Opinión | Con vistas al Naranco

Néstor, ¿qué Néstor?

"Soy ese hombre que veis por la calle", dice Luis Martín-Santos en su obra "Narrativa Breve"

No sé exactamente de qué le han homenajeado en mi Colegio, el Colegio de Abogados, solo que sus comics son ingenio que tanto se valora en nuestra antigua común profesión. Antes de cruzarnos togados, buscamos imbuirnos de otras disciplinas, él de ingeniería tal Salvador de Madariaga o Juan Benet, yo de economista. Coincidimos en la maravillosa neutralidad de la plaza de la Catedral, las clases veraniegas del eminente Manolo Huergo, donde yo pretendía sapiencia para lo que se llamaba Matemáticas-2, o matemática moderna, pendiente todavía si quisiera licenciarme. Siempre supe, tal decía Johan Cruyff, que "la suerte no existe" pero sí la teoría de juegos. También pudimos vernos en el negocio de su familia, la desaparecida, si bien aún humeante, Casa Modesta, lindera muralla, más Historia y pátina que el Carbayón, de la que hay lámina genial de Jaime Herrero, difundida, sin color, en el librito cumbre ovetensista de Evaristo Arce. Aunque tampoco deja de ser probable que coincidiéramos, Narcea arriba, cortejando a nuestras mujeres, canguesinas, la suya, la magnífica procuradora Pilar Oria, muy estimada en mi familia. Sea como fuere, he seguido sus comics de conmovedora ternura, largas faces a lo Greco, parlanchinas sentencias que devoran cuellos, contrahechuras, pelo pincho, generosas entradas, deambulaciones y saberes del hombre corriente que definía Martín-Santos en obra para la que rogó, en el Astoria/Uría, consejo a Juan Benet, ovetense circunstancial antes de vivir el Porma/Región, espacios evaporados de nostalgias carbayonas. Los personajillos de Néstor hacen meditar a lo Goddard, finalizando escapadas. Néstor halló la fusión de fondo y forma tan abruptamente eternizadas en ángulo recto para los escribidores sin recurrir a sesudos giros estructuralistas sino a pura sencillez. La dirección general del Libro ha añadido ahora en copulativa al cómic. En los humanoides de Néstor revolotea una ausencia, que igual me sobreviene con Neto y Rogelio Román, el amistoso reproche a no elevarlos, o rebajarlos, a personalidades topadizas que entrarían con galones de referencia periódica en los mundos reales u oníricos, que son sinónimos, de Alfonso Iglesias, Quino, Hergé, Disney, Escobar, Ibáñez, Gila, Summers, Peridis, Goico Aguirre, Sampé, Mingote, Fraguas, Chumy, Falo, Goscinny y Uderzo...dando quizá réplica anfitriona a la Mafalda francisca, inaccesible a devaneos y gustos mayoritarios pero no, ¡oh, sorpresa happening!, al emérito Colegio de Abogados, que ha acertado con Néstor y sus pares. Nunca agradecí lo bastante que Néstor hiciese el honor de introducirme dos veces en su polivalencia de lápiz y televisión. Una con la vuelta ciclista en el Naranco y la segunda rescatando para Asturias al pintor Luis Fernández. Néstor es título a la vez de las Ilíada/Odisea y del Colegio de Abogados de Oviedo.

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