A todos los que amamos los libros, el fallecimiento de Conchita Quirós nos ha causado una profunda tristeza porque siempre hemos valorado a quien, como era su caso, ha dedicado su vida a la difusión de los libros y de la cultura. Más que un negocio de compraventa de libros, su concepción de lo que debía ser una librería iba mucho allá. Consideraba que una librería debía de ser un centro de difusión de conocimiento, del saber, de toda la riqueza y sensibilidad y humanismo que recogen y guardan las páginas de los libros de sus estanterías.

Esa concepción de su misión como librera hizo de su establecimiento una verdadera institución cultural no sólo en Oviedo, sino en toda Asturias y en cierta medida en toda España.

Uno asistía en su librería a la presentación de los últimos libros que se publicaban no sólo en la región, sino en el resto de España. Y allí podía también conocer a sus autores y conversar con ellos de todo lo divino y lo humano. Del mismo modo que también se desarrollaban, sin que hubiera libro de por medio, conversaciones o actos culturales con destacados autores de fama nacional e internacional en los que aquéllos exponían el fundamento, planteamientos y contenido de su obra literaria o intelectual.

Pero también su establecimiento organizó, alentó y convocó premios literarios o de contenido humanístico para estimular la producción literaria y cultural de la región. A la vez que siempre su librería apoyó y promocionó con generosidad los libros y los autores que se lo pedían.

La mayoría de los que hemos tenido alguna actividad cultural en nuestra región, fuese ésta importante o humilde como es mi caso, hemos sido siempre recibidos con los brazos abiertos y el apoyo sincero por parte de nuestra librera. En su local, por ejemplo, presenté mi tesis doctoral, se difundieron algunos de los libros que he publicado y asistí a la presentación de los de otros colegas y compañeros. Y todos siempre hemos sentido el calor y el apoyo con que nos trataba Conchita y librería.

Desgraciadamente, ahora cuando esa clase de librerías y de libreros están en franca retirada con el apogeo de la distribución de los libros por los grandes centros de distribución y venta de libros y los procedimientos telemáticos, muchos añoramos las clásicas librerías en las que los empleados conocen y comentan los libros que venden y son a la vez establecimientos, como era el caso del que regentaba nuestra recién fallecida librera, auténticos difusores y creadores de cultura.