21.975 gargantas se quedan sin voz por el Oviedo: así fue la previa de un partido que terminó en empate

La ciudad vive un ambiente de Primera a pesar de ser un partido "mañanero" | "Este año se respira ambiente de ascenso, subimos seguro", clama la afición

Recibimiento de las peñas del Real Oviedo al autobús del equipo en la calle Alejandro Casona

Recibimiento de las peñas del Real Oviedo al autobús del equipo en la calle Alejandro Casona / David Cabo

Joaquín A. Cuesta

Joaquín A. Cuesta

A los que se les ocurrió dormir poco la noche del sábado en Oviedo, seguro que se levantaron oliendo a perclorato de potasio. Y es que las bengalas tiñeron de azul los aledaños del Tartiere en un recibimiento un tanto extraño, tanto por la hora (12.10 horas), como por el rival.

Y eso que ayer no jugaba en el campo de La Ería ni el Sporting, ni el Valladolid, ni... jugaba el Mirandés, un equipo con el que no hay ni hermandad ni enemistad. Pero, claro, los hombres de Luis Carrión se jugaban cosas importantes, y eso la afición del Oviedo lo sabía. Los cientos de aficionados azules que se concentraron en la calle Alejandro Casona llevaron en volandas al autobús del Real Oviedo en el que iban sus guerreros, que grababan con sus teléfonos móviles lo que estaban viviendo. Los jugadores que llevan aquí más años ya saben cómo se las gasta el oviedismo. Los nuevos, no tanto.

Mucha gente estaba todavía digiriendo la comida, que prácticamente fue desayuno por eso de la hora. Otros habían preparado un picnic para disfrutarlo en el Tartiere mientras veían el fútbol, y muchos otros, todavía estaban con el vermú. "Lo de que pongan partidos a esta hora (dos de la tarde) no se entiende. Bueno, sí, para recaudar. Aún así, aquí estaremos, como siempre. Si pensaban que poniendo el partido a esta hora íbamos a quedarnos en casa van guapos", afirmaba José Noriega, “mosca” con LaLiga por el horario. Noriega es uno de los tantos aficionados azules afincados en Madrid que, aprovechando el buen tiempo en el Principado, regresó a casa a pasar unos días junto a su familia y, de paso, ver a su equipo. "Este año subimos seguro. Ya no por resultados, sino porque se nota en el ambiente. Se respira ya la Primera División", aseveró.

Además, el tiempo acompañó. Las temperaturas descendieron un poco respecto a los días previos, pero, aun así, la capital asturiana vivió una mañana soleada y con el mercurio marcando una sensación térmica agradable. Entre el tumulto azul se dejó ver Iván Alonso junto a su perrita "Trufa", equipada de arriba abajo con los colores del Oviedo. "Si no jugara el Oviedo me hubiese ido de ruta por alguna montaña, pero he preferido venir porque este año parece que las cosas están saliendo bien", indicó mientras apuraba una cerveza y se encaminaba ya hacia el municipal ovetense tras el paso del autobús azul. "Si ganamos nos ponemos a un punto del ascenso directo. Es algo que no habíamos visto hasta este año y es especial", aseguró.

Una previa agradable que se finiquitó en cuanto abrieron las puertas del Tartiere. Miles de aficionados se lanzaron en masa y se formaron las tradicionales colas para entrar. También estaba llena la taquilla, buen indicador y más teniendo en cuenta que ayer 21.975 personas, que se dejaron la garganta animando, vieron en directo el partido ante el Mirandés. Un estadio que sigue batiendo récords de asistencia y que ayer se tiñó totalmente de azul tras el llamamiento de la Asociación de Peñas del Real Oviedo (Aparo) de que todo el mundo luciera prendas azules. "Tengo que reconocer que mi camiseta es china. Pero da el pego, ¿eh?", bromeaba Mateo Leal mientras hacía la cola. En su espalda, las credenciales de Seoane. "Es un jugador que siempre me ha gustado mucho y ahora que está en el Oviedo, más. No ha tenido todo el protagonismo que se merece, pero lo tendrá. Marcará el del ascenso", predijo sobre el que ayer acabó siendo el goleador del Oviedo.

Aunque luego llegaría la decepción por el empate a última hora que dejó a más de uno helado. Pero aún hay tiempo para todo.

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