Tres históricos de la hostelería y el comercio del Antiguo recibirán un homenaje de sus vecinos

Oviedo Redondo organiza el viernes un acto de reconocimiento para Ana González, Paco Álvarez y Waldo Valbuena por su reciente jubilación

Por la izquierda, Ana González, Paco Álvarez y Waldo Valbuena.

Por la izquierda, Ana González, Paco Álvarez y Waldo Valbuena. / LNE

«En los cuarenta años que he trabajado he conocido, en algunos casos, hasta cuatro generaciones de una familia. Te pones a pensar y, madre, pasó una vida entera en un suspiro». Para Ana González fueron cuatro décadas, igual que para Paco Álvarez. Para Waldo Valbuena fueron tres, pero el fondo es el mismo: una trayectoria laboral histórica en el comercio local del casco antiguo. La Asociación Oviedo Redondo les tiene en cuenta y va a reconocer su labor y papel en la vida del barrio con un homenaje tras la merecida jubilación. Se celebrará el próximo viernes, a las 19.30 horas, en la biblioteca del Fontán.

Ana González, que regentó la papelería San Antonio hasta que echó el cierre el año pasado tras su retiro, solo piensa en que va a tener que «decir unas palabras» en el homenaje. «Estas cosas me ponen muy nerviosa», confiesa. No le gustan las «multitudes», pero tiene un sentimiento de agradecimiento a la asociación al pensar en ella. «Y en la situación que tiene ahora el comercio local», añade.

Aunque se ponga nerviosa, es para ella un «orgullo» porque ha visto el cariño que le tiene la gente. Lo que no es raro, porque en su trabajo estuvo en contacto con personas a todas horas. «Hubo momentos duros, pero lo pasé bien», expresa, satisfecha.

De la jubilación dice, dicharachera, que tiene su «lado estupendo», pero que hay que «reprogramarse». Se refiere a una nueva gestión del tiempo, porque lleva desde hace muchos años con «una actividad de más de diez horas diarias». «El tiempo dura mucho, hay que aprender a administrarlo bien. Porque o lo pierdes o te sobra».

Paco Álvarez es otro de los homenajeados. Otro de los históricos del trío del Antiguo. Su mirada desde detrás de la barra del Bar Chicote también ha visto generaciones durante nada menos que 45 años de actividad. Y empezó tan joven que los que entraban al bar le preguntaban por su padre, que ya había fallecido. Su clientela fue de todas las edades por su posición estratégica, en la esquina de la calle Mon con la plaza del Sol: los paisanos tomaban vinos y los chavales entraban a comer un pincho antes de que la noche se pusiera seria.

«Cuando empecé vendíamos el vino a tres pesetas y a quince el cubalibre», recuerda. Al igual que hizo en su despedida, cuando en una audaz acción de marketing decidió cobrar en pesetas y terminó saliendo en todos los medios de comunicación.

El hostelero, originario de Cangas del Narcea, también está «agradecidísimo» a la asociación y al barrio en sí. Llegó siendo adolescente y les acogieron a todos «de maravilla». Aunque de su mente no se va su esposa, Mari Carmen Menéndez, que falleció en 2012. «Ella, que en paz descanse, trabajó muchísimo en el bar también». No fue su único negocio, también regentó, junto a su hermana, un hostal en la calle Carpio. «Una vez uno me preguntó que cuánto le cobraba por dormir, y yo le dije que podía quedar despierto», cuenta, bromista.

La cara que atendía desde hace treinta años en La Barrina, para una copa o un mítico «Tócamelos» acompañado de vasos de chupito y medio limón, era la de Waldo Valbuena. Fue la inclusión de última hora en el homenaje. El «hostelero de la noche», como le gusta que le llamen, se enteró hace unos días. «A mí es que nunca me han hecho un homenaje, así que me pilla por sorpresa», confiesa. De hecho, tuvieron que lanzar una segunda edición del cartel con su nombre. «Estos homenajes son un poco como que tu mérito es hacerte mayor y haber trabajado para subsistir», cuenta, divertido, y añade que «a lo mejor caíste bien».

La Barrina fue media vida, una oportunidad que le surgió «inesperadamente» y que «aprovechó». «Luego ya me enrollé mucho con la hostelería, yo que nunca fui hostelero hasta entonces». Se tuvo que retirar hace un año y pico por tema de salud, porque si no «seguramente» hubiera seguido. El socio de Oviedo Redondo se siente muy honrado por el homenaje y deja una conclusión: «Esto no va solo de poner copas o tener un negocio, esto es de vivir el barrio con todo».

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