José Ramón García: "El naufragio de la fragata ‘Juliana’, en 1848, fue el ‘Titanic’ asturiano"

"El ‘Jovellanos’, primer vapor que recaló en la región, acabó incendiado en 1869 frente a las costas de Almería", explicó el director del Museo Marítimo de Asturias

José Ramón García y Virginia Gil Torrijos, ayer, en el Club Prensa Asturiana. | Irma Collín

José Ramón García y Virginia Gil Torrijos, ayer, en el Club Prensa Asturiana. | Irma Collín / M. J. I.

M. J. I.

"Nunca es pequeña la mar y siempre puede dar sorpresas". José Ramón García, director del Museo Marítimo de Asturias, desgranó ayer en el Club Prensa Asturiana los principales naufragios protagonizados por buques asturianos, dentro del ciclo "Historia y cultura naval y marinera de Asturias" de Tribuna Ciudadana.

El más trágico de los hundimientos se produjo en 1848, cuando la fragata "Juliana", propiedad de armadores avilesinos, en viaje de La Habana a Gijón con carga y pasaje, a dos leguas del puerto gijonés se vio sorprendida por un temporal. "Solo se salvaron cinco de los más de cien tripulantes y pasajeros, fue el ‘Titanic’ asturiano", subrayó José Ramón García.

"De los 352 casos recogidos por García, 268 terminaron en pérdida total del buque. En 50 de ellos hubo víctimas, que en total ascendieron a 450 o 500, cifra aproximada porque de algunos de ellos no se conoce el número de tripulantes", indicó el especialista, natural de Luarca y afincado en Gozón, que durante 43 años fue catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Escuela de Estudios Empresariales de Gijón, dentro de la Universidad de Oviedo. En 1991, José Ramón García se hizo cargo del Museo Marítimo de Asturias, ubicado en Luanco, creado en 1948, el primero de la región. Hoy es el único de sus características en España.

El naufragio más antiguo constatado por José Ramón García data de 1845. "Se trata de la goleta ‘San Juan Bautista’, que viajaba de Gijón a Málaga con carbón, manteca y sardina prensada. "A la altura de Luarca, el mal tiempo la obligó a buscar refugio en el puerto, pero no lo consiguió. Lo intentó más adelante al abrigo del Cabo Peñas y en Luanco, pero tampoco. Finalmente, llegó a Gijón, donde naufragó en la barra", relató.

Otro de los episodios que marcan la historia de la navegación asturiana fue el protagonizado en 1861 por la goleta "Leónides", "un ejemplo de lucha titánica" a juicio de José Ramón García. La embarcación zarpó el 22 de agosto del puerto noruego de Christiansund con bacalao. "El 6 de septiembre se vio obligada a arribar a Lowestoft, en Inglaterra, y no pudo salir hasta el día 18, pero el 20 de nuevo atracó en Dover. Allí permaneció hasta el 3 de octubre, cuando salió rumbo a España. El día 15, con mar gruesa, avista la farola de Peñas, pero no puede llegar a Gijón y tiene que entrar en Avilés. En total, fueron dos meses de navegación", señaló el conferenciante, cuya actividad investigadora ha estado vinculada a las casas de comercio que se fueron especializando en operaciones de banca en el siglo XIX.

"Las bocanas de los puertos de Santander y Gijón se encuentran entre las zonas más peligrosas de la costa Cantábrica. Es normal que las bocanas sean zonas conflictivas porque son las que más tráfico registran", concluyó.

José Ramón García también relató las peripecias del malogrado vapor "Jovellanos", que en 1858 se convirtió en el primer mercante a vapor con bandera española que recaló en Gijón y que marcó el comienzo de la era del vapor en Asturias. El "Jovellanos", llamado así en honor al prócer gijonés que promovió la instrucción náutica y la Marina Mercante, salió en 1857 del astillero británico de Scotts & Co. Aunque el buque lo encargó la firma J & W Peebles, de Glasgow, el astillero lo entregó finalmente a la naviera Alvargonzález, que pagó por él 300.000 pesetas de la época.

En 1862 lo compró la empresa Serapio Acebal y Compañía. El vapor compaginaba el cabotaje peninsular con viajes a La Habana, en los que transportaba carga y pasaje. "El 8 de septiembre de 1869 sufrió un incendio mientras navegaba frente a la costa de Almería. Sus restos quedaron embarrancados en las proximidades de la Torre de Cerrillos, en el municipio de Roquetas", tal como relato José Ramón García.

En Asturias tampoco faltó un caso similar al que cuenta Herman Melville en su novela "Moby Dick", que narra la travesía del barco ballenero "Pequod", comandado por el capitán Ahab, junto a Ismael y el arponero Queequeg, en su persecución de un gran cachalote blanco. "En noviembre de 1867, un buque en travesía de Gijón a Vigo, con vidrio, alquitrán y otros productos, a la altura de Estaca de Bares se encontró con un gran animal de color oscuro, que sin duda era un cachalote".