Hace unos años, no muchos, los entrenadores que pasaban por Oviedo coincidían en una queja. Todos llegaban a la misma conclusión pasado un tiempo: Decían que en Oviedo se hablaba de todos menos de fútbol. Eran los tiempos de Alberto González, con penurias económicas, impagos, fractura social, ansiedad y descontento generalizado. Muchas de las preguntas en la sala de prensa iban dirigidas a elementos al margen del terreno de juego, de ahí los lamentos. Desde la llegada de Carso, y el ascenso, la pelota ha vuelto al primer plano. En Oviedo se habla de muchos temas, es una plaza especial, pero el debate futbolístico suele situarse en el centro. Esta temporada, uno de los asuntos con más tirón es el de los diferentes sistemas usados por Fernando Hierro. Las opciones de su libreta. "Ya os leído esta semana cómo habéis tirado con el cambio de sistema?", comenta el malagueño con una media sonrisa. Lo dice con un tono suave pero da la impresión de que el debate en torno al sistema le incomoda.

Tras la primera contestación, el entrenador entra en materia. "En el fútbol todo se reduce a ganar o perder. Si ganas con un 4-4-2, la gente dirá que está bien. Si pierdes con el mismo sistema, se diría que no tengo variantes tácticas ni alternativas. Si ganas, cualquier sistema es bueno", defiende el técnico que se apoya en una reflexión ya escuchada en la sala de prensa en anteriores ocasiones: "Yo no creo en los sistemas, sino en la personalidad del equipo, en un análisis global. Ya hemos jugado con una línea de tres atrás, con cuatro, con dos pivotes, con tres? Si ganas, la gente aplaude porque tienes variedad, pero si pierdes es que no tienes claro el sistema".

Expuesto su argumento, se le pregunta a Hierro por su valoración personal, al margen de la crítica externa, del dibujo con tres centrales que ha usado las dos últimas semanas. "Cuando un entrenador cambia el sistema hay que pensar que hay lesiones, sanciones, que el técnico tiene feeling y que es el que mejor conoce a los futbolistas. Busca otras virtudes. Cuando meto tres atrás es porque entiendo que Varela y Diegui pueden darme poder ofensivo. La línea de tres centrales ya la entrenamos en pretemporada y la usamos en el partido ante el Deportivo. Tenemos futbolistas que se pueden adaptar a ese dibujo", analiza. "En Miranda contamos con dos centrales lesionados, así que el entrenador y su cuerpo técnico tendrán que darle una vuelta", matiza. Y corona su explicación: "Ya lo dije el primer día: no soy de sistemas. El resultado es el que lo marca todo".

Hierro esconde sus cartas en una semana en la que los entrenamientos abiertos al público han mostrado algunos ensayos con una línea de cuatro hombres atrás. Anduva podría significar el regreso al 4-4-2 con el que intentar romper el maleficio fuera de casa. El entrenador mantiene su optimismo de las últimas semanas. Cree que esta puede ser la ocasión perfecta. "Tenemos que dar un paso adelante fuera de casa. El Mirandés no puede tener más urgencia que nosotros, debemos igualarlos en intensidad, ritmo e ilusión. Nadie nos puede ganar en eso", señala. "Miranda no es un desplazamiento fácil, tendrán gente animándoles pero nosotros tenemos una motivación extra por toda la afición del Oviedo que viajará con nosotros. Quiero que los seguidores vean un equipo que se deja el alma", añade antes de pronunciar una frase con tirón publicitario: "Quiero que Anduva se convierta en nuestro Tartiere".

Superado el debate sobre el sistema y tras apelar al elemento emocional, a Hierro se le solicita un análisis del Mirandés, de sus fortalezas. "Tiene un sistema que es difícil de contrarrestar", inicia su análisis, sorprendentemente, hablando precisamente del dibujo, "llevan tiempo con ese sistema y son un equipo alegre y fuerte. Llegan con gente al remate y se les ve con más confianza en los últimos partidos".