El Campo San Francisco, una esmeralda de muchos quilates en el centro de Oviedo

El ciclo del RIDEA sobre el "pulmón verde" de la ciudad se cerró con una visita guiada en torno a sus joyas históricas y botánicas

En el centro, Tomás E. Díaz, dando explicaciones, con Carlos Fernández Llaneza a su espalda.

En el centro, Tomás E. Díaz, dando explicaciones, con Carlos Fernández Llaneza a su espalda. / Irma Collín

El Campo San Francisco atesora joyas que muchos desconocen. Dar a conocer algunas con trabajo de campo, valga la redundancia, fue el fin de la visita guiada que cerró el ciclo de conferencias del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) sobre el parque ovetense. Carlos Fernández Llaneza, portavoz socialista en el Ayuntamiento, y el botánico Tomás E. Díaz, fueron los guías. En el recorrido ambos desgranaron los "quilates", históricos y naturales, que dan peso a esa "esmeralda" que es el "pulmón verde" de Oviedo. O el corazón. "Corazón o pulmón, no sabría decidirme", bromeó Fernández Llaneza en los primeros compases de la visita, que se inició en el quiosco de la música del paseo del Bombé ayer por la mañana.

"Más que jardín, Campo. Si alguien me dice parque ya lo miro raro", fue la reflexión inicial que Llaneza lanzó a los casi sesenta asistentes y que introdujo a Tomás E. Díaz, que abundó en la botánica. ¿Cuántas especies pueblan el Campo? 565, la mayoría herbáceas. De árboles hay 85. ¿Los tres más dominantes? El primero, el castaño de Indias, de Grecia y Turquía, a pesar de su nombre; los plátanos de jardín, del centro oriental de Asia, y el tilo. Los tres extranjeros. Y es que solo un 32% de las especies del Campo son autóctonas. Solo quedan dos ejemplares de carbayón: uno en el Bombé y otro, enfermo, al lado de la fuente del Angelín.

Más datos. El árbol más alto del Campo mide 32,7 metros de altura. Es un plátano de jardín. ¿El más grueso? Otro de la misma especie, en el paseo de los Álamos, con 6,30 metros de perímetro.

"En la Edad Media había un bosque de carbayones, robles auténticos, con fresnos, avellanos y abedules", concretó el reconocido botánico. Esa arboleda se eliminó, en parte, para establecer cultivos y quedó fragmentada.

Díaz reflexionó sobre las últimas talas. "Con cierta razón algunos casos", afirmó, aunque cree que en otros "se confundieron". También alertó de la inclinación y el peso de las ramas de algunos ejemplares, que podrían derivar en desplomes.

Llaneza apeló a los recuerdos. Ya incidió en la ponencia que impartió hace un par de semanas en el RIDEA. Le parecen esenciales, como la niñez. "La infancia es la verdadera patria del hombre", parafraseó al poeta austriaco Rainer Maria Rilke, ya que muchos de los primeros recuerdos de los carbayones están ligados a sus visitas a la zona verde. Barquillos de la mano de los padres, osos, cisnes –"que ya no hay"–, columpios. "Y las clases pirando del instituto", apostilló. "Un día, sin darte cuenta, eres quien lleva a un niño de la mano por aquí".

Los apuntes de Carlos Llaneza también se dedicaron al quiosco de la música, erigido en 1888. La infraestructura fue diseñada por el célebre arquitecto Juan Miguel de la Guardia, natural de Ontaneda (Cantabria), para quien el ponente considera "merecedor de ser hijo adoptivo" de Oviedo. Su repaso histórico se completó con datos sobre el paseo del Bombé, "la Fuentona" y la fuente de las ranas y el monumento a Clarín, entre otros.