Entrevista | Samuel Sakker Tenor, interpreta a Lohengrin en el último título del ciclo lírico del Campoamor

"La música de Wagner es como una gran ola, es impenetrable pero yo intento surfearla"

"‘Lohengrin’ es comparable a ‘Juego de tronos’, podría ser uno de los capítulos de la serie"

Samuel Sakker echa una ojeada al vestuario de "Lohengrin" en los pasillos del sótano del Campoamor.

Samuel Sakker echa una ojeada al vestuario de "Lohengrin" en los pasillos del sótano del Campoamor. / Fernando Rodríguez

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

El tenor australiano Samuel Sakker debuta en la temporada de ópera del Campoamor y en España. Reside en Belfats, en Irlanda del Norte. De allí es su esposa y desde allí a viajado a Oviedo para encarnar a Lohengrin en la obra wagneriana a la que da nombre el héroe romántico. El Campoamor estrena su coproducción con el Auditorio de Tenerife y con ella concluirá el actual ciclo lírico. La primera función es la del 25 de enero, a las 19.00 horas, y habrá otras tres, los días 28 y 31 de enero y el 3 de febrero.

–Es la primera vez que interpreta a Lohengrin, pero ha desempeñado muchos roles wagnerianos.

–Es muy interesante abordar el papel de Lohengrin, después de haber hecho el Tristán (el año pasado debutó con el personaje de "Tristan e Isolde" en la Opéra National de Lorraine y en el Teatro de Caen). Lohengrin es más el rol del inicio en el camino wagneriano y la gente puede pensar que, como ya has hecho, Tristán puedes hacer fácilmente Lohengrin. Sin embargo, para mí Lohengrin es más difícil porque es el personaje más optimista y más puro de Wagner, rodeado de misterio y en lucha consigo mismo, en un tiempo, un modo de vida y una moral antiguas, que cuesta traer a nuestra época. a mí me resulta más fácil cantar sobre cosas tristes, el drama o la tragedia, que cantar de cosas luminosas y optimistas. Lohengrin empieza siendo un personaje que es una alegoría de la verdad y a medida que avanza la acción se degrada y se convierte en un tipo normal.

–¿Cómo un cuento de hadas, pero que acaba mal?

–Sí, es comparable a "Juego de Tronos", podría ser uno de los capítulos de la serie.

–¿Qué cualidades debe tener un tenor wagneriano?

–Lo más importante es la resistencia, la durabilidad. Cuando Wagner escribió "Lohengrin" fue algo absolutamente novedoso. Era una ópera pensada como un truco a la audiencia, para el oído y para el cerebro. En armonía, cuando escuchas una partitura, tú cerebro está preparado para completar lo que escuchas, pero aquí Wagner hace trampa, y cambia la armonía, para transmitir mejor la ira, las emociones... A lo mejor no eres el cantante perfecto, pero debes estar al servicio de la obra con tu resistencia y tu consistencia. Me gusta pensar que la música orquestal de Wagner es como un océano, como una gran ola, es impenetrable pero yo intento surfearla, me gusta deslizarme con mi canto por encima de la ola para llegar al público.

–Muy australiano.

–Sí, sí, pero yo solo surfeo Wagner.

–La de "Lohengrin" es una historia épica, pero al director de escena, Guillermo Amaya, le interesan más sus aspectos más contemporáneos y la psicología de los personajes.

–La ambientación, épica, a veces oriental o legendaria, está bien, pero eso es lo más superficial. Lo realmente interesante es abordar la conducta humana, las relaciones.

–¿Qué es lo que le resulta a usted más complicado de este papel?

–Hay una serie americana, "Ley y orden", que guarda cierto parecido con esta ópera. Los personajes se presenta ante la Corte de justicia de una manera, manteniendo las apariencias, pero por debajo se manifiesta la maldad. Uno de los grandes coros de "Lohengrin" es el de Elsa y Ortrud, y en él se aprecia cómo Ortrud manipula sibilinamente a Elsa, le dice una cosa, pero quiere decir otra, y en el siguiente dúo, el de Elsa con Lohengrin, se ve su efecto en Elsa, como ella también intenta manipularlo y arrancarle su secreto. Es una relación muy doméstica, de un matrimonio. Esa es la parte más contemporánea de la ópera, la que tiene que ver con la confianza entre la mujer y el hombre, en el matrimonio. Wagner siempre tiene mucha música y mucha palabra, de lo que se trata es de encontrar los microdramas, los detalles, en el gran drama. Parte de la dificultad es que con cien músicos haciendo algo increíble con esa partitura tienes que buscar lo pequeño en una obra para nada tiene esa apariencia.

–Debuta como Lohengrin y Miren Urbieta-Vega lo hace como Elsa, ¿se apoyan en la construcción de sus personajes?

–Los construimos juntos. Ella es una actriz y una cantante maravillosa. Yo tiendo a ser muy literal y ella intuye lo que estoy pensando y busca el sentido profundo e la acción. Se percibe la feminidad y la masculinidad, como ella me envuelve con esa feminidad. Es algo muy bonito de ver en escena.

–¿Habían coincidido antes?

–No, y es mi primera vez en España.

–¿Y cómo está siendo la experiencia? ¿Qué tal la forma de trabajar?

–Cada sitio es diferente. Aquí es más como en Australia, bastante relajado, con los ensayos concentrados en la tarde, los músicos son fantásticos, los cantantes increíbles, el teatro es muy agradable, la ciudad preciosa... Estoy contento de no hacer mi primer Lohengrin en Alemania, así me ahorro un poco de presión. Esta producción es más tradicional que lo que se está haciendo actualmente en Alemania con Wagner: allí lo programan muy a menudo y hacen producciones muy diferentes, experimentan más.

–Wagner tiene un publico muy fiel, exigente... Su obra es muy conceptual, con connotaciones políticas, no es un Verdi o un Puccini, del que se disfruta más alegremente.

–Sí, hay wagnerianos que viajan por todo el mundo para ver sus óperas, grandes conocedores de su música y de su repercusión en las artes. No creo que Puccini o Verdi fueran menos políticos que Wagner, pero si lo trasladamos al mundo del vino, Verdi y Puccini serían un vino agradable, de paladar fácil, y Wagner sería un vino complejo, cuanto más sabes de vino más aprecias el sabor, es profundo, con muchas capas. Los wagnerianos lo saben y el cantante siente esa presión. Yo prefiero reaccionar a la música, a los compañeros, a la energía que transmite el público... incluso los errores pueden hacer que el drama sea más realista, más impactante. Tengo el mapa, sé a donde voy a ir, no puedo ir caminando solo con la idea que tengo en mí cabeza, tengo que caminar con los demás.

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