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Alfonso Lozano, celebrando su despedida de soltero, ayer, en la Catedral. | Irma Collín

Ruido de folixa en la Catedral: Los últimos chiringuitos sociales

La rebelión de las casetas de las asociaciones, adornadas con la bandera arcoíris, escapa del hilo musical único de festejos repartiendo auriculares

Son iguales, pero son distintas. El San Mateo alternativo, el “popular”, lleva por bandera un arcoíris, camisetas en asturiano, lenguaje inclusivo y está en la plaza de la Catedral. Habrá cambiado el modelo, pero nadie puede decir que Oviedo se haya quedado sin folixa.

Tras un accidentado pregón con protestas, no por los chiringuitos históricos, sino por la Ronda Norte, todos los ojos estaban puestos en la autoproclamada “resistencia” de la plaza de la Catedral. Sobre todo, explican quienes regentan las cuatro casetas sociales, los de los uniformados. En la primera noche hasta cuatro veces los agentes municipales identificaron a voluntarios que trabajan en las casetas. Dicen saber que volverán.

Las casetas sociales, estrenando las barras. | I. C.

Aunque la rebelión en las herederas de “La Folixaria”, más allá de algún grito al gobierno durante su comitiva y de algún cartel con el lema “San Motea”, es silenciosa. Tanto que, al caer la noche, reparten auriculares para su “pinchada”. Es su manera de protestar contra la música centralizada, el hilo musical único que pone Festejos.

Un joven con un vestido de novia adornado por una pegatina que reza “mocedá ensin machismu” venía de Bilbao acompañado de sus amigos y pedía en la barra que le pusieran una canción. Las responsables de los chiringuitos le decían que era imposible, que la música la pone el Ayuntamiento y es inamovible. “Estoy triste ahora mismo”, contestaba el futuro marido, haciendo equilibrios con la copa y llevándose una mano al corazón. “Nosotras también”, le replicaba una de las camareras. Aunque tampoco mucho. Reconocen que, pese a la “presión policial”, San Mateo está marchando mejor de lo que esperaban.

Uno de los problemas de la música, secuestrada en un pendrive guardado bajo llave en una caseta, dicen, es que está “demasiado alta desde primera hora del día”. Aunque hay quien puede argumentar que eso también es folixa.

El ovetense Guillermo Blanco, entre sidras en los chiringuitos sociales. | Irma Collín

En otra mesa de la plaza de la Catedral departían cuatro antiguos camareros de la APARO. Sin chiringuito propio, decían estar en contra del nuevo modelo. Pero allí estaban, dando cuenta de tres botellas de sidra y debatiendo, casualmente, sobre la pertinencia de la Ronda Norte. “Somos gente culta, ¿a que sí?”, señalaba uno de ellos. Otros descontentos con el nuevo modelo, con la pérdida de “la esencia” de las fiestas. De todas formas, reconocen que, gracias a quienes regentan los casetas sociales “la cosa no está tan mal”. Uno de ellos, Alfonso Lozano, dejaba las cosas claras: “Después de este año si te ponen una mierda con purpurina también vienes a tomarte algo”.

Uno de ellos había trabajado en el Centro Asturiano y, en su muñeca, llevaba varias pulseras con la rojigualda. Confesó haber votado al Alcalde en las últimas elecciones, pero ay, la herida de haberle dejado sin chiringuito está demasiado reciente. En un par de años, Dios dirá. Con la Ronda Norte, por su parte, todo bien. Dos de sus amigos, vecinos del Naranco, dicen que de eso nada.

Un grupo de amigos de Bilbao, ayer por la tarde, en la Catedral. | Irma Collín

Las casetas y los ovetenses, como la decoración de los chiringuitos sociales, son de todos los colores. “Oviedo no es esto”, le había dicho Canteli a Pelayo Díaz, el pregonero, a modo de disculpa, durante las protestas. Pero Oviedo es así.

Quienes más protestaron durante el pregón habían avisado: Pelayo Díaz acabará la noche aquí. Aseguran que así fue, o más o menos. El diseñador pasó por las casetas de la Catedral, pero solo para pedir hielos.

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