“El patrimonio cultural no son solo piedras sino la capacidad de regeneración personal a través de la cultura”

“El Camino de Santiago no hubiera sido posible sin la red que Cluny estableció. De alguna forma, inventó el viaje de un sitio a otro por etapas”

El arquitecto Enrique Saiz Martín

El arquitecto Enrique Saiz Martín / E.S.

Ángela Rodríguez

La orden del Cluny sirvió en sus tiempos como “una red internacional de estabilidad, paz, sabiduría, cultura y música, que permitió una base para el desarrollo económico y social en los sitios donde estaba insertada”. Ahora, salvando las distancias,  la candidatura de Sitios Cluniacenses a la Lista de Patrimonio Cultural de la UNESCO lucha por resurgir ese mismo espíritu. De tal ingente labor se encarga, entre otros, Enrique Saiz, responsable técnico de la candidatura y ex Director general de Patrimonio de Castilla y León, que celebra asistir “a un redescubrimiento de Cornellana”.

-El milenario, y la restauración, del monasterio de San Salvador están descubriendo infinidad de aspectos del monasterio a la comunidad. Es una buena noticia…

-Desde luego. El público en general, cuando hace turismo para conocer sitios lo que más le llama la atención son los lugares exóticos, con mucha biodiversidad o animales. Cuando van a ver arte, si no hay aspectos estrictamente artísticos, una deslumbrante edificación muy alta y bella con mucho artificio, no impresiona tanto. Pero cuando van a ver sitios que no llaman tanto la atención a simple vista falta la percepción de toda la emoción que supone conocer la historia de ese sitio, lo que representó, la gente que pasó por allí, o los acontecimientos históricos que allí tuvieron lugar. De alguna manera, ese lugar se convierte en protagonista de todas esas historias. Eso es lo que puede pasar, y está pasando en Cornellana. Uno ve ese edificio que es impresionante en algunos aspectos, pero tampoco es una catedral gótica inmensa. Y, sin embargo, es un gran protagonista de la historia de Asturias, el desarrollo cluniacense y, posteriormente, toda la influencia benedictina en el norte de España. Estamos asistiendo a un redescubrir Cornellana que es muy interesante. Aprendí mucho, en mi etapa como Director general de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, viendo como determinados proyectos interesaban cuando se enfocaban bien desde ese punto de vista. Por ejemplo, los yacimientos de Atapuerca. Allí no se ve nada, no hay pinturas o cuevas, pero, a pesar de ello, los que investigan y gestionan el sitio han sabido comprometer o vincular a la gente con todo lo que supone la existencia de esos restos de primeros homínidos que son nuestros antepasados. La gente va por oleadas, es uno de los monumentos más visitados de España. 

-Esa vinculación social es muy valorada por la UNESCO a la hora de destacar determinado Patrimonio 

-Cuando la Organización puso en marcha la lista de Patrimonio Mundial, allá por los años setenta, el origen fue poder comprometerse todos, independientemente de los países a los que uno perteneciera, con unos bienes patrimoniales que, por su especial significación, pertenecían a todos. No solo al Estado o al propietario jurídico, sino que, de alguna manera, nos implican a todos como personas. Esto es lo que subyace en el fondo de la UNESCO. Se trata de unir Educación y Cultura a la atención social. En este caso, que el patrimonio cultural sea un medio para procurar el desarrollo social, la cohesión social y la paz. Eso de lo que ahora estamos tan necesitados. Que nos sintamos todos concernidos por ese vínculo con los acontecimientos que dan sentido a nuestra propia razón de ser. En este caso, la formación de España y Europa, con todo el movimiento benedictino y todo lo que supuso Cornellana en Asturias, con el Camino de Santiago. Eso es lo que alguien puede vivir cuando se acerca al monasterio. 

-Suena complejo ensalzar lo inmaterial…

-Es un reto. A Patrimonio Mundial se puede proponer un lugar concreto, edificio o monumento, pero cada vez más se presentan a este reconocimiento sitios complejos, extensos o seriados. Es el caso del Camino de Santiago, que tiene esos dos trazados en España, pero también cada camino tiene una larga y compleja red de sitios que tiene que ver con pequeños pueblos, albergues, ermitas y paisajes que se atraviesan. Todo eso es el valor del Camino, incluso aspectos inmateriales que tienen que ver con esa capacidad de acogida y regeneración espiritual. La Unesco valora que el patrimonio cultural no son solo piedras o belleza artística, sino capacidad de regeneración personal a partir de la Cultura 

-¿Cómo es el caso concreto de la candidatura de Cluny, donde tendría cabida el monasterio de Cornellana?

-La Candidatura de Cluny tiene mucho de esto, porque se trata de presentar como valor universal excepcional lo que supuso que, en medio de una época difícil, ese siglo X y época central de la Edad Media, con una Europa en crisis, surgió, sin embargo, una organización que, partiendo de la abadía de Cluny en la Borgoña francesa, consiguió crecer estableciendo un sistema de monasterios, prioratos y granjas que se convirtió en una red internacional de estabilidad, de paz, sabiduría, cultura y música. Lo que permitió que hubiera una base para un desarrollo económico y social en los sitios donde estaba insertada la red. Y también sirvió como soporte para el intercambio de estos valores en Europa. De alguna forma, gracias a ellos se pudo conseguir que, al final de la Edad Media, estuvieran conformándose ya los Estados modernos. Eso no hubiera sido posible sin esa red de más de 2.000 establecimientos que, por toda Europa, Cluny estableció. El Camino de Santiago no hubiera sido posible, porque de alguna forma Cluny inventó el viaje de un sitio a otro por etapas. Eran monasterios o dependencias de la misma institución por las que estaban constantemente viajando. No eran como otros monjes que pretendían apartarse. Todo eso es lo que queremos poner en un documento para que la UNESCO estime que los vestigios que nos quedan de aquellos lugares representan esos valores que permitieron un desarrollo humano notable. 

-¿Cuál es el papel de la Federación de los Sitios Cluniacenses de la que Salas estudia formar parte?

-En el Ayuntamiento de Salas acogieron muy bien esta idea de incorporarse a la candidatura. Y, en ella, uno de los aspectos que valora la UNESCO es que, precisamente, esa dispersión de sitios tan tremenda que queremos presentar como un grupo de sitios que representan el valor de la capacidad de cohesión, pacificación y cultura durante la Edad Media, presenten un proyecto común. No vale con presentar una lista de sitios, porque la propia institución de Cluny fue descomponiéndose con los siglos. Necesitamos un proyecto común que representa muy bien la Federación Europea de los Sitios Cluniacenses, que se constituyó en 1994. Tiene mucho mérito haber conseguido redescubrir ese espíritu de Cluny alrededor de los sitios que hoy todavía subsisten. Y, en un proyecto común, volver a hacer presentes esos valores en una organización internacional que, actualmente, agrupa más de 200 sitios, y que es la que ha promovido esta candidatura. Muchos de los socios de la Federación son entidades públicas, del estilo del Ayuntamiento de Salas, pequeños ayuntamientos en Italia, Francia, Alemania, que representan como un 70%, y otros son propietarios privados. Por eso es interesante la participación en la Federación, para mostrar la capacidad de Salas de inscribirse en un proyecto común, un proyecto cultural vivo. Con actividades conjuntas e intercambios. La idea es revivir la capacidad de intercambio que hubo en circunstancias tan difíciles como la Edad Media, hoy que se puede viajar más fácilmente, hacer que sea un motivo de intercambio educativo, social y cultural. El soporte para todo esto es la Federación, que funciona muy bien, con socios de ocho países.

-En su ponencia hablará de las oportunidades para Cornellana ¿cuáles son?

-En primer lugar, el hecho de tener preparada una candidatura supone, no solamente reunir una documentación, sino poner en perfecto estado de revista tanto el monasterio como su gestión. Ya se están haciendo obras de restauración, pero quedan cosas por hacer tanto en la iglesia como en el resto del edificio, hay una meta, y esto es un estímulo añadido al que ya tiene para su conservación por parte del Ayuntamiento y la sociedad asturiana. Por otra parte, también es una oportunidad porque se ha demostrado el gran éxito de la iniciativa de Patrimonio Mundial de la UNESCO para dar a conocer mucho más los sitios. Visitas culturales y viajes que se organizan para conocer los lugares Patrimonio Mundial que le darían a Cornellana una dimensión internacional.  Y, en tercer lugar, para todos los participantes la candidatura es un fin. El viaje es la meta. Tener que entrar en contacto unos sitios con otros para ponerse de acuerdo antes de ser sometidos a examen. Reunirse para trabajar sobre el plan de gestión conjunto que hay que presentar, hacer efectivos esos hermanamientos… Todo esto se produce durante el proceso de candidatura. Aunque no se consiguiera la inclusión en la lista de Patrimonio Mundial, va a ser ya un motivo para mejorar muchísimo tanto el propio estado físico del monasterio como la gestión y los aspectos de socialización. Y supone un mayor conocimiento y vinculación de la población de Cornellana y Salas a su monasterio.