Cristina Santín: "La alteración del paisaje influye en los incendios más que el cambio climático"

"En Asturias, el fuego es el claro síntoma de un problema", indica la investigadora del CSIC

Cristina Santín, a la izquierda, y María Fernández, ayer, en el Club. | Miki López

Cristina Santín, a la izquierda, y María Fernández, ayer, en el Club. | Miki López / M. J. Iglesias

María José Iglesias

María José Iglesias

Existen incendios catastróficos desde siempre, pero cada vez son más peligrosos, debido a la acción del ser humano. «El cambio climático es un factor clave en la generación de incendios forestales, pero no el único, incluso más importante es la alteración que sufren los paisajes y las políticas de supresión total de los incendios». Así lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Cristina Santín, doctora en Biología, especialista en los impactos ambientales de los incendios forestales e investigadora en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC-Uniovi-Principado de Asturias).

La especialista exploró los incendios forestales desde una perspectiva general y global. «Los catastróficos incendios que estamos viendo en los últimos años pertenecen a una ‘nueva normalidad’ y debemos tomar medidas para el futuro», indicó la científica, que se especializó en la Universidad de Swansea (Reino Unido). «La mayoría de los incendios son provocados», corroboró Santín, a quien presentó María Fernández, delegada institucional del CSIC en Asturias.

«El fuego es buen criado, pero mal amo», dijo la conferenciante, citando la frase atribuida a un pastor de los Picos de Europa que resume el comportamiento de un elemento que cada año afecta a una superficie que multiplica por cuatro la de España. «Muertos, desalojados, especies de flora calcinadas..., el fuego es devastador y el ser humano lleva miles de años luchando para controlarlo, no es un fenómeno nuevo, pero en las últimas décadas se acentúa», señaló Santín. Entre los últimos siniestros registrados en Asturias, se refirió a las llamas que arrasaron parte del Monte Naranco en marzo de 2022. «El coste de apagar los incendios es cada vez mayor y aumenta cada año. Los impactos en el medio ambiente también se incrementan. A la vez, se gastan muchos recursos en evitar algo que genera impactos negativos», remarcó. La investigadora hizo hincapié en que se ha llegado a lo que los científicos llaman «el límite de la capacidad de supresión de los incendios». «Da igual el número de bomberos, tanques o aeronaves empleadas, llega un momento en el que todo es inútil y los incendios se apagan por otras razones». «En Asturias, el fuego es el reflejo de otros problemas que padece el medio rural, incluso cambia la duración de la temporada de quemas», aseguró Santín, quien apuntó que hace ya 4.000 años en la Cornisa Cantábrica el manejo del paisaje con el fuego estaba muy extendido.