De salvar al mundo a hacerlo más bello: el exjefe de la UCI Francisco Taboada expone una selección de sus obras

El título de la muestra, "Juegos de agua", es un homenaje a la obra musical "La mer", de Debussy

Francisco Taboada, en su estudio de pintura, junto a uno de los cuadros de la exposición.

Francisco Taboada, en su estudio de pintura, junto a uno de los cuadros de la exposición. / Irma Collín

Hay vocaciones que no sé sabe bien de dónde surgen, pero están dentro desde que uno es niño, como si se remontasen a una vida pasada. A veces germinan pronto y otras no, quedándose latentes en el corazón hasta que llega el momento adecuado en que florecen. Ese último es el caso de Francisco Taboada y su pasión por la pintura. El que fuera jefe de servicio de la Unidad de Cuidados Intensivos del HUCA hasta su jubilación, en 2010, tuvo que esperar hasta 2006 para que esa inquietud, que tenía desde la infancia, brotase. Pasó de salvar vidas, de salvar el mundo, a hacerlo más bello con su arte. Ahora, con 18 años de experiencia en lo de los pinceles y el aguarrás, alcanza "la mayoría de edad" y afronta su segunda exposición individual. Será una selección de veinte paisajes acrílicos que colgarán de los muros de El Manglar durante tres semanas, a partir de este viernes. La muestra se titula "Juegos de agua", en homenaje a uno de los movimientos de la obra musical "La mer", del compositor francés Debussy, llamado "Juegos de olas".

A Francisco Taboada, "Paco" para los amigos, le gusta pintar en la intimidad: "Cuando lo haces fuera siempre viene alguien a decirte ‘que se te olvida esto, que mira aquello otro’". Al entrar en su hogar, donde tiene su estudio, la vista se va inevitablemente a la cantidad de cultura que atesora. Especialmente cuadros, y la música que le acompaña cuando blande las brochas. "Vamos por aquí", indica, mientras señala unas escaleras de madera que enfilan a la segunda planta. Allí está su "laboratorio", el del médico que pasó de leer resultados de análisis a analizar cómo mezclar los colores para hacer surgir la magia de sus varitas, abundantes, en forma de pinceles que abarrotan un montón de botes. Lo montó después de que sus tres hijos volasen del nido, entre ellos, la abogada Ana Taboada, exvicealcaldesa de Oviedo.

Su viaje con los pigmentos arranca en su Santiago de Compostela natal, donde a la tierna edad de 10 años las obras de su tío despertaron su curiosidad. Se llamaba Enrique Vidal y era catedrático en la Universidad. "Cuando iba a casa de mis primos aquel olor a pintura me gustaba muchísimo", recuerda, sentado en el sillón de su salón con una expresión de "morriña" en la cara. También vivía encima de la Oficina de Turismo de la ciudad, que organizaba exposiciones varias veces al año. El pequeño Francisco se escapaba, por su cuenta, a curiosear entre los lienzos. "Esas dos cosas me influyeron muchísimo", afirma.

La carrera profesional, la familia, las obligaciones. En resumen, un "yo soy yo y mis circunstancias", que decía Ortega y Gasset, hicieron que la vida pasase y este gusto por las bellas artes quedase aparcado hasta que se apuntó a la Escuela de Artes Plásticas municipal, Taller 3. Allí estuvo un año, iniciándose, para, acto seguido, instruirse durante casi una década con Mauro Álvarez e Iván Quesada. "Iván y su capacidad innata con el pincel me enseñaron muchísimo". En 2019 pasó al atelier de Luis Azón. Allí es donde cree que más crecieron sus habilidades. "Es además un sitio muy agradable, con muy buen ambiente, pone música buena (ríe) y él es un gran pintor". Ahí sigue acudiendo y aprendiendo, encantado de la vida y sin vistas de cambio.

La pandemia fue uno de los momentos más duros, pero más prolíficos para Taboada. También pintar le ayudó "muchísimo" a superar el momento. "Me pasaba las mañanas haciéndolo", relata. Principalmente realizó obras abstractas, en las que reflejó reflexiones personales y diálogo interno.

Y aunque Francisco da rienda suelta a esta pasión ya jubilado, ante la pregunta de que si volviese a vivir elegiría ser pintor, dice que no: "Volvería a ser médico", responde con firmeza. Porque Francisco quisiera volver a salvar el mundo.

Suscríbete para seguir leyendo