Concierto estelar anoche en el Auditorio Príncipe Felipe donde no faltó de nada: un estreno mundial de la ovetense Raquel Rodríguez (1980) con el título de "Albidum" (uno de los probables orígenes del topónimo Oviedo) subtitulada "Camino hacia las estrellas"; otro brillo en el firmamento con el famoso cellista inglés Sheku Kanneh-Mason, popular mundialmente al tocar en la boda real de los exduques de Essex; más la Cuarta de Mahler con la soprano francesa Elsa Benoit en el último movimiento, goce celestial visto con los ojos de un niño y el placer melómano.

Más que las estrellas gastronómicas de la Guía Michelin (que vamos ganando para Asturias), este último sábado de noviembre con un Auditorio lleno y supongo hambriento, disfrutamos nada menos que de tres soles sinfónicos en un concierto del ciclo patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA.

Estrellas sinfónicas en el Auditorio

El primero, Raquel Rodríguez, mucho más que un contundente entrante femenino al que el "master chef" Lucas Macías se ha comprometido en servirnos cada menú por él elaborado esta temporada. Un plato para repetir en cualquier momento por su calidad, sabor y guarnición.

Segundo sol, la número 2 de los conciertos para violonchelo de Haydn, donde el plato principal sería el solista británico, un Sheku de camisa y etnia subsahariana para paladear en tres pasos, conectando desde el principio con el titular onubense, maridando y madurando con una orquesta que sigue brillando en cualquier carta. De propina, un sorbete original en pizzicato "Forever and ever" de la oración que nos cantase la gran Aretha Franklin.

Y tercero, digna de ser doble para el Mahler siempre contundente, tradicional pero actual 121 años y un día del estreno de su cuarta sinfonía, donde el sabor especial lo da incluir "La vida celestial", poema del "Cuerno mágico de la juventud" con soprano en el último movimiento, la francesa Elsa Benoit cual verdadera esencia final para una hora de esta "sinfonía de mortales" donde alcanzar el paraíso mahleriano, magnífica sinfonía de ángeles bien acompañada por el jefe Macías y respetuoso silencio final antes del aplauso unánime.

Merecidas estrellas sinfónicas para este menú que ofreció tres platos estelares con una Oviedo Filarmonía que "liga con todo" y brilla en la galaxia sonora de Vetusta, con mejor salud que Don Gustavo.