Alemão y el fantasma de Fabio Pinto

El brasileño quiere hacer olvidar el amargo paso de su compatriota por el Tartiere: "No se adaptó"

Livinho y João Jorge. | LNE

Livinho y João Jorge. | LNE / Javier Sámano Lucas

Javier Sámano Lucas

Cuenta la leyenda que el Oviedo se debatía entre fichar a dos jugadores en el verano de 1998. Ambos campeones del Mundo sub-17 con Brasil. Ambos estrellas emergentes de los dos equipos de la ciudad de Porto Alegre; uno del Internacional, otro del Gremio. Ambos llamados a marcar una época. El elegido acabó siendo el del Internacional, un atacante de nombre Fabio Pinto. El otro candidato, cuentan las malas lenguas, era Ronaldo de Assis Moreira, conocido popularmente como Ronaldinho.

"No hablamos con ‘Ronnie’ ni sabíamos nada de él", sostiene el entonces presidente y a la sazón urdidor de la operación, Eugenio Prieto. "Fabio –prosigue– había sido el mejor jugador del Mundial sub-17 del año 97. Necesitábamos un extremo, pedí informes a Charly Rexach y a algún otro ojeador y fui a Uruguay, a Punta del Este, a verlo jugar una serie de partidos con la selección. Recuerdo especialmente uno, contra Argentina, en el que se salió". Sobre la negociación con el Internacional, Prieto recuerda que se trató de un proceso "largo y laborioso" que se saldó con el Oviedo desembolsando 450 millones de euros por la mitad del pase del jugador –el Internacional conservó el otro 50%–.

Veinticinco veranos después, el Oviedo ha vuelto a pescar en Porto Alegre. La llegada de Alemão retrotrae a más de un asiduo al Tartiere a aquel otro brasileño prometedor, de buena planta y proyección galáctica, al que se le firmó un contrato de una década, testimonio inequívoco de la fe del entonces presidente en su rendimiento.

Emocionado con su nuevo jugador, Prieto dijo ver en Pinto "la velocidad y la potencia" de su compatriota Ronaldo Nazario. Lo cierto es que el fichaje acabó pasando a la historia como uno de los mayores fiascos de la historia del Oviedo. En dos temporadas de azul, el de Porto Alegre solo anotó un gol. Fue contra el Barcelona, en su primer partido en el Tartiere, saliendo desde el banquillo. Minuto 85, acelerón ante Pellegrino y disparo cruzado ante Hesp. En el 90, un autogol del propio Pellegrino acabaría culminando la remontada (2-1) en un chispazo que hizo creer al oviedismo que, en efecto, había trazas del mismísimo Ronaldo en aquel joven espigado.

Alemão y el fantasma de Fabio Pinto

Fabio Pinto en su presentación azul. | LNE / Javier Sámano Lucas

Dos años y 36 partidos después de aquel efímero apoteosis, Pinto acabaría abandonando el Tartiere con mucha más pena que gloria y con ocho temporadas por cumplir de su eterno contrato. "Era un chaval encantador, pero no se adaptó –expone Prieto–. Al principio vivía aquí con su padre y luego se quedó solo. Era muy reservado. Yo creo que habría necesitado algo más de confianza por parte de Fernando Vázquez, que autorizó el fichaje. La segunda temporada, con Luis Aragonés, tampoco funcionó. Una pena, porque Fabio era un tipo excelente, que se cuidaba y que dejó en Oviedo muy buenos amigos".

Pinto no fue ni el primer ni el único brasileño de la historia del Oviedo. José Carlos Silveira Braga, "Brandãozinho", hizo los honores en 1960. Procedente del Celta, vistió de azul una temporada, la 60/61, que fue también la única campaña de Luis Aragonés como jugador carbayón. Paradojas del destino, el último partido de Brandãozinho sirvió para evitar el descenso del Oviedo a Segunda y, de paso, el ascenso a Primera del equipo del que provenía y al que retornó ese mismo verano, un Celta de Vigo que cayó por 1-0 en el Tartiere en un encuentro de la ya extinta promoción que enfrentaba a un Segunda contra un Primera a partido único por un lugar en la máxima categoría.

En la década de los 60, el Oviedo le cogió el gusto a pescar en el caladero brasileño, hasta el punto de que dos de los integrantes de la plantilla que alcanzó el histórico tercer puesto en Liga en 1963 eran cariocas: Livinho y João Jorge.

Si bien ninguno de los dos llegó a cuajar del todo (João Jorge anotó 4 goles en 12 partidos en su único año de azul, mientras que la participación de su compatriota, que aguantó hasta 1964, resultó testimonial), el fichaje de Livinho tiene especial miga por su vinculación con un acontecimiento relevante en la historia del club. En 1962, el Oviedo fue invitado a participar en la Liga Internacional de Fútbol, un torneo de prestigio en la época que llevó al equipo azul a jugar con equipos húngaros, griegos, austriacos y portugueses en la ciudad de Nueva York. El Oviedo no logró superar la primera fase, pero a cambio reclutó a Livinho, el jugador más destacado del equipo líder de su grupo, Os Belenenses.

Desde 1964 hasta la llegada de Fabio Pinto en 1998 no hubo presencia brasileña en el Tartiere. En lo que va de siglo ha habido tres casos, ninguno memorable: los delanteros Allyson (10 goles en 36 partidos con el Vetusta, ninguno en cinco participaciones el primer equipo) y Matheus Aias (el más reciente, dejó un par de goles importantes saliendo desde el banquillo en su única temporada, la 2021-22) y el portero Brazão, cedido del Inter de Milán y suplente de Femenías.

Con los ecos del chasco de Fabio Pinto ya amortiguados por el paso del tiempo, Alemão aspira a ser el primer brasileño en triunfar en el Oviedo. El gol no va en el pasaporte.

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