Manuel Ovalle | El reportero gráfico más veterano de las televisiones de España; el lunes, a las 19.00 horas, relatará en el Club Prensa Asturiana su trayectoria por 137 países y 15 guerras

"En periodismo no todo vale, no se puede destapar un cadáver y grabarlo con el móvil, como hacen en Ucrania"

"He pasado miedo, pero se me quitaba pensando en que millones de personas iban a ver las atrocidades que se cometen en el mundo"

Manuel Ovalle. | Julián Pérez

Manuel Ovalle. | Julián Pérez / M. J. Iglesias

María José Iglesias

María José Iglesias

Manuel Ovalle Álvarez (Ponferrada, 1955) ha visto de todo y ha estado en los lugares donde la noticia requería su presencia. En 1974 llegó a Televisión Española y hasta 2021 ha vivido con el ojo pegado a la cámara. Ahora relata en "Ovalle, reportero gráfico" casi medio siglo por 135 países, 15 conflictos internacionales y tres golpes de estado, entre ellos, el de Tejero, el 23 de febrero de 1981. Este lunes, a las 19.00 horas, relatará en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA una trayectoria marcada por el tesón y la pasión por la profesión. En 1977 recibió el premio "Ondas" y en 2013 el de la Academia de Televisión y de las Ciencias y Artes del Audiovisual de España. En 2020 recogió el "Ángel Serradilla" de la Asociación de la Prensa de Huelva, el lugar donde el aguerrido reportero ha encontrado la calma. Ovalle también creó el programa "El ojo en la noticia" emitido en el Canal 24h, TVE Internacional y La 2 de TVE.

–En estos 50 años de profesión le habrán dicho mucho eso de que cuando se retirase tendría que contar en un libro todo lo que ha vivido.

–Pues sí, y al final lo he hecho. He recorrido con mi cámara 135 países y 15 conflictos bélicos. Me pareció una buena idea hacer una biografía ("Ovalle, reportero gráfico", editorial Niebla) en la que relato mis vivencias personales y profesionales como observador de la realidad a la periodista onubense Ana Martín. Han sido cuatro años de encuentros presenciales y online.

–¿Lo cuenta todo?

–Desde que llegué a Prado del Rey, en 1974, hasta mis últimos trabajos, en 2021, en Huelva, como reportero gráfico de TVE en Andalucía Occidental. Los 28 capítulos del libro recogen acontecimientos significativos de la historia de España y del mundo desde los años setenta hasta la actualidad y un álbum fotográfico de mi archivo personal. También incluye prólogos de los escritores y periodistas Almudena Ariza, Rosa María Calaf, Fernando González ("Gonzo"), Carlos del Amor y Arturo Pérez-Reverte, personas a las que quiero y admiro muchísimo.

–A usted, que se ha jugado la vida tantas veces, ¿le duele escuchar que el periodismo está en crisis?

–Me duele más que no se trabaje con rigor. A

hora, en teoría, tenemos mas información que nunca. Cada vez hay más medios digitales, televisiones y plataformas en las que lanzar las noticias. También hay más periodistas que ejercen donde pueden. Antes éramos menos, nos conocíamos más y nos respetábamos. Se trabajaba con mayor rigor. Me preocupa que cuestiones como la deontología profesional se descuiden. La información debe ser rigurosa y respetuosa. En periodismo no todo vale. Siempre ha habido medios sensacionalistas, pero ahora las redes cibernéticas lo ponen cada vez más difícil. No se pude destapar un cadáver y grabarlo con el móvil, como se está haciendo en Ucrania.–¿La tecnología no se emplea de la forma adecuada? –Da la sensación de que algunos solo buscan ventas y audiencia. A mí no me sirve que me manden imágenes desde el teléfono los judíos y los palestinos. El periodista tiene que estar en la calle, detrás de la noticia y contando la historia. Ojalá todo esto tuviera vuelta atrás y se hiciesen de nuevo aquellos reportajes in situ, con todo el valor de lo que estás viendo y contando de primera mano. –¿Las guerras se han convertido en un negocio? –Lo último es la corrupción que existe entre los ejércitos. Si quieres ir a Ucrania a grabar cómo han dejado los rusos las trincheras te cobran 2.000 euros. Lo preocupante es que haya medios que paguen.

–¿El más especial de todos los conflictos que ha cubierto?

–La caída de

Gadafi en Libia, en 2011. Nos pasamos semanas esperando en Túnez a que nos dieran visados. Gracias a un contacto conseguí cinco salvoconductos in extremis, cuando Fran Llorente ya nos había enviado la orden de regresar. Al final, nos dejaron pasar al país. Los periodistas no tendríamos que entrar ilegalmente en ningún país, debería estar prohibido. Lo de Libia fue lo peor que he vivido. –¿Y lo que se le ha quedado para siempre en la memoria?–Una imagen del terremoto de Haití de 2010 en la que se ve cómo los cadáveres eran arrojados a una fosa mezclados con escombros. Las imágenes llegaron a la ONU, que tomó medidas con el Gobierno haitiano. Me llena de orgullo saber que aquel trabajo contribuyó a que aquellas víctimas fuesen enterradas con dignidad. Lo digo con humildad. Con una cámara éramos embajadores de lo que ocurría.–Además de reportar información en imágenes, ¿ha sentido la necesidad de implicarse y ayudar a los vulnerables?–Por supuesto. Gracias a nuestras imágenes ha llegado ayuda humanitaria a muchos lugares. En toda mi carrera hice muchos festivales de Cannes, olimpiadas, mundiales de fútbol..., pero no lo cambio por esos lugares en los que el sufrimiento se palpaba en cada esquina. –Si pudiera elegir ahora mismo un destino informativo... –Me iría a Gaza y a Ucrania. Hay que estar con todos y ser neutrales. Recuerdo que a veces entrábamos con un bando y luego cambiábamos las matrículas del coche para ir con los otros. –¿Ha pasado miedo?

Claro, pero se te quita cuando piensas en los millones de personas que van a ver esas atrocidades que se cometen.

–Usted admiraba a Miguel de la Quadra-Salcedo y logró trabajar con él...

–Veía sus programas en Ponferrada, le admiraba, y cuatro años después estaba en Televisión Española, allí me formé. He sido un afortunado, he hecho lo que me gusta y he trabajado con los más grandes.

–¿Ha desconectado alguna vez en todos esos años?

Llegaba a Barajas y lo primero que hacía era desconectar. Pero a mis hijos les enseñaba fotos y les contaba cosas.

Suscríbete para seguir leyendo