El corazón de Oviedo se transforma en bodega para acoger una cata ciega

"Siempre me quedo con la primera impresión", dice la sumiller Leticia Álvarez

La sumiller Leticia Álvarez prueba una copa de vino tinto, con su compañero Fernando Vázquez en segundo plano. Miki López / David Cabo

La sumiller Leticia Álvarez prueba una copa de vino tinto, con su compañero Fernando Vázquez en segundo plano. Miki López / David Cabo / Víctor Delgado

Vinos de toda España y del extranjero tomaron ayer el edificio civil más antiguo de Oviedo. La Casa de la Rúa se convirtió durante unas horas en un paraíso para los amantes del vino. Hosteleros y aficionados pudieron descubrir productos de todo tipo, aunque el plato fuerte de la tarde fue una cata por parejas que congregó a 40 participantes. Algunos de ellos eran sumilleres profesionales; otros, solamente aficionados que se animaron a poner a prueba sus conocimientos. Por los paladares de todos ellos pasaron seis vinos de los que tuvieron que adivinar su denominación de origen, su edad o su tipo de uva.

Las parejas de catadores prueban el vino y toman notas durante la competición en el Rúa Quince. | Miki López

Abraham Castellanos, Abel Reu y Diego Díaz celebran un brindis. / Miki López / David Cabo

"¿Español o extranjero?", susurran entre sí algunos de los catadores. Los más expertos abogan por quedarse con la primera impresión. Lo confirman Felipe Ferreiro y Tano Collar, que fueron terceros en el Campeonato de España. "Al final, cuando cambias suele ser cuando fallas", explican. Coincide con ellos la sumiller avilesina Leticia Álvarez, que comparte equipo con Fernando Vázquez. "Siempre me quedo con lo primero que pienso. Somos profesionales pero venimos a jugar y a divertirnos", reconoce tras la cata.

El corazón de Oviedo se transforma en bodega

Las parejas de catadores prueban el vino y toman notas durante la competición en el Rúa Quince. / Miki López / David Cabo

Lalo Méndez, comerciante vinícola y organizador del evento en el espacio Rúa Quince, se mostraba encantado por la acogida de la cita, que organiza cada cierto tiempo y que este año "tenía claro que debía hacerse" con motivo de la capitalidad gastronómica de Oviedo. Tras casi una hora de catas, intercaladas con agua y picos de pan como marca el protocolo, Méndez anunció que se debían entregar los formularios y que la suerte estaba echada. "Alea iacta est", bromeó en latín. Fue entonces el turno del jurado, que se encargó de corregir las respuestas de las 20 parejas sobre los seis vinos.

El gato al agua se lo llevaron Pablo Sampedro, profesor de cata, y Álvaro Blanco, ingeniero industrial, que se coronaron como los mejores del certamen. El segundo premio fue para Juan Jesús Vila y Alejandro Gómez, de la empresa de productos gourmet Coalla. La medalla de bronce fue para los ya mencionados Tano Collada y Felipe Ferreiro, enólogo de El Gaitero y hostelero en el restaurante Rías Baixas de Gijón, respectivamente. El primer premio fue un cheque de 1.500 euros; el segundo, de 500 y el tercero, de 200. Al acto de entrega de premios asistieron el presidente de Otea, José Luis Álvarez Almeida y el concejal de Turismo, Alfredo García Quintana.

También se otorgó una mención especial a Alberto Ruiz y Ricardo Casas, del restaurante Casa Ramón. La actividad vinícola fue una oportunidad para muchos bodegueros para dar a conocer sus productos. Abraham Castellanos, Abel Reu y Diego Díaz fueron de los primeros en llegar en busca de nuevos socios con los que trabajar. Se pararon en el puesto de Robustiano Fariña, que expone sobre todo vinos de las Rías Bajas (Galicia). "Este tipo de catas nos sirven para hacer contacto directo con el consumidor", zanjó el empresario vinícola.

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