Al Oviedo le puede el miedo: empate 1-1 ante el Mirandés

Los azules, muy nerviosos durante todo el partido, se dejan dos puntos en la carrera por el ascenso

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Salió el Oviedo más tembloroso de la temporada en el peor día. En el que era señalado por todos como el perfecto para asentarse en el play-off. Le salió el día tonto a un Oviedo asustado por la situación durante toda la tarde, atascado ante un rival que esperó atrás durante toda la primera mitad y que mordió arriba tras el descanso. Con ambas versiones incomodó a un Oviedo que no se pareció al conjunto decidido y valiente que ha mostrado ser durante todo el curso. El empate a uno es agrio por la sensación de oportunidad perdida, ahora que, además, cada punto puede ser el definitivo.

Real Oviedo
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1 1
Mirandés
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1-0, min, 42: Seoane.
1-1, min. 87: Gabri Mtnez.

Alineación Real Oviedo

Leo Román (1);
Viti (1), Luengo (1), Calvo (2), Bretones (2);
Luismi (1), Colombatto (1);
Masca (1), Seoane (1), Moyano (1);
Alemão (1).

CAMBIOS

Jimmy (1) por Luismi, min. 27.
Paulino (1) por Masca y Dubasin (1) por Moyano, min. 70.
Borja S. (s.c.) por Colombatto y Millán (s.c.) por Seoane, min. 89.

Alineación Mirandés

Ramón Juan (1);
Juan María (1), Pablo Ramón (1), Barbu (1), Gómez (1);
Tomeo (1), Tachi (1);
Chaira (2), Reina (1), Gabri Mtnez. (2);
La Gumina (1).

CAMBIOS

Carlos M. (1) por Tomeo, min. 77.
Lautaro (1) por La Gumina y Álvaro Sanz (1) por Tachi, min. 83.
David V (s.c.) por Gómez y Barcia (s c.) por Gabri, min. 89.


Arcediano Monescillo (castellano-manchego). Amonestó a los visitantes Tomeo, La Gumina y Chaira.

Carlos Tartiere: ante 21.975 espectadores según datos oficiales.

Hay cosas que aunque sean previsibles es complicado lidiar con ellas. La defensa por acumulación del Mirandés se le atragantó al Oviedo durante toda la primera mitad. Había trabajado Carrión cómo meterle mano a una zaga tan poblada, pero la práctica no salió tan bien como la teoría semanal. El Oviedo salió en cuarta al partido, daba la impresión de que tratando de madurar el partido, tenerla y tenerla, cansar al rival y esperar a que aparezca alguna grieta en el muro. El juego fue demasiado trabado y eso no facilitó las cosas a un equipo, el de Carrión, que fue dueño absoluto de la escena. Aunque sin colmillo.

Moyano avisó de primeras de que cualquier cosa que rodara cerca del área rojilla podría hacer temblar al Mirandés. Ramón Juan despejó tras los dos recortes previos del media punta. Seoane se entretuvo en un control cuando recibía solo un córner y a Masca se le fue el gesto de amortiguarla con el pecho cuando ya se citaba con el portero rival. Todo ello antes de los primeros quince minutos.

Quizás porque el Oviedo visitaba con algo de peligro el área enemiga, el Mirandés empezó a defender más atrás. Muy cerca de su portero. Apenas podía montar una contra pero los de Carrión se veían incapaces de meterles manos. Ni Moyano ni Seoane aparecían entre líneas, siempre detectados por camisetas rojas, ni Alemao pudo lucir carrocería por una cuestión de espacios. De falta de ellos, se entiende. 

A los 27 minutos, a la inquietud por el desarrollo del choque se sumó una terrible noticia en forma de lágrimas. Las que brotaron del rostro de Luismi cuando notó que algo había fallado en su rodilla. Pidió el cambio al momento consciente de que -crucemos los dedos con fuerza para que no sea lo que parece- la temporada puede haber quedado ya finquitada.

El golpe anímico pareció afectar también al Oviedo, que seguía tratando de encontrar alguna vía a través de largas y monótonas posesiones. La parte más positiva para los azules es que poco se supo del Mirandés en ataque. Un cabezazo de Tachi y un bloqueo de Luengo a La Gumina fue el pobre bagaje.

Así que el partido se encaminaba al descanso sin variaciones, malas noticias para el Oviedo, cuando surgió la oportunidad deseada. Bretones llegó, como tantas veces, a posiciones cercanas al área. Esta vez se saltó el guion para recortar hacia dentro y centrar con la derecha. Fue un caramelo. Seoane tocó de coronilla para en un precioso gesto técnico impulsar el balón al fondo de la red. Ahí es donde vino el grito de liberación de altos decibelios de Tartiere y equipo. El choque, camino del vestuario, entraba en otra dimensión. Muy diferente a lo visto hasta ese momento.

Salió el Mirandés con otro talante tras el receso. Era previsible. Y pareció coger al Oviedo algo desprevenido. Eso no lo era. Pusieron los visitantes en apuros a los azules con una serie de centros laterales sin rematador, solo La Gumina logró inquietar, pero los azules resistieron esa acometida inicial para empezar a respirar de nuevo con la pelota. Masca rozó el segundo tras un choque entre Alemao y el portero. y Luengo se ganó una ovación sincera al tapar un ataque de Gabri en el córner que siguió a esa oportunidad azul. Le siguió el reconocimiento general a Colombatto por otra acción similar: carrera hacia atrás y despeje. Quedaba claro a esas alturas, mitad del segundo acto, que el Oviedo había elegido el camino del sufrimiento y que el Tartiere le apoyaría en su decisión. En las buenas y en las malas. 

Volvió a repetir Luengo como apagafuegos al despejar, ya en el área, el remate para el que se relamía Gabri. Estaban ya en el campo Paulino y Dubasin, en el intento intervencionista de Carrión por poner un poco de orden al asunto.

Todo pasaba, evidentemente, por hacerse con el balón, objeto que sí estuvo en disputa durante todo el segundo acto. Pareció mejorar algo el Oviedo que asustó en una contra guiada por Paulino con mala ejecución final, pero la sensación de susto no se eliminó del todo. Leo sacó con las piernas un intento con poco ángulo de La Gumina. La mas clara, no obstante, fue un intento de tiro en el pie. Sucedió en una jugada que explica todos los temores del equipo en el partido. Llegó el balón a la defensa tras una construcción accidentada y Luengo cedió atrás a Román, como otras tantas veces, solo que esta vez algo más fuerte y lejos de la posición del meta. Al portero no le quedó otra que lanzarse con el pie para evitar el gol tonto de la temporada.

Ya intuía el Oviedo la orilla cuando llegó el golpe que terminó de estropearle el día. Fue un contra del Mirandés con el equipo mal parado en el campo. Nadie pudo cortar el ataque, ni a Gabri, ya en el área, que empujó a la red. Quedaban solo 3 minutos para el final y al Oviedo se le iban dos puntos importantísimos con un añadido: la sensación de que los había perdido por no haber ido de forma decidida a por el partido. Alemao tuvo la última en un partido que murió en el área del Mirandés, aunque sin el premio deseado.

Quedan 7 jornadas, el equipo sigue en la pelea, tocará asumir el golpe y seguir remando. Pero también sacar conclusiones de la tarde más extraña en todo el curso, aquella en la que el Oviedo de Carrión se pareció bien poco a lo que había sido hasta ahora.

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