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Jaime Martínez, homenaje y recuerdo en bronce

Sobre el añorado neumólogo ovetense

Cualquiera de nosotros, en tantos momentos de la vida, tenemos la suerte de cruzarnos con ese tipo de personas que te fascinan, te enganchan, incluso despiertan en ti tantas pasiones olvidadas. Yo he tenido esa suerte muchas veces, pero de manera especial cuando me crucé con un hombre desgarbado, sabio, pausado, desbordante de pasiones, y sobre todo humano, demasiado humano, como decía el filósofo. Y lo mejor de todo, no fue un simple encuentro de apretones de manos y cordiales palabras, me enganchó de la solapa del corazón y me metió de lleno en sus pasiones, entregas y batallas soñadoras. Por eso hoy me gustaría cantar un «gracias a la vida que me ha dado tanto», a mí y a todos los ovetenses sin distinción, gracias por regalarnos a nuestro recordado Jaime, a quien hace unos días gentes muy distintas y distantes le rendíamos un homenaje al inaugurar y bendecir su busto, inmortalizado en bronce por Manolo Linares, a la entrada del nuevo HUCA.

Imagino que todos los ovetenses, seamos de la condición que seamos, recordamos algunos de los detalles de su vida; al médico sabio, al enamorado de la ópera, al luchador del rugby, al hombre de familia, al caballero andante de cualquier contienda necesaria. Es por ello, lleno de agradecimiento, y recordando unas palabras escritas hace dos años, una especie de manifiesto sobre la gente que me gusta, quisiera compartirlas poniendo el rostro de Jaime, para que nos sirvan de referente a todos los que vagabundeamos por las entrañables calles de nuestra ciudad.

Aquellas palabras decían y siguen diciendo hoy en este recuerdo: Me gusta la gente que tiene personalidad, la que de su cabeza nos regala aquello que nace en su corazón.

Me gusta la gente trabajadora e infatigable. Me gusta la gente que piensa y medita, y no tiene miedo a las responsabilidades. La gente que te valora con mirada limpia. La gente de palabras amables y mirada honesta.

Me gusta la gente sincera y de palabra. La gente fiel, amiga y amigable, la que te mira sin dobleces, la que te dice blanco y no piensa lo contrario. Me gusta la gente inteligente y con buen criterio, capaz de reconocer que se equivoca o que no lo sabe todo. La gente que acepta sus errores y fracasos. Que no le importa manchar sus manos o romper sus convicciones si te descubre honesto.

Me gusta la gente que agradece la vida, que vive cada hora dando lo mejor de sí, que regala sonrisas, ofrece sus manos sin esperar nada a cambio. La gente que posee sentido de una verdad amable. La gente que antes de hablar sopesa las razones y las consecuencias. La gente que no grita condenas, sino que aporta soluciones o regala gestos cordiales.

Me gusta la gente que por encima de todo es familia y la vive entregado. La gente cuya identidad son los rostros que llenan su vida. La gente que nunca deja de ser el niño que fue. La gente que contagia siempre lo mejor que atesora su vida y no esparce inmundicias.

La gente buena, de respeto y con valores, alegre, humilde, feliz, de confianza, esperanza, agradecimiento y sabiduría, con sueños, capaz de amar y de creer. Todo eso, y más, es lo que nuestros corazones quisieron cantar hace unos días en el recuerdo de Jaime Martínez.

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