Enrich, ariete del Oviedo, el talismán azul que apareció en el momento adecuado

El veterano de 33 años, que dirá adiós a la entidad en junio, ha dado cinco puntos al equipo y con sus goles los azules no conocen la derrota

Enrich

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Demostró la mejor cualidad que puede atesorar un delantero: aparecer en el momento adecuado. Cuando más lo necesitaba el Oviedo, con el Eibar por delante en el marcador y más de media hora en juego, Enrich remató a gol con un testarazo. "Lo necesitaba, lo pasó mal en los últimos meses", aseguran en el Oviedo. El veterano ariete –33 años– rompió una larga sequía de cinco meses para darle un punto al Oviedo ante el líder de la categoría y mantener el colchón de cinco puntos sobre el descenso antes de viajar a Las Palmas.

El gol de Enrich se celebra de lo lindo internamente en el Oviedo. Por su valor en el partido y por el intangible. "Le vendrá muy bien en lo anímico", pronostican en la entidad azul sobre Enrich.

Con Bastón tocado –el club todavía no ha comunicado el alcance de su dolencia y hoy se decidirá si le someten a pruebas–, los focos mirarán seguro hacia el menorquín, que vive una campaña irregular con el Oviedo, aunque tiene tiempo para mejorar sus números. Enrich lleva tres goles, su registro más bajo hasta el momento en Segunda División –los mismos que logró con la camiseta del Alcorcón en la 2012/2013–.

Lo positivo: que los tantos que llevan el sello del delantero valen su peso en oro. Exactamente cinco puntos. Experto en perforar la red de los equipos punteros de Segunda, hay una regla no escrita: si Enrich anota con la camiseta azul, el Oviedo no pierde. A saber: empate ante el Levante, victoria ante el Granada y tablas ante el Eibar. En un equipo como el azul, que no mete más de un gol por partido y que tiene el peor promedio anotador de su historia, todo ayuda.

La "recuperación" de Enrich se antoja además esencial por la pérdida de actores en la delantera, con Obeng cedido en el Huesca y Bastón tocado y atravesando otra mala racha. Por eso en el Oviedo celebran meter al menorquín en la rueda.

Enrich, aseguran quienes tratan con él, no lo pasó bien en los últimos meses, señalado por parte de la grada desde su expulsión ante el Burgos por una protesta al árbitro. El sábado, tras su gol ante el Eibar, se liberó, miró al Fondo Norte del Oviedo, donde se ubica Symmachiarii, y se llevó la mano a la oreja. "La afición es muy importante y he tratado de que lo vean. Los jugadores tenemos que dar los primeros, pero notamos mucho a la afición", aseguró.

En el club recalcan su compromiso y su buen comportamiento. Quienes están cerca de el jugador, a su vez, explican que Enrich no busca otra cosa que finalizar la temporada con las mejores sensaciones posibles y ayudar al equipo con goles. El delantero finaliza contrato en junio con los azules y no parece estar en los planes de la entidad una renovación. Enrich, pues, tiene por delante dos meses y medio para encontrar su mejor versión. Lo esperado es que en verano firme por otro equipo. El fichaje de Enrich llegó de la mano de Bolo, técnico despedido, su gran valedor y todavía su vecino en La Fresneda. El delantero esperaba un proyecto competitivo para intentar luchar por el play-off. El Oviedo también. La realidad ha ido por otro lado y ambas partes buscan la salvación en una buena convivencia pese a que ya no están en el club los responsables del fichaje de Enrich: el citado Bolo y el director deportivo Tito Blanco.

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