La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El kiosco del Bombé, asignatura pendiente del Campo, se reforma tras siete años de espera

Los operarios comienzan a limpiar la estructura del templete con la intención de iniciar su desmontaje, pieza por pieza, en una semana

Operarios y miembros de la empresa adjudicataria, ayer, durante los primeros trabajos en el kiosco del Bombé. IRMA COLLIN

“Por fin lo están arreglando. Es una alegría porque se trata de historia viva para muchos de los que vivimos en Oviedo”. Rosa María Canellada, maestra de vocación y profesión, no daba crédito. Siete años después de que las vallas y los andamios dejasen sepultado al kiosco del Bombé, un pequeño grupo de operarios se adentraba en el hasta ayer abandonado esqueleto del templete diseñado por Juan Miguel de la Guardia a finales del siglo XIX para abrirse paso entre montones de restos vegetales y pilas de materiales de obra oxidados a consecuencia del abandono. Se trata de las labores previas al desmontaje que se iniciará dentro de una semana con la meta de que la emblemática construcción vuelva a lucir en todo su esplendor en verano.

Los trabajos iniciados este martes acaban con la contrariedad de muchos ovetenses que durante los últimos siete años no entendían cómo un amasijo de hierros con un aspecto horroroso podía seguir presidiendo el paseo del Bombé, uno de los rincones más señeros del emblemático Campo San Francisco. La detención de las obras a principios de 2015 y los sucesivos fracasos de las licitaciones convirtieron al kiosco en el icono de la parálisis administrativa municipal, que todavía amenaza a las recién comenzadas obras por la existencia de un pleito contra el Ayuntamiento por el pago de alquiler de los andamios que todavía sostienen la defectuosa estructura.

A pesar de las adversidades, la concejalía de Infraestructuras que dirige el también primer teniente de alcalde Nacho Cuesta perseveró. La actuación fue finalmente adjudicada por un montante de 386.000 euros a la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Promogrado y Sardesa el pasado otoño y tras meses de desbloqueo de permisos de las diferentes administraciones por fin se ha podido actuar sobre una instalación que durante siete años había sido intocable.

De momento el personal desplegado en el kiosco se dedicará a limpiar el entorno y analizar el estado de la estructura. La semana que viene está previsto el comienzo del desmontaje, pieza por pieza, para su traslado a un taller del polígono industrial langreano de Riaño, donde los restauradores habilitarán su particular espacio de trabajo para los próximos meses. Primero se analizarán las piezas de fundición y unión, luego se decidirá cuáles son posibles de recuperar para la causa de la rehabilitación y posteriormente se procederá a la refundición, fuera de Asturias, de las piezas recuperables.

Una vez rehabilitadas todas las partes del puzzle, a las que se sumará la recuperación de un alero del proyecto original que dejó de existir hace aproximadamente un siglo, los técnicos procederán a montar el kiosco en la nave langreana como si de un ensayo general se tratara. Nada más que se confirme que el montaje es viable, los adjudicatarios volverán a desarmar las piezas y las trasladarán al pulmón verde ovetense para afrontar su montaje definitivo.

Cuidado escrupuloso

Todo el proceso se llevará a cabo con un cuidado escrupuloso compatible con las condiciones establecidas por Cultura. De cada visita a la obra se levantará acta y habrá una coordinación permanente entre todas las partes implicadas, según informa la concejalía de un Nacho Cuesta que ve por fin encaminado uno de los proyectos prioritarios de este mandato, cuya principal finalidad es demostrar que el equipo de gobierno es capaz de desatascar una actuación que parecía haberse tornado en imposible.

Las obras tienen el favor de ciudadanos incondicionales del parque, como Rosa Canellada, quien ve en la recuperación del kiosco la vuelta de un elemento inherente a la memoria colectiva ovetense del último siglo. “Recuerdo haber venido con mi abuelo cada domingo a ver los conciertos de la banda”, comenta la carbayona, ansiosa de poder volver a mover el esqueleto frente al templete. “A veces nos animábamos incluso a bailar frente a los músicos”, explica para, seguidamente ser interrumpida por otra apasionada del Bombé. “Todos los jueves había baile y la gente se lo pasaba en grande. Ojalá lo recuperen”, puntualizó, cruzando los dedos para que esta vez los trabajos supongan una solución definitiva al kiosco. “Todavía vendrá una guerra como la de Ucrania y no lo veremos levantando”, añadió con tono poco optimista sobre la llegada a buen puerto de los trabajos municipales.

En el Ayuntamiento son más optimistas. Consideran que, una vez superados los escollos de la adjudicación y los permisos de Cultura, el trabajo ya está encarrilado. Los planes pasan porque de cara al verano el templete pueda presentar un aspecto aproximado al ideado en su día por De la Guardia e incluso aprovecharlo para organizar algún tipo de actividad como las de antaño.

Atrás quedan siete largos años de total abandono que los vecinos ya habían convertido en causa perdida y ejemplo de abandono en uno de los principales puntos de recreo de la capital asturiana. “Es una vergüenza que en medio de Oviedo se haya tenido tanto tiempo algo en tan mal estado”, sostiene Herminio Álvarez, entusiasmado por ver cómo el gobierno municipal ha conseguido desencallar una asignatura pendiente. “Aunque parezca poca cosa, tras tantos años verlo en obras es todo un logro”, añade este ovetense.

Compartir el artículo

stats