Raquel Rodríguez tiene 44 años y padece parálisis cerebral. “¿Y qué?”, se pregunta. “Puedo hacer de todo, de manera algo más lenta que el resto, pero soy una persona normal”. Ayer, esta ovetense quiso pegarle un buen bocado a los estigmas junto a sus compañeros de la asociación de Ayuda a la Investigación del Daño y Enfermedades Cerebrales (Aindace). Se reunieron en un restaurante de La Corredoria para degustar la hamburguesa solidaria que durante un mes destinará un euro de cada venta a la organización. Este proyecto se repite cada 30 días, con una asociación diferente, y cualquiera puede colaborar solicitando este “producto mensual”. Aunque la verdadera intención de los integrantes, más allá de la recaudación monetaria, es darse a conocer, para demostrar que los problemas neuronales no separan a quien los padece de la sociedad. “Estamos aquí para decir que ‘no’, que nuestra realidad es otra”, explicaron varios socios.
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Aindace realiza desde 2015 proyectos y actividades con personas que, por diversos motivos, han desarrollado lesiones neurológicas. “Complicaciones durante la gestación o el parto con secuelas de parálisis cerebral, enfermedades neurodegenerativas, accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos...”, enuncia el director de la entidad, Juan Álvarez. Lo importante es que los integrantes y sus familias se sientan arropados y, lo más importante, con capacidades.
Juan Arredondo participa en los talleres cognitivos, que la pedagoga Mara Méndez imparte todos los miércoles y está pletórico al comprobar que solo tiene cosas que sumar a la sociedad: “Puede que tenga un problema, pero eso me ayuda a afrontar la vida de otro modo, a ser buena persona y saber como actuar con el resto”. A sus 39 años ya tiene claro que aunque le “va a costar más”, tiene mil motivos para seguir adelante y formarse como lo haría cualquier otro.
Lo mismo le sucede a Estefanía García, que tan solo lleva seis meses junto a la fundación, pero ha disfrutado de todos y cada uno de sus programas: desde acudir al hospital disfrazados para visitar a niños pequeños hasta las visitas al zoo y el Museo de Bellas Artes. “He asumido que tengo un 65%de incapacidad, pero eso no es motivo para que la gente se ría de nosotros. Muchos no nos entienden, pero no vamos a rendirnos nunca. Continuaremos luchando”, asegura.
Lucía Menéndez se deshace en agradecimientos al tener una “hamburguesa en su honor”. Y eso que es vegetariana. Pero ante tal homenaje no puede hacer otra cosa que una excepción en su dieta, según asegura.
Diego Alonso es uno de los tres gerentes de este “fast food” situado en el Conceyín. Esta es su octava comida solidaria, un proyecto que inauguraron junto al local debido a que un familiar cercano padecía una deficiencia mental y entre los socios quisieron dar visibilidad y oportunidades a diferentes fundaciones implicadas con diferentes causas sociales. “Está funcionando muy bien, cada vez más gente viene explícitamente a por esta propuesta del mes, con la que sabe que va a colaborar en una buena causa”, declara Alonso.
Ángela Antúnez es la gestora de proyectos sociales de la organización y camina con emoción de un lado a otro de la terraza del establecimiento orgullosa de lo que han conseguido y con la mirada puesta en lo que queda por recorrer: “Aún somos un proyecto pequeño, sin muchas ayudas, pero hacemos todo cuanto podemos”.
Llegan las bandejas repletas de alimentos, para dar el pistoletazo de salida a estas jornadas de sensibilización. Pan brioche, carne de vaca, queso Taleggio, mermelada de beicon y... Un extra de visibilidad.