El oviedismo, a una con sus jugadores en una intensa jornada de derbi: "Son nuestro orgullo"

La capital del Principado vivió el duelo regional con intensidad y entregada a Cazorla: "Es un ídolo"

Así fue la impresionante despedida de los aficionados a los jugadores del Real Oviedo

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Por mucho que se jugase en Gijón, el derbi se dejó sentir ayer durante todo el día en Oviedo. Una legión de aficionados, ataviados todos ellos con la reglamentaria camiseta azul, hicieron sentir desde primera hora de la mañana el ambiente de partido grande. Muchos de ellos se acercaron al mediodía a saludar al autobús del equipo carbayón en su trayecto del Carlos Tartiere al hotel de concentración antes de poner rumbo a Oviedo.

Centenares de personas celebraban la llegada de cada jugador como si de un gol se tratase, con especial énfasis en el caso de Santi Cazorla. Jóvenes como Pelayo Suárez, uno de los tantos que lucía una camiseta con el ocho de Cazorla a la espalda, jalearon al genio de Lugo de Llanera antes de su primer enfrentamiento contra el Sporting. "Ojalá marcase Santi, es un ídolo, pero lo veo difícil. Dará la asistencia", pronosticaba Suárez.

Rebeca y Soraya Repiso, de 20 años, también esperaban el autobús del Oviedo en el Tartiere. "Somos optimistas. Vamos a ganar 0-2 con goles de Bastón y Moyano", vaticinaban las hermanas, a las que la afición azul se la inculcó su madre, a pesar de la afiliación sportinguista de su padre. "En casa nos picamos un poco", conceden, antes de un derbi que afrontaban con nervios y para el que se dieron cita con sus amigas oviedistas. "Los jugadores representan nuestra ciudad, son nuestro orgullo", concluían.

Las hermanas Andrea Mella, de 29 años, y Lucía Peral, de 16, tuvieron la fortuna que les fue esquiva a las Repiso y fueron unas de las dos agraciadas en el sorteo de entradas para el encuentro. Esperando, ya por la tarde, a subirse en uno de los autobuses que trasladaba a la afición oviedista hasta El Molinón, Lucía explicaba que el sentimiento se lo inculcó su hermana mayor. "Fue por su culpa, y ahora soy súper aficionada", decía Lucía en referencia a una Andrea que empezó a ir al Tartiere "muy pequeñita, cuando estábamos en Tercera", y que sueña con un ascenso a Primera. "Sería como ganar la Champions", exponía antes de un derbi "difícil" que aguardaba con un "buen pálpito" y el especial expreso, como su hermana Lucía, de que Cazorla decantase el partido del lado azul: "Es el momento de que meta el gol de la victoria y cumpla su sueño".

Hablando de sueño, hay vienes viven tanto el derbi que les perturba el descanso. Es el caso de Cristian Méndez, Sergio de Jesús y Pelayo Álvarez. "¡Yo me he levantado tres veces!" "¡Yo no dormí casi nada!" "¡Pues anda que yo, que me tuve que tomar tras valerianas…!", departían en el párking del Tartiere, convencidos de la ambición de su equipo ("saldremos a ganar, eso seguro") y resignados a su condición de hinchas sufrientes: "Lo vivimos demasiado".

Mientras en las inmediaciones del Tartiere la Policía practicaba los pertinentes cacheos a los más de mil oviedistas que se trasladaron a Gijón antes de subirse a los autobuses, a apenas un kilómetro, en el hotel Monumental Naranco, un centenar de personas alentaba a los jugadores del Oviedo antes de emprender el camino a El Molinón. "¡A ganar!", le espetó Luis Carrión a uno de los aficionados con los que se fotografió en el pasillo hacia el autobús.

Ya en Gijón, si bien el equipo azul no disfrutó de un recibimiento tan cálido, eran muchos los aficionados oviedistas que vivían la previa del encuentro presumiendo de colores en los aledaños de El Molinón, como Cristian García, que acudió al partido junto a su amigo Iker García, sportinguista. Compañeros de colegio, viven el fútbol de manera "intensa", pero no dejan que los colores se inmiscuyan en una amistad de años. "Nos conocimos en el colegio y empezamos a quedar juntos en el patio. Somos uno del Oviedo y otro del Sporting y nunca hemos tenido ningún problema", comentaban, mientras se resguardaban de la lluvia en los bajos de El Molinón.

Gregorio e Iván Pinteño, abuelo y nieto, se trasladaron desde Langreo para animar al Oviedo. Comieron, bebieron unas sidras y charlaron en los aledaños del municipal gijonés. "Todos mis amigos son del Sporting y estoy aquí con ellos sin ningún problema", indicó Iván.

Óscar García, Héctor García, Cristian Fervienza, Josué García llegaron a eso de la hora de comer al campo. Venían desde Villaviciosa, ataviados con las camisetas de sus equipos, unos de azul, otros de rojiblancos. "Somos familia y hay diversidad, unos saben de fútbol y otros no", bromeaban. La guasa también tiene cabida en un derbi asturiano en el que, como quedó de nuevo ayer, nunca llueve a gusto de todos.

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