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PARAÍSO CAPITAL

Fábrica de ilusiones

La necesidad de recuperar el recinto de La Vega para la ciudad

Parece que la ganadora del casting de cadáveres industriales de la ciudad ha sido la Fábrica de Armas de la Vega. Tras un agosto en el que ha sido sede consecutiva de tres programaciones culturales distintas (La Fábrica del Vesu, concentrada en la música indie; Cafca, destinada al público familiar; Link Fest, dedicado a la creación artística de vanguardia tecnológica), este equipamiento ha tomado ventaja sobre otros que también han caducado en su uso original, como la fábrica de gas o el antiguo hospital.

Fui vecino de la Fábrica de Armas durante diez años. Nunca le di muchas vueltas al tema de su nombre. Sí, sabía que era un complejo industrial. Estaba claro que tenía que ver con el ejército. Pero el conjunto de palabras "fábrica de armas" parecía desactivarse en mi cerebro pacifista. Ahí estaban los muros, se adivinaba un castillete, me admiraba la fila de chalets, miraba de reojo el control militar que guardaba la puerta. En ese punto terminaba mi interés.

La razón para llamarse así era tan sencilla como literal. Dentro se fabricaban armas y municiones. Esa actividad cesó en 2012 dejando dentro una infraestructura con una superficie de ciento veinte mil metros cuadrados. Viviendas, naves, zonas verdes, una escuela de aprendices, economato, botiquín e incluso una capilla medieval dedicada a Santa Bárbara, la de los truenos, que es herencia del centenario monasterio sobre el que se construyó todo este universo. Una especie de pueblo que se acomodó dentro de la ciudad como un parásito benigno, extendiéndose extramuros con colonias de viviendas como la del Marqués de San Feliz, que son esos chaletinos pareados tan guapos que hay junto a la Cruz Roja.

La fábrica, ya desactivada como industria, sigue perteneciendo al Ministerio de Defensa. Poco a poco éste ha ido perdiendo recelos a la hora de abrir puertas y ceder espacios para uso ciudadano. Primero fueron algunas visitas guiadas sobre su historia y arquitectura. Después, las primeras intervenciones artísticas con motivo de Las Noches Blancas. Sentados esos precedentes, el interés ciudadano por lo que escondía su misteriosa muralla no ha cesado. Cada vez que se ha programado algo, las redes sociales han echado humo con fotografías desde todos sus perfiles posibles. El espaldarazo definitivo, cuando la mayoría de los carbayones empezaron a valorarlo como propio, fue cuando se usó como sede del ciclo de cine dedicado a Scorsese con motivo de los Premios Princesa de 2018. También el anuncio de la Fundación de seguir utilizándolo. Este mismo año incluido.

El éxito de los mini ciclos de este verano ha provocado la sorprendente declaración de intenciones de nuestro alcalde de sentarse en Madrid y conseguir pronto la cesión del espacio, de incorporarlo a las infraestructuras de la ciudad. Es derecho de uso que los ovetenses están ganándose paso a paso para evitar que se pierda otro trozo de nuestra historia. Una noticia excelente, ya que para lo bueno y lo no tan bueno, Canteli ha demostrado ser una persona tenaz con voluntad de hierro. Confío en que la expresión "cochambre", que ha utilizado públicamente, sea simplemente parte de su estrategia de negociación. Es fundamental restaurarlo con toda su belleza industrial para que tenga verdadero valor.

Cuando esto ocurra por fin, esperemos que no se considere el final de una batalla ganada, sino el comienzo de una gran aventura.

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