Como un relámpago, Viti irrumpió en un puñado de acciones destacadas en la victoria, decisiva y revitalizante, del Oviedo ante el Valladolid. Además de encarar muchas veces a su par, el de Laviana forzó la expulsión de Carnero a los 13 minutos y dio una gran asistencia de gol a Bastón tras espléndida conducción en el segundo. Fue uno de los destacados. Y eso que su participación en el choque no estaba tan clara al cuarto de hora.
La acción de la roja a Carnero supuso un doloroso golpe para el extremo azul. Viti controló y se orientó el balón hacia dentro. El zaguero llegó tarde y pisó el tobillo del carbayón, que cayó al suelo retorciéndose de dolor. Viti, con un historial desgraciado de lesiones en anteriores campañas, temió por su permanencia en el terreno de juego. “En la entrada de Carnero me resentí del tobillo, pensé que no podría seguir. Por suerte suelo vendarlo antes del partido y eso ayudó a frenar el impacto”, desvela el atacante azul.
Visto lo visto, la protección fue mano de santo. Porque el papel de Viti fue decisivo. Por sus condiciones, velocidad, descaro y capacidad para dar amplitud al equipo, su fútbol era un abrelatas para una defensa que trató de hacerse fuerte cerca de su portero. “En la primera parte tuve alguna internada, pero estando juntos era complicado. Sabíamos que le haríamos daño por las bandas. Aprovechamos en la segunda parte de ese desorden”, resume el canterano.
La consecuencia, una victoria de prestigio que llega en el mejor momento. Porque el Oviedo, que sigue a cinco puntos de la zona de play-off, vuelve a mirar hacia arriba y la promoción sigue como objetivo con el que soñar en un final que anuncia emociones fuertes. “Era una victoria que necesitábamos. Que la gente siga creyendo. Yo les animo a que vayan a Lugo. Contar con su apoyo es fundamental, más aún en estos últimos partidos. Nosotros afrontamos el partido con la máxima ilusión. Vamos con la intención de ganar”, proclama Viti.
