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Una foto con historia

La campaña de socios que salvó al Oviedo en 2003: la increíble respuesta de la afición azul

Una conversación con diferentes versiones y el inicio de un proceso de supervivencia: cuando Lafuente y los aficionados presenciaron el inicio de un proceso decisivo

Arriba, Lafuente y Toño Bernardo dialogan ante la mirada de Amado Carril en la redacción de LA NUEVA ESPAÑA, recreando la imagen de abajo, en las oficinas del club en 2003.

Uno, el presidente, da explicaciones, decidido, ante la mirada neutra de su interlocutor, uno de los jefes de los más ruidosos. Un tercer elemento asiste a la escena, con gesto tenso, lo que da alguna pista de por dónde iban los tiros. Es el 14 de agosto de 2003 y la supervivencia del Oviedo está en el aire. Las oficinas del Tartiere son la UCI. Es el primer día de la campaña de socios del Real Oviedo, el único, el original, el inimitable.

Toño Bernardo, Amado Carril y Manolo Lafuente en 2003 (arriba) y esta semana (abajo). LNE/ Luisma Murias

Dieciocho años después, los protagonistas se reúnen en LA NUEVA ESPAÑA. Todos han cambiado. Manolo Lafuente sigue el fútbol desde fuera. Él era el presidente. Toño Bernardo, abogado y padre de familia, se mantiene en Symmachiarii aunque ya lejos del frente. Y Amado Carril, el tercero en discordia, dedicado a la hostelería entonces y ahora, sigue amando al Oviedo aunque ya ve las cosas con algo más de calma.

“De aquel año recuerdo que no aprobé ni una en Derecho”, cuenta Toño. Por el día tocaba echar una mano al Oviedo, desmembrado en aquel 2003, al borde del precipicio, con la sombra del ACF planeando cerca. Por la noche, en aquel verano, coger el teléfono y llamar, uno por uno, a los socios azules de la temporada anterior. “¿Quieres sacarte el abono?”, se oía en cada domicilio cuando sonaba el fijo. Toño y muchos otros hacían de improvisados teleoperadores.

“Era una batalla cada día. Un día por los socios, otro por el estadio, porque Gabino nos amenazó con echarnos del Tartiere para dárselo al ACF, otro por problemas económicos…”, cuenta Lafuente. Pero aquel día, el primero de la campaña, la maquinaria empezó a engrasarse. “Pensaba que llegaríamos a 1.000 o 2.000 socios. Si éramos menos, teníamos que dejarlo”. Fueron 12.574. Algo insólito.

“Aquel verano fue duro. Teníamos una peña, ‘Los Dinosaurios’. Éramos 13 y 10 se fueron al ACF. Luego se arrepintieron, pero nunca les dejamos volver”. Amado se muestra impulsivo, “sangrín”, cuando recuerda aquellos tiempos. “Pasamos a ser ‘Los Trifrikisaurios’, aunque tuvimos algunos problemas al registrar la peña. Nos llamaron del Principado porque no aceptaban la cláusula 8”, cuenta. El texto en cuestión, surgido al calor de unas cervezas, prohibía formar parte de “Los Trifrikisaurios” a cualquiera que hubiera dormido con Michael Jackson. Aquel año, 2003, todo era diferente.

Queda en el aire el contenido de aquella conversación. Amado, que presume de buena memoria, defiende que el tono no era precisamente amistoso. Que había cierta tensión. Su mirada penetrante corrobora su versión. Toño y Lafuente rechazan esa lectura. El aficionado presenta pruebas de la amistad entre ambos: “¡Si Manolo vino a mi boda!”.

Sea como fuere, de aquella escena surge una preciosa historia con final feliz. El torrente de socios, el “Yo no abandoné al Oviedo en Tercera”, un equipo montado en 15 días y, por fin, el Mosconia en el Tartiere. El día que el balón, milagrosamente, volvió a rodar. Aquellas lágrimas. Pero esa es otra historia. El primer pasito se había dado en aquellas oficinas, abarrotadas, en las que Lafuente le susurraba algo a Toño con Amado de espectador.

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