Entrevista | Gaspar Llamazares Candidato a alcalde de Oviedo en la lista que lanza IU

"Oviedo necesita una idea compartida de ciudad, sin crispación ni populismo"

"Es un desperdicio no tener buena relación con la Universidad; sin ella, perdemos cerebro y proyección, y limitarlo a un problema de sedes es un error"

Gaspar Llamazares

Gaspar Llamazares / Irma Collín

Chus Neira

Chus Neira

Su metabolismo de "digestión lenta" ha llevado a Gaspar Llamazares (Logroño, 65 años) a trasmañanar la respuesta a la invitación que el partido en el que había sido casi todo (diputado, portavoz en el Congreso, coordinador general) y del que había salido en 2017 le llevaba presentando desde hacía casi un año. Al final, ha dicho que sí y Llamazares anuncia hoy en esta entrevista para LA NUEVA ESPAÑA su regreso a la primera línea de la política como candidato a la alcaldía de Oviedo, en una lista que lanza IU junto a otras siglas y con vocación de sumar todavía más izquierdas.

–Le dejamos fuera de IU, en Actúa, en las europeas de hace cuatro años. ¿Qué ha pasado?

–No he abandonado la política porque la política no se abandona, te abandona ella a ti. He estado en segunda actividad, más dedicado al análisis y a la reflexión. La primera actividad la había dejado con el fracaso de Actúa, que pretendía intentar una izquierda seria, no populista, autocrítica pero sin renunciar a su mochila, sin impugnar la democracia y el papel que la izquierda jugó para lograrla.

–¿Y ahora?

–Lo que me han propuesto es formar parte del proyecto "Convocatoria por Oviedo", dentro de "Convocatoria por Asturias", donde no solo va a estar IU, sino, por lo pronto, Más País e Izquierda Asturianista. Yo me hacía ya en mi segunda actividad y no me ha sido fácil decidir volver al tráfago de la primera fila. Me ha convencido el hecho de que la convocatoria, a la que voy como independiente, forme parte del proyecto Sumar de refundación y revitalización de la izquierda. Porque, si bien es verdad que estando en el gobierno nacional tiene más presencia que nunca, como proyecto y organización la izquierda está muy débil. Ha sufrido, diría la psicología, un desequilibrio populista del que debe emanciparse cuanto antes.

–¿Qué tiene todo esto que ver con Oviedo?

–La revitalización democrática tiene que tener una base local. Lo más cercano está representado en la cultura política de Oviedo, que aúna lo concreto pero tiene proyección metropolitana.

Basar proyectos en viviendas cuando en Oviedo hay 14.0000 pisos vacíos y una situación complicada de regresión demográfica es una contradicción

–Izquierda Unida no tiene representación municipal ahora.

–Y el Ayuntamiento de Oviedo necesita la presencia de una izquierda seria, dialogante y que no se avergüenza de su tradición. Eso se perdió, sí, seguramente porque no lo hicimos bien, pero también como consecuencia del desequilibrio populista y de la dificultad de identificar IU en la mezcla con Podemos. Son los mismos problemas que tiene Sumar para no considerarlo una parte más del proyecto de Podemos.

–Pero será una aventura complicada.

–Me apasionan los proyectos difíciles, no los que tienen garantizada una presencia fuerte. Además, si algo se echa de menos en la calle, al hablar con los vecinos, es una política seria, que deje al lado la crispación y la polarización. Eso es lo que aporta esta propuesta y lo que puedo aportar yo. Somos una izquierda convencida de la renovación programática pero sin renunciar a su pasado de negociación política. Por ahora estamos los que ya he dicho, pero me han dado garantías de que es una propuesta abierta al conjunto de la izquierda seria, la del diálogo. Por tanto, no hay nada cerrado.

–¿Incluirá a Podemos o a las independientes que giran en esa órbita?

–La voluntad es abierta. Si aporta al proyecto, coincide en el objetivo de recuperar presencia municipal, es dialogante y seria, será bienvenida.

–Usted es vecino de Valentín Masip. Conoce la ciudad. ¿De qué diagnóstico parte su campaña?

–Hay una sensación de estancamiento y aislamiento de la ciudad que afecta también al gobierno municipal. No hablo solo de su relación con otras administraciones, con las que a veces hay un 50 por ciento de colaboración y otro 50 de estrategia de oposición, lo que considero negativo. Pero es que esa misma dialéctica se lleva incluso a la relación con otras instituciones como la Universidad. No valorar lo que aporta una buena relación institucional con la Universidad de Oviedo es un desperdicio. Y es crispación. Sin la Universidad, Oviedo pierde su cerebro o lo llena de interferencias, porque si alguna proyección tiene hoy Oviedo en Asturias, y más allá, es con la Universidad. Verlo únicamente como un problema de sedes es un error. La cuestión es mucho más amplia y tiene que ver con la aspiración de Oviedo de representar a una área más amplia y de comunicarse con el mundo. No todo son las infraestructuras de vía rápida, que tanto preocupan al gobierno local. También nos relacionamos a través de la Cultura. Por eso, en resumen, mi diagnóstico es que hay que superar ese estancamiento favoreciendo el diálogo institucional, la proyección más allá del territorio y superar las fracturas internas, haciendo de los barrios el centro de Oviedo.

–¿Cómo?

–Pasaba el otro día por la Tenderina, frente a los chalés de La Vega, y es desolador. Tengo claro que no es responsabilidad municipal, que hay una crisis financiera y un cambio en la sociedad, pero creo que la situación es más grave porque aquí hay fracturas políticas y culturales que impiden ser un todo en vez de una suma de partes. Pasa lo mismo con los proyectos urbanísticos. Hay varios diseños singulares, pero falta una idea de ciudad. No hay un Plan General que valide esa idea para los próximos diez años. Y ese modelo tiene que ser un proyecto compartido, no puede estar compartimentado entre los distintos miembros del gobierno y polarizado frente a la oposición. Todo eso impide una idea compartida de ciudad, que es lo que hace falta en Oviedo. También hay que hacer un esfuerzo por que los Ayuntamientos tengan más presencia en la política social, puedan tomar decisiones y que esos servicios públicos funcionen bien.

–¿Qué les pasa a los proyectos singulares?

–Una contradicción. Se basa en rentabilizarlos con viviendas cuando en Oviedo hay 14.0000 pisos vacíos y una situación complicada de regresión demográfica. Además está la crisis ecológica y la ruptura digital. Por eso los proyectos, los que tienen fondos de la UE, son más un ir parcheando, una suerte de "pitas, pitas", que un proyecto compartido de ciudad.

–Concrete un poco. ¿La Vega? ¿El Cristo?

–Son propuestas con cierto grado de viabilidad y de contestación. Aquí doy la bienvenida a las rectificaciones que se han hecho en La Vega, para que, sin paralizar la propuesta, sea representativa de lo que podríamos denominar ese suturar las fracturas de la ciudad. En el Cristo, si hay acuerdo entre la Universidad y el Principado nosotros lo respaldaremos, pero creo que para la Universidad será complicado asumir más infraestructuras. Temo que nos esperan tiempos de vuelta a los planes de estabilización financiera, y habrá que ser muy cuidadosos con las prioridades. En estos proyectos necesitamos un respaldo económico más allá del cuento de Alicia o de la lechera de financiar la urbanización con viviendas.

Soy republicano convencido, pero veo la potencialidad de los Premios "Princesa", vinculándolos a la Universidad y estableciendo programas y más relación con los premiados

–¿Por dónde puede crear empleo y funcionar la ciudad?

–Tiene fortalezas importantes. La capitalidad, su posición geográfica, la Universidad, una historia patrimonial y cultural. Puede aspirar a ser una ciudad diversificada y no monográfica del turismo o del comercio. Oviedo puede ser también industrial y de servicios. Tiene todas las potencialidades, se trata de ordenarlas bien para hacer atractiva la ciudad. Lo que no debemos hacer son huidas hacia delante, que no nos han ido bien. Y también aprovechar nuestra proyección exterior, que es manifiestamente mejorable. Pienso, por ejemplo, en la potencialidad de los Premios "Princesa", vinculándolos a la Universidad y estableciendo programas y más relación con los premiados. Y esto lo dice un republicano convencido que respeta el modelo de gobierno y considera que la monarquía parlamentaria ofrece aquí una oportunidad en Asturias.

–¿Qué le dicen de este regreso?

–Que vaya lío en que me meto. Y luego lo que noto, porque somos una sociedad mayor, es la añoranza de la política seria. Me dicen que no entienden este griterío y esta crispación.

–El Alcalde también es un señor de cierta edad.

–Pero la seriedad no es patrimonio de la edad. Y las declaraciones populistas son de jóvenes y de mayores. Es bueno intentar desmarcarse de todo eso.

–También él dice que no es político. Usted sí, ¿no?

–Yo soy político, lo he sido, lo sigo siendo y estoy muy honrado, porque creo, más allá de la autocrítica necesaria, que la política es una actividad noble.

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