La confianza, por supuesto, también cuenta. Cuando atravesaba su racha de imbatibilidad (12 partidos sin perder), el Oviedo tenía la valiosa habilidad de convertir en gol cualquier mínima ocasión cerca del área rival. Ahora, la situación es la contraria. Cosas de las "tendencias" y las "dinámicas" que suelen argumentar los entrenadores para salir del paso. Sin embargo, quedarse con el mero elemento emocional parece insuficiente. El Oviedo ha perdido chispa en las últimas semanas; su propuesta ya no es tan alegre como a mitad de campaña. El juego de posesión que quiere imponer Generelo se transforma muchas veces en un dominio estéril y previsible en el que el rival se siente cómodo, sin recibir rasguños. La clasificación se aprieta en la recta de meta y a los azules les ha llegado su crisis de identidad, por varios factores, en el peor momento posible.

En busca de un once. Con Egea todo parecía previsible. Lo que en su momento se entendía como una crítica (era relativamente sencillo acertar once y cambios) ahora se ve como una virtud añorada. Desde la llegada de Generelo el equipo ha sufrido variaciones constantes en el once. Vaya en su descarga que en muchas ocasiones los cambios han sido obligados por lesiones. Pero otros detalles vienen de la mano del entrenador. Erice fue suplente en Alcorcón para hacerse indiscutible después. Hervías superó en una semana a Valle en el sprint por la titularidad pero después desapareció. Bedia ha tenido apariciones esporádicas sin continuidad. El 4-2-3-1 fue abrazado por Generelo coincidiendo con la ausencia de Koné para regresar después al 4-4-2.

Plan B sin efectos. El técnico parte de una idea inicial (intentar ser protagonista con la pelota) pero en muchas ocasiones no ha dudado a la hora de hacer cambios drásticos. Contra el Huesca se vio el mejor ejemplo. Cuando el equipo perdía 0-1, el técnico optó por acumular tres delanteros e intentarlo con juego directo. El equipo gozó de alguna ocasión pero pareció más por insistencia que porque el plan saliera según lo previsto. Ante el Llagostera también arriesgó: defensa de tres y más centrocampistas para asociarse. El dominio ya era claro antes del cambio de sistema pero se acentuó con los cambios. Sin embargo, convirtió a la defensa en más vulnerable. Se comprobó en el segundo local.

Sorprendente sequía ofensiva. Los números no engañan. Con Generelo, el Oviedo ha hecho seis goles en ocho partidos (también ha recibido 6). De esas seis dianas, la mitad las logró en la victoria 3-0 ante la Ponfe, en el que fue el encuentro más completo con el nuevo entrenador. La sequía se ha acentuado en el último mes: un gol en cuatro partidos. Ante el Llagostera, el equipo hizo méritos para anotar en la segunda parte. Toché disfrutó de un rechace nítido, Bedia estrelló una falta en el travesaño y Koné gozó de un par de remates. No hubo fortuna. En otros encuentros, sin embargo, al equipo le ha faltado colmillo. En los ocho partidos dirigidos por Generelo, los azules solo chutaron entre palos más veces que el rival en dos ocasiones: ante la Ponfe y en Palamós.

Cuestión de estilos. Generelo concede una importancia máxima al conocimiento del rival. Lo repite en cada intervención, como si fuera una línea divisoria con la filosofía de Egea, que se centraba en las virtudes del Oviedo antes que diseccionar al contrario. Pero en muchas ocasiones ese estudio no ha tenido una traducción práctica. Las derrotas han llegado ante versiones muy reconocibles del rival de turno. El Alcorcón aprovechó su intensidad y calidad arriba, el Bilbao Athletic el talento de sus centrocampistas, el Huesca el orden y las contras y el Llagostera las segundas jugadas. En la derrota ante el conjunto oscense, Generelo reconoció que "no fuimos capaces de imponer nuestro juego y eso es responsabilidad mía". Ante el Llagostera, sin embargo, aseguró que "se encontraron un gol en una jugada en la que sabíamos que eran fuertes". En este caso, el estudio del rival fue insuficiente. Alsina, técnico visitante, ofreció una lectura muy diferente: "Creo que les hemos sorprendido de inicio". La conclusión es que el estudio del rival no está siendo la fórmula más exitosa. El conocimiento del contrario es un complemento que debe tener como base una argumentación sólida propia, algo que el Oviedo aún está buscando.

Olvidarse del ascenso directo. Desde el cambio en la dirección, en México se tienen las cosas claras. "El objetivo es el ascenso", se encargó de señalar Arturo Elías, ambición siempre presente, Generelo y la plantilla no olvidan la meta pero quieren que el camino no esté condicionado por la ansiedad, que solo se piense en lo que sucederá la próxima semana. Pero todo el mundo mira a la tabla, aunque sea de reojo. Influye en el ánimo general (también en el de los jugadores) la distancia con el segundo puesto, del Alavés tras su victoria de ayer, que tras la dinámica negativa de las últimas semanas, ya está a seis puntos (con el gol average a favor de los vitorianos). Aunque el discurso siga apuntando al "partido a partido" la realidad dice que lucharán en las cinco jornadas que quedan por el play-off. Generelo ya ha dejado entrever que los azules deben agarrarse al camino largo: "Si no se puede ascender directos lucharemos por hacerlo desde el play-off".