La crisis de resultados que atraviesa el Oviedo, cuatro derrotas en las últimas cinco jornadas, alteró ayer contra todo pronóstico las costumbres habituales en El Requexón. Nadie se esperaba, por inédito, que en el primero entrenamiento de la semana el protagonista en la sala de prensa fuera Fernando Hierro. El técnico, de hecho, suele ser el último en hablar antes de los partidos, al final de la semana, casi siempre los viernes. Ayer no. Ayer el malagueño llegó por la mañana y le dijo a la jefa de prensa que quería salir a dar explicaciones públicas. Nadie en el club, dijo, se lo pidió. Así que las dio. Las dio tras reunirse en privado con los jugadores durante 50 minutos y 39 horas después de haber comparecido en el Pizjuán por la derrota ante el Sevilla Atlético (5-3).

Esta vez, en su rueda de prensa más larga (casi 20 minutos) en lo que va de temporada, Hierro no se fue al partido concreto sino que tocó con perspectiva la situación azul. Fue, esencialmente, una llamada a la calma y a la tranquilidad en el momento más difícil del equipo, un mensaje autocrítico e integrador, de esfuerzo y de unidad. Fue, o eso pareció, una forma de dar la cara, de compartir el dolor con la afición, quizá de apaciguar un poco el fuego ahora que vienen dos duelos en el Tartiere, de transmitir, al final, que el entrenador asume la responsabilidad y de que de ésta se sale con "un paso adelante" de todos. Fue también una mirada al futuro porque el técnico insistió, una y otra vez, al principio y al final, que había que "cerrar las heridas del pasado", que lo que ocurrió la temporada pasada (la caída de Egea y el derrumbe final del equipo) no tiene solución y "ya pasó".

"Si queremos ser un equipo de verdad no podemos estar continuamente pendientes del pasado", dijo Hierro, que afirmó que nota esta mirada atrás sobre todo en "el entorno", las "redes sociales" y "los medios". "A nosotros no nos puede afectar lo que pasó el año pasado y para eso se necesitan líderes naturales, gente que acepte su responsabilidad hayan nacido en la calle Uría o en Murcia, sean capitanes o no", señaló. "La herida tiene que cicatrizar, ya está bien de hablar del pasado. Para limpiar tenemos que borrarlo. El pasado está para aprender, coger experiencia. Pero ahora es un proyecto nuevo, un entrenador nuevo, un equipo nuevo", indicó.

Hierro repitió el mensaje de pasar página insistentemente y, cuestionado por si se pudiera interpretar como que había futbolistas que se escondían en el vestuario, el técnico lo negó: "No tiene nada que ver con eso. Ya pasó. Necesitamos 11 capitanes en el campo, 23 capitanes en la plantilla. Entiendo los equipos así".

Antes de todo eso, el técnico asumió la responsabilidad de la mala situación del equipo. Fue lo primero que dijo. El entrenador, en esto, no suele escurrir el bulto y, en fracasos sonados, siempre se pone por delante. Lo hizo en Huesca, en Alcorcón, en Sevilla. "Estoy aquí", explicó al comenzar, "porque soy el entrenador, el máximo responsable de los resultados. Y también para decir que estamos a tiempo de reaccionar, de cambiar la dinámica. Entendemos que la afición tenga dolor. Pero nosotros somos los protagonistas y estamos tan, tan, tan dolidos como ellos . Hay que tener calma y tranquilidad", dijo.

El preparador no detalló la receta que maneja para revertir la situación, porque seguramente no haya una receta única para el éxito en un mundo tan cambiante como el fútbol, pero sí prometió lo que puede prometer: esfuerzo, dedicación, trabajo. "No me voy a cansar de matarme para sacar este proyecto adelante", dijo, pero aquí hizo partícipes también a los jugadores, responsables como él. "Esto es una cuestión de todos, de sumar todos, no echar balones fuera. Estamos para unirnos y así tenemos mucha más fuerza", dijo Hierro, que habló de la necesidad de que "la gente mayor" del vestuario, la que "lleva años en el proyecto y estuvo el año pasado", dé "un paso hacia adelante".

El técnico achaca a un problema de "carácter" la mala imagen del Oviedo porque "hay formas y formas de perder y no podemos ser un día un equipo y otro día otro". Y cree que las soluciones "están en todos los sitios", desde el sistema de juego, hasta las alineaciones pasando por el propio mercado invernal. "Que se quede todo el mundo tranquilo, lo vamos a intentar con todas nuestras fuerzas. Si este grupo está fuerte, cohesionado, tira para adelante".

El malagueño aseguró que no le preocupa el ambiente del Carlos Tartiere el sábado porque, dijo, "esta afición tiene una cosa: en la adversidad te ayuda, está contigo", pero reconoció que "es nuestra responsabilidad que el sábado vea desde el primer minuto un equipo metido, enchufado, que da el cien por cien".

Hierro dejó claro que no se planteó renunciar al cargo. "Me siento con la misma fuerza del primer día y no he tenido ningún síntoma" de no estar respaldado por del club. "Desde que llegué he trabajado con libertad y tranquilidad", reconoció, aunque afirmó "entender perfectamente que el dueño tenga preocupación" por la marcha del equipo, "es lógico y normal". "Tenemos unos propietarios (Carso) fantásticos, un grupo que ha dado solvencia económica, tranquilidad y estabilidad", dijo. Y terminó: "Sé lo que le duele el club a mucha gente y si vine aquí es porque este reto me gustaba. Vine muchas veces al Tartiere, sabía lo que era este equipo".