Les paxarines tienen de nuevo su hueco en las fiestas mateínas. Las tradicionales figuras de pan que se venden el día grande de San Mateo a la puerta de la Catedral vuelven tras el parón por la pandemia.

La familia Cartón lleva desde los años sesenta siguiendo esta tradición mateína. Virginia Cartón es quien crea, con ayuda de su hijo, estos icónicos hombres de pan: “Aprendí a hacerlos de pequeña con mi madre, aunque al principio me costó mucho cogerle el gusto, porque siempre quería irme a la calle a jugar y terminaba comiéndome la masa”.

Estas figuras son protagonistas de muchos mitos, pero para Cartón el origen no es tan importante: “Hay muchas leyendas que hablan de cómo comenzaron a hacerse, vienen desde hace casi cuatrocientos años, así que es difícil saber su procedencia, pero lo importante es lo que representan: una tradición de Oviedo que quiere continuar”.

Cartón decidió seguir adelante por petición de su madre, que impregnó en su familia la emoción de cocinar les paxarines: “Ahora ya me sale de forma automática, no me imagino no hacerlos”. Con la pandemia, San Mateo no pudo hacerse y les paxarines se vieron ensombrecidas por el covid. “Volveremos a la Catedral y las venderemos, aunque llueva o truene, la tradición tiene que seguir”. Cartón no sabe si se podrán bendecir, pero avisa de que lo importante no es la bendición, sino la fe que tenga la persona que compre el paxarín: “En mi casa los hemos puesto siempre en la mesita para que las enfermedades se alejaran de nosotros”, explica Virginia Cartón, guardiana de la tradición.