Pedro Malgor lo tiene claro. “Como buen carbayón tengo que comer el bollo en el Campo porque hasta sabe mejor”. Acompañado por sus hermanos Jorge y María del Mar y por su esposa María Angustias, este vecino de la plaza de la Paz no falló a su cita con el día de San Mateo, como ya hiciera el año pasado pese a la pandemia mundial y a pesar del orbayu. El cuarteto fue de los pocos que se echaron a las zonas verdes del parque, mientras cientos de ovetenses se cobijaron en las terrazas de las casetas hosteleras del Bombé. festivos para poner el broche de oro a unas celebraciones que el Alcalde despidió con gran entusiasmo. “Estoy contento como alcalde, estoy feliz”, indicó Canteli en el brindis de autoridades organizado con motivo del reparto de 2.000 bollos por la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF) en la plaza de España.
Relacionadas
La jornada amaneció húmeda y fría a causa de la niebla. Algún chaparrón intermitente hacía temer lo peor, pero la meteorología dio tregua pasada la una de la tarde, propiciando la salvación de un día que pintaba en bastos. “Estamos muy satisfechos porque poco a poco ha venido mucha gente”, indicó el presidente de la SOF, Alfonso Camba.
Por la plaza de España se pasó entre las diez de la mañana y las tres de la tarde, gente de todas las edades, pero pocos tan comprometidos como Itziar Tuñón. “A mis 19 años me he vestido de asturiana por primera vez y a partir de ahora lo haré todos los años”, confesó tras recoger el bollo preñao y el vino de Cangas de la SOF de manos del voluntario Óscar Rodríguez. “Da gusto ver a la juventud seguir las tradiciones”, celebró la veterana socia Carmen Galindo desde la cola.
Bollos, ensalada y pasteles conformaron parte del abundante menú con el que Josefina de la Vega, Ángela Álvarez y Marcelino Gallego acudieron a la plaza de España para despedir con el estómago lleno las fiestas. “No fallamos nunca, aunque esta vez buscamos un árbol para resguardarnos”, puntualiza Gallego mientras da un bocado a un pastel de crema. “Este me gusta para quitar el sabor de la milhoja”, confesó.
This browser does not support the video element.
En el Bombé, predominaron familias como la del pequeño Mateo Bernal, quien, acompañado de sus padres y hermana, conmemoró su onomástica a base de pan y chorizo. “Ya no podemos pasar sin venir aquí todos los años”, indicó Covadonga Barrallo, progenitora leonesa, recordando que el pequeño debe su nombre al santo de las celebraciones de la ciudad a la que llegó junto a su marido hace una década por cuestiones laborales.
Un poco más abajo, en el paseo de la Herradura, decenas de personas bailaron, eso sí, con distancia de seguridad, al son del monitor Amador Valdés, en esta ocasión ejerciendo también como DJ. “Había ganas de fiesta y la gente a la mínima salta a bailar”, comentó al son de la música Teresa Hernández, una vecina de Otero “por fin feliz” tras año y medio de confinamientos y encierros voluntarios “para cuidarse del maldito virus”.
El ambiente festivo se institucionalizó en la plaza de España, donde el Alcalde, brindó con los miembros de la SOF y el equipo de gobierno. Antes, se deshizo en elogios a los ovetenses por su gran implicación en las celebraciones. “Quiero agradecer a los ovetenses el haberse echado a la calle para respaldar decisiones tan importantes”, apuntó destacando la ausencia de incidentes graves. “Hubo algún botellón, pero la juventud tiene que salir”, explicó.
También pasaron por la plaza los ediles del PSOE y Somos, quienes fueron críticos con el cambio de modelo festivo de este año. El socialista Wenceslao López criticó el carácter “más comercial que social” de esta edición de las fiestas que convirtió Oviedo en “una gran terraza por el día y un gran botellón por la noche”. Por su parte, Ana Taboada, portavoz de Somos, defendió el antiguo modelo de chiringuitos y atribuyó los botellones a la “falta de alternativas de ocio” para gente joven en las fiestas.