Las calles del Antiguo se desperezan al paso de la Soledad por Oviedo

A lo largo de su recorrido por el casco histórico, la procesión fue congregando a vecinos y turistas

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

La ciudad de Oviedo se desperezó ayer al paso de la Virgen de la Soledad. El puente festivo ralentizó la actividad matinal en el Antiguo y la procesión de la Archicofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad salió de la iglesia parroquial de San Isidoro cuando parte del vecindario aún dormía y los turistas aún no se habían desplegado por el casco histórico de la ciudad. La procesión comenzó a las 10.30 horas y a medida que avanzaba de plaza en plaza se iban levantando persianas y abriendo ventanas. A las 12.30, cuando regresó junto al Ayuntamiento, las calles ya estaban llenas de ovetenses y de visitantes.

La llegada de la Virgen de la Soledad, con su manto de luto y a hombros de una treintena de braceros, y el baile que, antes de recogerse en San Isidoro, remata la procesión fueron una sorpresa para muchos paseantes. En cuestión de minutos, la gente que andaba de compras por el Fontán, por la calle Magdalena o de paseo por Cimadevilla y el Peso, se congregó en la plaza consistorial para disfrutar del espectáculo y agradeció las evoluciones más complicadas, como cuando los braceros alzan a la Virgen, con varias tandas de aplausos.

La procesión de la Soledad se abría con una larga hilera de nazarenos, seguidos por las manolas enmantilladas y del paso de la Virgen flanqueado por cuatro bomberos. En su recorrido tuvo que salvar algunos giros difíciles por la estrechez de las calles del Antiguo. De la plaza del Sol fue hasta la del Paragüas y desde allí hasta la Corrada del Obispo, para adentrarse a continuación por el Tránsito de Santa Bárbara y desembocar en la plaza de la Catedral. Siguió, de retorno a su sede, por Ramón y Cajal, Altamirano y la calle de Cimadevilla, que ayer estaba vacía de terrazas, y hacia las 12.30, como estaba previsto, acabó ante San Isidoro. Unos niños lanzaron pétalos de flores para alfombrar el suelo al paso de la Virgen y desde las escaleras de San Isidoro el hermano mayor de la cofradía, Luis Manuel Alonso, inició un breve rezo.

La Unión Musical del Principado cerró la marcha y en la procesión participaron algunos hermanos de la Cofradía de la Soledad de Avilés. Los colores de la bandera ucraniana lucieron en lazos en la campana que guía la procesión y en los bastones de muchos cofrades.

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