La asignatura sigue pendiente: el Oviedo cae con contundencia en Valladolid (3-0)

Los carbayones, en la versión menos reconocible de la era Carrión, son superados por todo por un fuerte rival

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Se enfrentaba el Oviedo a su examen más exigente, el de esa asignatura que quedaba pendiente. Hasta ahora ha demostrado con Carrión poder aspirar a las cotas más altas pero le falta ese paso para convertirse en candidato. Tampoco sale de Zorrilla como tal. Vuelve de Valladolid con dudas por un juego irreconocible y un resultado contundente. El 3-0 es la condena más dura de la era Carrión por la importancia que rodeaba a la cita: la asignatura sigue pendiente.

Valladolid
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3 0
Real Oviedo
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1-0, min. 18: Monchu. 2-0, min. 48: Amath. 3-0, min. 50: Amath.

Alineación Valladolid

Masip (1);
Luis Pérez (2), Tárrega (2), Boyomo (1), Rosa (1);
Juric (1);
Amath (3), Meseguer (2), Monchu (2), Biuk (3);
Sylla (1).

CAMBIOS

Anuar (1) por Amath, min. 54.
Kenedy (1) por Byuk y De la Hoz (1) por Messeguer, min. 74.
Escudero (1) por Luis Pérez y Marcos André (1) por Sylla, min. 81.

Alineación Real Oviedo

Leo Román (1);
Viti (0), Luengo (1), Calvo (1), Bretones (0);
Jimmy (1), Colombatto (0);
Dubasin (0), Seoane (0), Moyano (0);
Alemão (0).

CAMBIOS

Bastón (1) por Alemão y Cazorla (1) por Seoane, min. 56.
Luismi (1) por Jimmy y Masca (1) por Moyano, min. 65.
Borja Sánchez (1) por Colombatto, min. 78.


Ávalos Barrera (comité catalán). Amonestó al local Rosa y al visitante Luismi.

José Zorrilla: ante 19.163 espectadores, con más de 1.500 oviedistas en la grada.

Entrenó y entrenó durante la semana el Oviedo el inicio de jugada. Buscaba Carrión la fórmula que permitiera evitar la presión pucelana. Y, sin embargo, la sensación fue que a los azules, de negro esta vez, se les atragantó el 4-1-4-1 que Pezzolano dibujó sobre el campo con la presión muy adelantada.

No fue un Oviedo reconocible, y eso es de los peores defectos que pueden decirse de la etapa con Carrión. Tampoco es que diera con la tecla el equipo sin balón y el Valladolid pasó a dominar de una manera muy cómoda, casi de forma automática, sin necesidad de poner mucho empeño. Se jugaba a bajas revoluciones y la cosa es que ninguno de los dos estaba especialmente incómodo. Pero se intuía en todo caso que el Valladolid estaba más cerca del premio.

A los 10 minutos, Rosa vio la amarilla por un pisotón peligroso a Dubasin. Una de esas acciones que en el mutable mundo del arbitraje hace no tanto eran roja. Ahora, visto lo visto, la condena es de amarilla. Quién sabe hasta cuándo.

El Oviedo solo había inquietado con una falta cerrada de Colombatto cuando recibió el primer golpe. Fue a los 18 minutos, en una jugada larga aunque poco afilada -parecía- de los locales. Finalizó la sucesión de pases con un centro de Luis Pérez un poco a ver qué pasa y el atoramiento de la defensa carbayona. Monchu la bajo con parsimonia y batió de disparo cruzado a Román. Tocaba remar.

Siguió sin encontrarse el Oviedo hasta, más o menos, superada la media hora. Quizás porque los de Carrión empezaron a leer mejor el partido o porque el Valladolid bajó una marcha. O puede que por ambas. Pero la cosa es que empezaron a aparecer más Colombatto en el inicio y Moyano entre líneas. No siempre con acierto, eso sí. Tampoco parecía tener el día el Oviedo en la toma de decisiones. Pero estaba metido en el partido, esa era la mejor noticia.

A los 31 minutos, justo después de un disparo a las nubes de Alemão, los de Carrión generaron la primera jugada marca de la casa. Una serie de pases desde su área que derivó en un ataque en superioridad. El Oviedo de siempre, media hora tarde. Y ante un rival que para nada parecía sufrir.

Fue un síntoma de liberación muy leve, y le faltó al gesto ser acompañado de más acción en el área enemiga. Un centro de Bretones sin rematador y una volea del zurdo en una jugada de estrategia desde la esquina precedieron a la más clara, justo antes del descanso. Centró Colombatto cerrado, los zagueros pucelanos la vieron pasar y Masip se mantuvo pegado con superglue a la línea. Alemão, que asistía a la escena en el segundo palo como el que espera en la parada del bus, tocó el balón perdido y este se fue al palo. Por una cuestión de centímetros, el Oviedo no había arreglado una primera parte decepcionante. Qué fácilmente variable es el fútbol.

A pesar de la acción final, la sensación al descanso es que al Oviedo le faltaban un par de actualizaciones para poder salir de Zorrilla con algo en la maleta. Le tocaba decidir a Carrión, a ver si se podía cambiar el rumbo.

Lo que sucedió nada más volver del descanso tiene poca explicación. Porque, a bote pronto, el Oviedo tuvo el empate. Fue la opción más clara: Moyano, infalible habitualmente en el mano a mano, se veía ante Masip. Pero definió fuera con todo a favor. No tardaría en pagarlo el Oviedo, porque de inmediato se llevó dos guantazos que le llevaron a la lona. Amath fue el de los directos: en el primero, cabezazo tras recorte y centro medio de Byuk; el segundo, trallazo desde la frontal en un atontamiento carbayón de difícil explicación. A los 5 minutos de volver al campo, el partido parecía sentenciado.

No le perdió de todo el equipo la cara al partido, vaya en su descarga, pero la sensación es que no era el día, que el Valladolid era dueño del juego y también de cada detalle. Y que ni los rebotes favorecían, como el que sucedió a continuación en el área pucelana sin que Seoane encontrara el premio. Probó Carrión con Cazorla y Bastón pero le separaba un mundo de un sólido Valladolid, que siguió con la defensa adelantada incomodando a su rival. Luego introdujo a Luismi y Masca pero el partido ya cayó por completo de pulsaciones. Con un marcador tan contundente, el Oviedo se había entregado demasiado pronto.

Tampoco deja buenas sensaciones ese final con un Oviedo tan apático, rendido ante el rival. Ahora está en manos de Carrión y sus chicos que el golpe de Zorrilla se quede en un accidente aislado o vaya a más. La lista de defectos es amplia, pero el equipo ha demostrado saber reponerse a los resbalones.

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