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“Hay más víctimas, pero no le han detenido nunca”, dice la mujer timada por el "estafador de Tinder" en Oviedo

La denunciante cuenta que el angoleño que huyó con su dinero usaba cuatro teléfonos y no tenía residencia en la ciudad

Ilustración.

La víctima de la versión ovetense del “estafador de Tinder” asegura que “ya he caído de la burra” y ahora es cuando comienza a detectar alarmas que deberían haber saltado durante su historia amorosa: “Sabe cómo transmitirte confianza”. Una vez puesta la denuncia, confirmó toda sospecha de no ser la única malparada de los escarceos amorosos del timador: “Me dijo la Policía que hay más mujeres, pero no le han detenido nunca”. Por su parte, fuentes de la Policía Nacional reconocieron que este caso ha caído en sus manos y que entra dentro de la tipología de los llamados “delitos del amor”, que suele ser común.

Cinco meses de relación idílica con un hombre de nacionalidad angoleña, dueño de un negocio de diamantes, un préstamo de cantidades con tres ceros por parte de ella y, como si fuera prestidigitación, el supuesto estafador desaparece. El teléfono del que se hace llamar “Jim” sigue sin dar respuesta, con el Whatsapp inactivo y el Telegram bloqueado, mientras la denunciante le da vueltas a los detalles que la enredaron de forma fatal. “Estaba tomando algo en Ramón y Cajal cuando se me acercó”, rememora. Fue en ese momento cuando comenzaron a tontear y la labia y zalamería de él junto a la buena apariencia jugaron un papel fundamental. “Él se encontraba con una amiga con la que se alojaba”, explica, ya que según confirmó el estafador no tenía vivienda en Oviedo, o al menos eso contaba. Era asiduo en la ciudad debido a “su pasión por el Camino de Santiago”. Aunque en más de una ocasión le pilló por la ciudad de improvisto y él fingía haberse olvidado de avisar que estaba de paso.

Ahora todo son dudas, incluso si la supuesta anfitriona sería una cómplice u otra víctima como ella.

Donde sí presumía de tener residencia era en Oporto y visitaba a la familia en Santander, donde llevó a la perjudicada para integrarla en su supuesto ambiente. “Conocí a sus hermanos y a su madre”. Dice que no sospechó, aunque sí le resultó raro un momento en el que su hermana hizo alusión a su falta de trabajo.

También le escamó que tuviera cuatro números de teléfonos diferentes con la excusa de sus viajes de negocios al extranjero y que “era muy despistado, decía que los olvidaba por todas partes, como excusa para comprar uno nuevo”. Incluso en alguna ocasión llegó a descolgar la llamada con lenguaje anglosajón: “Hello, who it’s calling...”. Era fácil achacarlo a alguno de sus contactos internacionales o a la pérdida de control de consciencia que era habitual en este seductor. Según la víctima, era tan común el consumo de alcohol en el angoleño que creía que esos lapsus se debían a la bebida. Aunque “ni borracho perdía la compostura”.

“Me dijo que no era muy sexual”, confiesa: “Ahora lo entiendo, si se acuesta con mujeres que no le atraen solo por interés...”. “No dormía bien por las noches”, y ella quiere pensar, dice, que parte de sus excesos pueden ser consecuencia del cargo de conciencia que le impide conciliar el sueño.

El caso de Higinia, la mujer a la que engañó un supuesto general

El caso de “Jim” recuerda al sucedido hace cuatro años en la ciudad: un engaño amoroso, mentiras sobre la identidad y un final fraudulento; aunque en este caso la perjudicada fue incapaz de tomar conciencia de ello. Higinia M. M. se sumergió en una realidad paralela al entrar en una web de citas y conocer a un reputado general estadounidense, Ben Hodges, que resultó ser la falsa identidad de una pareja de cameruneses y un nigeriano con ánimo de engañarla. El supuesto romance, que según la prometieron acabaría en boda, le costó 100.000 euros y el inicio de un proceso judicial del que no estaba muy convencida. “No me siento engañada ni estafada”, aseguró en 2018 a la salida de la sección segunda de la Audiencia, durante un juicio que se suspendió debido a la falta de instrucción del defensor de uno de los acusados. “Por mí los sacaría a la calle hoy mismo”, reiteró la damnificada. La víctima había ahorrado una importante suma de dinero que se esfumó al poner fecha idílica a su matrimonio con el imaginario Hodges, supuestamente destinado en Malasia. La Fiscalía pidió para los acusados penas que sumaban casi diez años de cárcel.

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