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Poladura I, el central del Oviedo que era “como un atleta”

El zaguero azul, que falleció ayer a los 79 años de edad, defendió la camiseta carbayona durante cuatro temporadas

la quinta de pola. En la imagen, una formación del Oviedo de la temporada 1968-69, en Segunda División. De pie, por la izquierda: Lombardía, Rodríguez, Poladura, Juan Manuel, Chuso y Sicilia. Agachados, en el mismo orden: Toñín, Gento, Sistiaga, Enrique Galán, Prieto y Uría.

Adiós a Pola. El exfutbolista del Oviedo José Manuel García-Poladura Areces (Oviedo, 1941) falleció la pasada madrugada en la capital asturiana. Tenía 79 años y en los últimos tiempos atravesó varios problemas de salud. Poladura fue un defensa central que jugó en el Oviedo durante cuatro temporadas (1967-1971), todas ellas en Segunda División. Deportivamente se le conoció como Poladura I porque su hermano, Miguel Ángel, también fue futbolista del Oviedo (Poladura II). Sus excompañeros le apodaban cariñosamente Pola.

Poladura se desempeñó toda su carrera como central y destacó por su velocidad. No es casualidad: empezó como atleta. Antes de dedicarse a la pelota destacó en salto de longitud y en los 100 metros lisos en el colegio Loyola, donde estudió. Fue campeón de España en edad escolar y, con una marca de 6,64 metros, estableció el récord europeo de la categoría por aquel entonces. “No era muy técnico, pero tenía una velocidad espectacular. Guardando las distancias era parecido a Marcelo Campanal. No era muy alto ni muy fuerte, pero tenía pura fibra que le hacía ser potente. Más que futbolista, era un atleta”, explica José Jorge Saavedra, exjugador del Oviedo e íntimo amigo de Poladura hasta el final.

El excentral se formó en el Oviedo y del juvenil pasó al Vetusta, donde estuvo una temporada (60-61). Después se fue cedido al Caudal, regresó al filial azul y estuvo otro año a préstamo en La Bañeza antes de recalar en el primer equipo del Oviedo. Allí estuvo cuatro temporadas y jugó un total de 67 partidos (59 en Liga y 8 en Copa). Después de su etapa en el Oviedo se retiró del fútbol con solo 29 años. Durante su periplo como futbolista tuvo inquietud por los idiomas y estudió francés y alemán. “El fútbol tiene que acabarse algún día y hay que estar preparado para cuando llegue esa fecha”, declaró el propio Poladura cuando era futbolista.

Tras colgar las botas trabajó algún tiempo en la rama de los seguros y vivió junto a su mujer. No tuvo hijos y fue un apasionado del mundo de los coches y un habitual de Casomera (Aller), donde tenía una casa. “Pola fue un tipo muy especial y reservado”, asegura Saavedra, que tuvo una finca en el barrio de El Cristo, donde ahora se sitúa la facultad de Económicas. Poladura y muchos otros jugadores del Oviedo de la época pasaron largas tardes allí. “A Pola le encantaba pasar tiempo en aquella finca. No era nada de ir a los bares y tenía gustos sencillos”, recuerda Saavedra. “Su pasión por los coches era tremenda, creo que más que la que tuvo por el fútbol. Era el típico manitas”, remata el exjugador, padre de Alberto y Pepe Saavedra, que también jugaron en el Oviedo. “Pola seguía sus carreras deportivas por los medios y siempre me lo dijo”, remata Saavedra padre.

El exjugador del Oviedo Quini coincidió con Poladura en el equipo azul. “Era un jugador con mucha fuerza y velocidad, de los que no tenía mucha técnica, pero lo suplía con entrega y predisposición. Iba muy bien al cruce y sobre todo destacó como cabeceador”, recuerda el exfutbolista sobre su compañero. “Tenía un carácter muy especial, era callado y tímido, pero muy buena persona. Cuando se fue del Oviedo se desvinculó un poco de todo. Algunos veteranos siempre nos preguntábamos: ‘¿Qué será de Pola?’”.

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