Ignasi Bartomeus: "Conservar la naturaleza es como proteger una obra de arte"

"Las especies con menos posibilidades de moverse de donde están van a ser las primeras perdedoras del cambio climático", asegura el ecólogo

Por la izquierda, el científico Ignasi Bartomeus y María Fernández, delegada institucional del CSIC.

Por la izquierda, el científico Ignasi Bartomeus y María Fernández, delegada institucional del CSIC. / Irma Collín

María José Iglesias

María José Iglesias

"Hay que reivindicar la belleza de la naturaleza sin buscarle una funcionalidad;_merece conservarse, sin más, igual que ocurre cuando protegemos una obra de arte que no tiene más razón de existir que la de ser en si misma". Ignasi Bartomeus, investigador de la Estación Biológica de Doñana, ubicada en Sevilla, habló ayer en el Club Prensa Asturiana del complejo sistema ecológico del planea, en el que conviven e interactúan al menos ocho millones de especies.

La charla, enmarcada en el ciclo ¿Qué sabemos de…?, del Consejo General de Investigaciones Científicas (CSIC), fue presentada por María Fernández, delegada del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que destacó la labor divulgadora de Bartomeus, natural de Barcelona, con un curriculum con amplia presencia internacional. 

"Es un error alentar a la protección de la biodiversidad por su funcionalidad, muchas especies amenazadas no la tienen, al menos de modo relevante para la alimentación humana", señaló el investigador que se refirió específicamente a un momento en el que se puso de moda apelar a la importancia polinizadora de las abejas para instar a su conservación. La conferencia fue un continuo intercambio de cuestiones y respuestas planteadas por Bartomeus: ¿Por qué se calcula que hay ocho millones de especies diferentes en el planeta y no solo cien o cien millones? ¿Por qué en el ecuador hay más especies que en los polos? ¿Por qué hay monos en Sudamérica?, fueron algunas de las preguntas que lanzó el investigador.  

"Las especies que menos posibilidad tengan de moverse de donde están van a ser las primeras perdedoras del cambio climático; un ejemplo son los osos polares, que no pueden ir mas al norte, o las plantas y animales que habitan a gran altitud y no pueden pasar de esas cotas", recalcó Bartomeus, que partiendo del legado de Darwing y Wallace recorrió las teorías y modelos de la ecología, "una ciencia muy joven, con apenas 150 años", pero esencial para afrontar los retos actuales relacionados con la pérdida de biodiversidad. "Cada día nos llegan mensajes sobre los beneficios de los alimentos ecológicos; se mide la huella de carbono en nuestros desplazamientos y se alerta sobre el peligro que suponen las especies invasoras; pero la mayoría desconocemos cómo funciona un ecosistema", lamentó.

"El ser humano siempre se ha interesado por la naturaleza. Las pinturas en cuevas representaban manadas de animales y cazadores. Con el inicio de escritura, hace más de 5.000 años, se empleaban frases hechas que explicaban cómo funcionaban los ecosistemas. Aun así nadie se puso a estudiar ecología en serio hasta hace poco más de 150 años", remarcó. Fue en el año 1869 cuando Ernst Haeckel acuñó el término y definió la ecología como el estudio de las interacciones entre los organismos vivos y su ambiente. "Si hubiesen cruzado los leones desde África hasta Australia tal vez ahora no habría canguros; hay barreras geográficas mas o menos difíciles de salvar y funcionan como aliadas de la protección natural", indicó Bartomeus. Además, recalcó que aunque muchas especies se extinguen, "la evolución tiende a crear cada vez mas especies".  

"Vivimos en un mundo capitalista y lo que decimos muchos ecólogos choca frontalmente con un crecimiento ilimitado de la economía. Cuando explicas que ciertas acciones de conservación requieren medidas que frenan ese crecimiento no somos populares", dijo Bartomeus, que estudia ecología de comunidades, sobre todo las interacciones entre plantas y abejas.

Además de la evolución y de las interacciones entre especies, Bartomeus se refirió al factor "suerte", como responsable de hechos como que haya monos en Sudamérica y no en Norteamérica. "Los primates se originaron en África, Europa y Asia y hace más de 35 millones de años, un grupo de antepasados de los monos actuales viajó por el Atlántico en una balsa natural de fango y troncos y llegó a las costas de Sudamérica. Un solo evento, totalmente improbable, generó las 139 especies de primates que existen allí", aseguró.