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El Oviedo se lo cree

La primera remontada del curso confirma el gran momento de un equipo convencido de su propuesta | Los azules, 41% de la posesión en Zaragoza, están más cómodos cuando el rival tiene la pelota

Carlos Hernández, Tejera y Christian, con Femenías al fondo, celebran el triunfo en La Romareda. LOF

No fue el juego vistoso de rápidas transiciones de Las Palmas, ni la presión perfectamente coordinada vista ante el Castellón. La de Zaragoza fue el triunfo de saber manejar los momentos. Ese aspecto que los entrenadores suelen incidir, ese sabe sufrir en los momentos de debilidad y ser capaz de aprovechar cuando el viento sopla a favor. Porque el Oviedo conquistó en La Romareda el triunfo de la confirmación, el que eleva a tres los triunfos consecutivos y permite, aunque sea de forma disimulada, empezar a mirar los seis primeros puestos de la tabla.

Más remate que posesión. Aunque en Zaragoza se ganó de una forma diferente, sí hay algunos puntos en común con las dos jornadas anteriores de éxitos. La alineación, por ejemplo, fue la misma que ante el Castellón. Ziganda, que siempre está dispuesto a añadir matices, prefirió en esta ocasión plantar los mismos once nombres que la semana anterior. Aunque la propuesta cambió en algunos aspectos.

Porque el equipo no salió a morder tan arriba como ante el Castellón. Quizás prefirió Ziganda esperar a ver la propuesta maña, difícil de prever tras el relevo en el banquillo. El caso es que, aunque con un par de pasos más atrás, el Oviedo también le dio protagonismo al rival, la tónica de las últimas semanas,

Edgar, ante el Zaragoza. | LOF

En Las Palmas, el equipo de Ziganda solo tuvo el balón el 36,2% del tiempo. Suficiente para estar cerca de golear. Contra el Castellón, los azules disfrutaron del 41,5% de la posesión. Motivo de sobra para anotar 4. Y en Zaragoza, el índice fue similar: 40,8%. Con el 42,7% de la posesión en lo que va de temporada, los azules son el segundo equipo que menos disfruta de la pelota en la categoría.

El sistema, un hallazgo. Cuando se encaraba la temporada, el 4-4-2 parecía el esqueleto sobre el que Ziganda construiría su equipo. De ahí su insistencia en la llegada de delanteros, quería jugar con dos de inicio. El técnico respiró aliviado con el fichaje de Leschuk y el paso del tiempo, y su integración total, le abrieron la puerta a nuevas ideas. El Tiburón como único 9 y una bulliciosa línea de medias puntas oliendo los espacios. Nahuel ha encontrado su puesto en la media punta. Además del talento, juega con un criterio sorprendente. Borja se ha repuesto de un inicio de dudas en la izquierda, donde los defensas conceden medio segundo más para pensar. Y Sangalli es un seguro, siempre cumple. Le da igual sistema o circunstancias.

El rendimiento al alza de los tres medias puntas ha sido clave para que el Oviedo haya reaccionado. Y lo hace además, con un estilo atractivo, mezcla de velocidad y talento.

El premio del Tiburón. Pocos goles tuvieron un protagonista tan merecido como el de la victoria en La Romareda. Blanco Lechuk, tipo querido en el vestuario, había coleccionado halagos desde su llegada con una única espinita: no había estrenado su cuenta anotadora. Lo hizo en Zaragoza, escenario de postín, con un remate de nueve, de hombre de área, algo que parece secundario en su arsenal de movimientos. El tanto refrenda un trabajo excelso, capacidad de pelea y lectura idónea del juego, y le libera de cualquier síntoma de presión añadida.

Carlos es el nuevo jefe. El caso de Carlos Hernández es el del zaguero que siempre empieza con dos compañeros por delante pero acaba sacando la cabeza. Lo está demostrando otra vez. Arribas y Grippo partían con la vitola de titulares y la apuesta en el mejor momento es ahora por Carlos y Christian. El jienense está mostrando uno de sus mejores niveles desde que llegó al Oviedo. Fuerte como de costumbre en el cuerpo a cuerpo y más rápido al corte que en su versión habitual. Un baluarte atrás. La defensa sigue siendo el primer mandamiento para Ziganda y Carlos es hoy por hoy el mejor exponente.

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