Los duendecillos navideños visitan a los mayores del Naranco

Doce niños del programa "Concilia" acuden a la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos con tarjetas y villancicos para los internos

Las fechas Navideñas son una época de encuentro con la comunidad en la que gente de todas las edades disfruta de momentos de alegría e ilusión. Eso pensaron también desde el programa "Concilia", del Ayuntamiento de Oviedo, cuando decidieron que era momento de intercambiar esa felicidad con los más mayores. Dicho y y hecho. Una docena de niños participantes en la actividad que favorece la conciliación familiar en época vacacional visitaron ayer la Residencia Nuestra Señora del Rosario, que dirigen las Hermanitas de los Ancianos, para transmitir toda su energía y amor a los más mayores. ¿Sus armas? 30 tarjetas hechas a mano, un mural y un puñado de villancicos bajo el brazo.

"Estamos en Navidad y qué mejor que mostrar un poco de alegría a los mayores. Queremos transmitirles un poco del espíritu navideño a los residentes", explicaban Jesús Morilla y Miriam Clemente, monitores de la actividad en el Colegio Público San Pedro de los Arcos justo antes de que la concejala de Políticas Sociales, María Velasco, llegase al centro. La edil ejerció de guía y enlace entre los niños y los mayores durante toda la visita.

Los larguísimos y laberínticos pasillos de la residencia, que el grupo recorrió de la mano de los auxiliares, les llevaron hasta una terraza en el tercer piso del edificio. Allí, por fin, se produjo el encuentro entre menores y mayores, a los que en algún caso separaba casi un siglo de vida. Los ancianos se arremolinaban en torno a una mesa, con tapete verde y baraja en mano, dispuestos a jugar a la brisca; otros descansaban tranquilamente en los butacones.

La entrada fue como un ciclón, porque el desparpajo de los pequeños visitantes comenzó desde el minuto uno. Entre los "¿Cómo se llama?", los "¿Qué edad tiene?" y los "¿De qué trabajaba?" la reunión intergeneracional fue cogiendo ritmo.

Así conocieron a Joaquín Sánchez, el primer afortunado dde la visita en recibir el cariño de los pequeños. Dejó a los niños asombrados con su oficio: fue piloto de avión. Tras las carantoñas y las historias llegó el momento de entregarle su tarjeta de felicitación personal decorada, en este caso, con un reno. "Os deseo mucha paz, alegría e ilusión", rezaba el texto que atesoraba el interior de la tarjeta que le entregó la pizpireta Sara Zanne, que iba acompañada de su hermana gemela, Wisal. Ambas con gafas y, como todo el séquito, el correspondiente gorrito navideño.

Los relatos se sucedieron. Ángel Menéndez, vecino de Vallobín y con 72 años en su zurrón, les contó sus vivencias en el oficio de la madera. A Petra Ojedo, que estaba acompañada de su hija Nuria Fuentes, le regalaron un gorro de Papá Noel mientras intercambiaron bromas y risas. Lo mismo pasó con el residente más longevo, Rufino González, que cuenta con 101 años. "Cuando me preguntan digo que tengo doscientos y pico", bromeaba el anciano.

Tras el intercambio generacional, llegó el fin de fiesta, a ritmo de villancicos. Algunos, ensayados con más ímpetu; otros, producto de la improvisación. El pequeño Sergio Loasia puso la nota de humor con sus divertidos bailes, que arrancaron las sonrisas de los usuarios antes del gran aplauso final.

"Es una actividad muy productiva y beneficiosa para los dos colectivos", explica María Velasco. Para la concejala de Políticas Sociales los niños y niñas "conocen una nueva realidad" y las personas mayores tienen "un momento distendido" que aúna la inocencia de unos y la ternura de los otros. "Porque siempre, lo más importante, es el cariño", concluye la edil.

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