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El despiste de Anquela

La defensa de cinco le da al Oviedo ese plus de mordiente que muchas veces necesita el partido

El despiste de Anquela

Anquela anda jugando al despiste, además de con fuego. Tanto con los aficionados, los medios y hasta con sus propios jugadores. Cito palabras textuales del jienense: "Tengo clarísimo cómo vamos a jugar ante el Rayo Majadahonda, pero aún no se lo he dicho a mis jugadores". ¿Es un secreto? ¿A qué llevan entrenando entonces toda la semana? ¿Qué clase de partido han estado preparando? ¿Lo han dejado todo para el último día? Pues estamos apañados. Encima, los últimos resultados de los de la acomodada localidad madrileña no hacen presagiar nada bueno, que somos el Oviedo y ya sabemos cómo suelen acabar estas historias.

La principal duda es si Anquela dará continuidad a la defensa de cinco. Curiosamente, el esquema más ofensivo que tiene en su libreta el entrenador. O si volverá a su planteamiento inicial de cuatro defensas, arropado con un trivote en el medio y tres arriba. Paradójicamente, la idea con la que el de Jaén arrancó la temporada hasta que los malos resultados le hicieron rectificar. Otra vez. ¿Les recuerda esta película a la del año pasado? Aunque se nos prometió que este año los actores eran mejores ¿Puro marketing?

Ahora, si al Wanda viaja el Oviedo que muerde al rival en cada salida de balón, el que asfixia a los defensas hasta encontrar el error y el que se deja el alma en cada jugada, no habrá nada de qué preocuparse. Pero si al prao del enorme estadio madrileño salta ese conjunto pasota y sin alma que ya hemos visto esta temporada no habrá nada que hacer por mucho que Anquela quiera jugar al despiste con todo el mundo. Incluidos sus propios jugadores. Es sorprendente, pero esa defensa de cinco le da al Oviedo ese plus de mordiente que muchas veces necesita el partido.

Le permite que los de atrás estén más arropadinos y que se tapen las carencias de algunos, y que jugadores como Diegui vuelvan a ser imprevisibles y un tormento para los defensores rivales. Todo un éxito, pero peligroso, porque el equipo acaba acomodándose y perdiendo personalidad según pasan los partidos.

El Oviedo, encima, llega mermado por las bajas a las afueras de Madrid. Pero no se esperen grandes aportaciones de la cantera al once inicial, salvo que el entrenador opte por la defensa de cinco lo que le obligaría a volver echar mano de Javi Hernández. El resto de los del Vetusta tendrán que seguir el partido desde el banquillo, con pocas opciones de salir al césped a no ser que ocurra una catástrofe. Pese a que muchos cuando han tenido la oportunidad han demostrado de sobra tener dotes para, como mínimo, no desentonar y aportar cosas diferentes. Pero no. Hoy tendrán que jugar algunos de los recambios que no sirven de revulsivo cuando el partido se pone cuesta arriba. Pero es que el bueno está de viaje.

Anquela habla también de tener la suerte necesaria para sacar adelante el encuentro. Cuando la suerte, por mucho que se empeñe, no existe. Lo que existe es el trabajo que ayuda a formar un equipo competitivo, que no tenga fisuras atrás y que sea capaz de generar ocasiones arriba para los que tienen que meterla la metan. No hay más. El fútbol es de una sencillez extremadamente complicada.

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