familia, en un encuentro del que fue testigo LA NUEVA ESPAÑA.

Urios, que volvió a España en 2017 tras cinco años ofreciendo su ayuda a colegios de Venezuela, donde fue testigo de la muerte de Chávez y de las penurias del pueblo, llegaba en septiembre a Oviedo y ayer conocía la parroquia del barrio de Ventanielles. Una parroquia cuya titularidad asumirá en septiembre, cuando Heras le pasará el testigo durante la celebración de una misa. “El señor obispo me llamó hace quince días para proponerme venir aquí como párroco. Soy de la prelatura del Opus Dei, así que me dijo que podía pedir ayuda puntualmente a algún sacerdote de la institución porque, según me ha comentado Santiago, aquí hay mucho por hacer”, explicaba Urios, que será el primer numerario del Opus Dei que se convertirá en párroco en Oviedo y en Asturias.

Heras: “José Miguel dará su estilo a esta iglesia, como yo lo haré en el Buen Pastor”

En la reunión, cargada de tranquilidad y armonía, Santiago Heras, capellán del Real Oviedo y que compaginaba su labor en el barrio con su papel en los colegios Dulce Nombre de Jesús y Amor Misericordioso, explicaba a quien le tomaría el relevo el funcionamiento y las necesidades de la congregación. El programa de reformas que comenzó Santiago Heras a su llegada servirá de guía a su sucesor. El aún párroco de Ventanielles hablaba con tono sereno sobre sus primeros pasos en la vicaría: “Los tres primeros años que estuve aquí los compartí con el cura anterior, que llevaba treinta y siete, y a partir del cuarto que me quedé solo. Fue cuando intenté renovar la estructura, que estaba muy deteriorada”. Y así fue.

Durante el tiempo que Santiago estuvo a cargo de la iglesia, la parroquia trabajó codo con codo con un grupo de seglares que participaron desinteresadamente en la realización de las reformas. “Lo que hemos hecho ha sido una renovación de la parroquia en sí. Las luces, las salas de catequesis, las ventanas...”, comenta Santiago Heras. Por otro lado, también se recuperó la capilla de Covadonga, situada bajo el campanario, que llevaba dieciocho años cerrada, y cuya restauración permitió alguna celebración mariana y su apertura todos los domingos, aspecto que había motivado a los fieles.

Algunos objetivos que aún siguen pendientes y que a partir de septiembre dependerán de José Miguel son potenciar la catequesis (que era menos frecuente a la llegada de Heras y que el curso pasado contaba ya con un grupo de 70 niños), y dinamizar las celebraciones litúrgicas, tanto la misa de los niños como la de adultos los domingos. Entre las propuestas de José Miguel Urios se encuentran por el momento potenciar la atención a enfermos, mediante el grupo de Cáritas con el que cuenta la iglesia, y la creación de una hoja parroquial o una página web en un futuro. “Ya hay personas del barrio que se han comprometido a ayudar”, comentaba visiblemente agradecido.

Urios: “Ya hay personas del barrio que se han comprometido a ayudar”

Este cambio pilló por sorpresa al hasta ahora sacerdote de la parroquia, que esperaba mantenerse un año más para terminar unas tareas. A pesar de lo repentino de la decisión, el cura, que continuará su labor en la parroquia del Buen Pastor, en Gijón, explicaba que “hay una necesidad en la parroquia del Buen Pastor que hay que intentar solucionar. Mi cometido será dinamizar la vida pastoral allí, que por distintas circunstancias está un poco abandonada”. El fin último, explica, será hacer comunidad, recuperar la confianza y la participación de los vecinos para con la iglesia. Abandonará por este motivo su cargo de capellán en el HUCA, que le fue asignado dieciocho años atrás, pero se compromete a ayudar a José Miguel Urios en lo que fuese necesario en sus primeros meses. En cualquier caso, Heras se muestra partidario de los cambios. “Nadie debería estar más de ocho años frente a una parroquia, porque te llegas a acomodar. Los cambios siempre son buenos. Cuando llega alguien nuevo, le da su estilo a la iglesia. José Miguel lo hará aquí y yo lo haré en Gijón”, comentaba Heras. Lo peor, señala divertido, tratando de quitar algo de seriedad a la conversación, es volver a Gijón. “Soy el capellán del Oviedo. Eso también supone un reto para mí porque ya estuve en Gijón tres años y tuve que escuchar muchas bromas”, explicaba. “Aun así, voy con ilusión y con ganas, porque en todos los sitios vas a encontrar gente de Dios, gente de iglesia que te ayude. Detrás de cada sacerdote y de cada parroquia hay un grupo de gente importante y voluntaria que está trabajando ahí por el Señor, y eso es un motivo de alegría”, añade ilusionado.

José Miguel Urios, por su parte, se muestra comprometido con lo que él califica como una nueva aventura. “Lo asumo como una aventura, con ilusión, con la ayuda del Señor y de todas estas personas que quieren y pueden colaborar”, comenta el párroco, que considera motivo de alegría esta nueva ocasión para servir.

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