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Alejandro Pérez Fidalgo Oncólogo del Hospital Clínico Universitario de Valencia e investigador del Incliva

“La investigación a dos velocidades perjudica a los tumores menos frecuentes”

Alejandro Pérez Fidalgo, en el Hospital Clínico Universitario de Valencia. | LNE

Nació y estudio Medicina en Oviedo, pero tiene raíces diversificadas: en la mar y en la mina. Su familia paterna procede de Cudillero; la materna, de Villallana (Lena). A los 24 años se trasladó a Valencia para hacer la especialidad de oncología médica. En la capital del Turia se asentó.

Alejandro Pérez Fidalgo trabaja en el servicio de Oncología y Hematología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, y forma parte del Instituto de Investigación Sanitaria Clínico Valencia (Incliva). Acaba de

¿Por qué decidió estudiar Medicina?

Aunque suene un poco a tópico, lo que me más me indujo a estudiar Medicina fue la posibilidad de hacer realmente algo por los demás. Si lo piensas bien, todos los trabajos tienen un aspecto altruista de servicio a los demás, de uno u otro modo. Pero la Medicina me atrajo especialmente porque te da la posibilidad de ayudar a otras personas en momentos tan difíciles como una enfermedad. Poner los conocimientos adquiridos y la experiencia al servicio de otros es muy satisfactorio desde el punto de vista personal.

¿Por qué eligió la especialidad de oncología?

Cuando acabé la carrera, fui a preguntar a varios médicos residentes del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) sobre qué era lo que implicaba realmente cada especialidad. La oncología no era ni siquiera una asignatura cuando yo estudiaba. Mi desconocimiento sobre el papel del oncólogo era total. La residente que me informó sobre la oncología no pudo dedicarme mucho tiempo, pero me lo resumió de forma breve y concisa. Para ella, el modelo ideal de oncólogo lo representaba un médico que ejercía por entonces en el HUCA, experto en sarcomas.

¿Cuál era su argumento?

A su juicio, este doctor combinaba tres aspectos fundamentales: la humanidad, el conocimiento y la inquietud por investigar. Este oncólogo, José María Buesa, ya fallecido, me ha inspirado desde entonces. Nunca le conocí en persona, pero la huella que dejó en esa residente y la descripción de lo que un oncólogo debía ser me ha servido siempre de inspiración.

¿No se arrepiente de su elección?

No, a pesar de que no todos los momentos son fáciles y de que el ejercicio de esta especialidad no esta exenta de sinsabores. Curiosamente, ahora yo también soy el responsable de sarcomas en mi centro.

Pregunta para orientar a los jóvenes licenciados en Medicina que están preparando el examen MIR: ¿Qué signos pueden hacerles ver que lo suyo es la oncología?

El aspecto humano y la empatía son fundamentales. Saber escuchar y tener una fuerte motivación de servicio serían dos aspectos cruciales en un futuro oncólogo. La sed de conocimiento, el querer aprender y motivarte en utilizar lo aprendido en beneficio de otros es otro aspecto de gran importancia. Y, ya finalmente, una dosis de espíritu de sacrificio nunca esta de más.

¿Qué criterios sigue usted a la hora de transmitir malas noticias a los pacientes y a sus familias?

Transmitir una mala noticia es uno de los momentos más complejos de la práctica clínica para un oncólogo. Hacerlo adecuadamente requiere dosis de paciencia, empatía, conocimiento y seguridad. Es muy importante cuidar bien el momento de transmitir esa información.

¿Y es posible?

A veces, el entorno, o situaciones como la pandemia, nos han obligado a transmitir información en situaciones nada deseables, como por ejemplo por vía telefónica. La transmisión de esta información debe ser cara a cara, con contacto visual, con tiempo suficiente y permitiendo que puedan hacernos preguntas. Pero lo cierto es que no existe una formula mágica sobre como transmitir esta información.

¿Alguna experiencia personal que le haya marcado?

Cada día me llevo una nueva experiencia personal a mi casa. De momentos duros y de momentos no tan malos. A veces, un pequeño triunfo porque un marcador tumoral se ha reducido supone una gran satisfacción. Y ese agradecimiento de la paciente es muy reconfortante. Otras veces son los momentos duros los que te hacen ver lo admirable que es la gente. Y eso siempre te marca. Realmente, son los pacientes los que me dan lecciones de vida.

¿Cómo entiende que debería prepararse a los médicos para mejorar la comunicación con los pacientes?

El problema es que la comunicación no se aprende en las facultades. Ese libro no está en nuestra estantería cuando somos estudiantes. Sin embargo, la comunicación es crucial para un médico. Es lo mismo que un pico para el minero, o que la red para un pescador. Yo utilizo la comunicación mil veces más que el estetoscopio. Entonces, ¿por qué no se forma a los estudiantes en esto? En cierto modo, las prácticas de Medicina tienen por objeto la adquisición de habilidades y, entre ellas, la forma en la que los médicos experimentados comunican con el paciente.

Lo cierto es que, dada su importancia, es una asignatura pendiente en los planes formativos.

¿Es idónea la formación universitaria de la Medicina en España?

Yo creo que la formación universitaria en nuestro país es excelente. Existen múltiples ejemplos de médicos formados en nuestro país que se han convertido en referentes no solo nacionales sino internacionales en oncología y muchas otras especialidades.

Nuestros estudiantes salen bien formados, con una base sólida teórica y práctica. Siempre hay aspectos que pueden ser objeto de mejora, pero lo cierto es que el nivel formativo en general es muy alto.

¿Por qué decidió centrar una buena parte de su trabajo en la investigación?

Yo entiendo la oncología como una especialidad tanto asistencial como de investigación. Creo que se complementan la una a la otra, son dos caras de la misma moneda. La asistencia te permite estar al pie del paciente, conocer sus necesidades. En cambio, la investigación te permite ahondar en el conocimiento y ofrecer y buscar soluciones a esas necesidades. Resulta realmente apasionante.

¿Está adecuadamente recompensada la labor investigadora?

En el terreno de la satisfacción personal otorga muchas recompensas. Pero es cierto que requiere de un importante sacrificio. Muchas veces, el sistema sanitario no tiene previsto que un médico o un oncólogo pueda dedicar parte de su tiempo a investigar, por lo que la mayoría de los oncólogos dedica parte de su tiempo libre o bien a la investigación o a la docencia. Nuestro sistema no entiende que esa labor investigadora es crucial y es necesario que los profesionales puedan dedicar algo de tiempo a la investigación en su jornada laboral. Cada vez van surgiendo becas y programas de financiación que comienzan a permitir que existan perfiles investigadores con una menor carga asistencial y una mayor proporción de su tiempo centrada en investigar. Yo creo que este es el camino a seguir.

La Universidad de Oviedo se ha quejado de la escasez de médicos asociados de Medicina. ¿Son excesivos los requisitos que se exigen a los candidatos? ¿Habría que modificarlos?

Está claro que cuando existe una escasez algo ocurre. Lo cierto es que, en general, la figura del profesor asociado es objeto de análisis y controversia. Supone un papel fundamental en el reparto de tareas docentes, pero con escaso reconocimiento y un nivel alto de exigencia. Por otro lado, la aplicación de criterios estrictos de selección pueden proteger al sistema de una baja calidad docente. Sin embargo, si son excesivamente estrictos pueden conseguir el efecto contrario, ya que la falta de candidatos ahogará en tareas docentes al personal seleccionado. La realidad es que la investigación requiere medios y un esfuerzo personal importante, como comentábamos. La labor asistencial ocupa gran parte del tiempo de la mayoría de mis colegas. Si se diseñan criterios desconociendo esa realidad puedes quedarte sin candidatos.

¿Podría resumir los objetivos de su investigación más reciente sobre cáncer de mama con metástasis?

El cáncer de mama HER2+ es un tipo de tumor que había sido clásicamente un tumor de muy mal pronóstico hasta que llegaron los tratamientos antiHER2. Terapias dirigidas contra este receptor. En resumen, el receptor que esta adherido a la célula tumoral actuaría como una cerradura, y las terapias antiHER2 como una llave que, al unirse a la cerradura, acabarían con la célula tumoral. Esta estrategia cambió el pronóstico de esta enfermedad. Sin embargo, en muchos casos la enfermedad con el tiempo acaba aprendiendo sobre los tratamientos y volviéndose resistente. Así que en la gran mayoría de los casos la terapia dejará de ser eficaz.

Según las investigaciones, una de esos posibles mecanismos de resistencia es una mutación en un gen llamado PI3KCA. Algunos fármacos, como el alpelisib, han demostrado que pueden bloquear la vía PI3K, que se activa en casos de mutación PI3KCA.

El estudio “Alphabet” es un ensayo clínico para pacientes con cáncer de mama HER2+ y además con mutacion PI3KCA. Lo que se busca evaluar es si la administración de trastuzumab (un tratamiento antiHER2) junto con alpelisib puede ser mejor que la propia quimioterapia. Si el estudio fuera positivo, podría evitarse una línea de quimioterapia a las pacientes, sustituyéndola por un tratamiento dirigido con esta combinación.

El estudio se ha abierto ya en nuestro país y esta previsto incluir 110 centros en seis países europeos.

¿Sigue faltando en España una buena investigación traslacional, que lleve con rapidez a los pacientes los avances obtenidos en los laboratorios?

Una de las cosas más frustrantes en el ámbito de la investigación es ver lo que tardan los fármacos en llegar al paciente.

Es cierto que no sólo en España, sino en todo el mundo, sería deseable la realización de mejoras para acortar estos plazos. Desde el diseño de los ensayos para centrarlos más en búsqueda de biomarcadores que permitan predecir la eficacia de los fármacos hasta estrategias de acortar tiempos burocráticos. Con las vacunas del covid las agencias reguladoras han demostrado que sí se pueden acelerar los tiempos.

¿El nivel de España es...?

Pienso que la investigación en España goza de muy buena salud. Los datos comparativos de España en investigación sanitaria nos sitúan entre los diez mejores países en producción científica, lo que esta por encima de nuestro ranking económico y poblacional. Es cierto que no somos Estados Unidos, pero es que no podemos compararnos en medios y población con determinados países.

¿Qué avances recientes de la lucha frente al cáncer considera más relevantes?

Las terapias dirigidas han supuesto una revolución desde hace varias décadas, pero en los últimos años son objetos de constante satisfacción para los oncólogos. En los años 90, parecía que la oncología había tocado techo. Solo se investigaban diferentes regímenes de quimioterapia, pero no se conseguía un impacto muy significativo. Entonces comenzaron a aparecer las terapias diana (como los tratamientos antiHER2 anteriormente comentados), que comenzaron a revolucionar el panorama terapéutico hasta la actualidad.

¿Algún ejemplo?

Los inhibidores del PARP en el cáncer de ovario con mutación BRCA han conseguido uno de los beneficios clínicos de mayor magnitud que nunca se recuerda para un único fármaco. Pacientes que antes tenían un altísimo riesgo de recaída muestran, tras dos años de mantenimiento con un inhibidor del PARP, supervivencias muy prolongadas cambiando completamente la evolución de la enfermedad.

Dentro de los tratamientos oncológicos, ¿está progresando más la oncología médica, la radioterapia o la cirugía?

(Risas) Esta es la clásica pregunte en la que, conteste lo que conteste, siempre habrá alguien en desacuerdo. Yo creo que lo importante es que todas las disciplinas relacionadas con el cáncer están registrando grandes avances y que todos ellos repercuten positivamente en los pacientes. Las terapias dirigidas en oncología, la cirugía de las metástasis o las nuevas técnicas de radioterapia son grandes cambios en los últimos años. Pero estamos hablando de un trabajo en equipo. Igual que hacen los defensas en el fútbol para forzar el fuera de juego, en la investigación en cáncer se avanza en bloque.

¿Son fundadas las expectativas depositadas en la inmunoterapia? ¿En qué tipos de tumores pueden dar mejores y más inmediatos resultados?

Nuestro sistema inmune es una de las armas más poderosas que tenemos y esto ha quedado en evidencia con la inmunoterapia.

Nos hemos dado cuenta que para que un tumor llegue a crecer necesita engañar al sistema inmune. Si no lo consigue, nuestras defensas se lo comen. La célula tumoral en muchos tumores ha desarrollado un mecanismo para, digamos, sobornar a la policía. De tal forma que nuestras defensas quedan inactivadas por ese mecanismo de soborno. La inmunoterapia es un tratamiento dirigido a entorpecer y anular ese mecanismo. Esto reactiva nuestras defensas, los linfocitos, que acabarán con el tumor.

La inmunoterapia está suponiendo uno de los cambios más importantes en oncología en los últimos años en algunos tumores. Por ejemplo, en el cáncer de pulmón, de mama, melanoma, gastrointestinales, de cérvix, endometrio... Y la lista, afortunadamente, continúa creciendo.

¿Cómo va la investigación sobre tumores poco frecuentes?

Ese es un gran problema. Si conseguir financiación para investigar tumores como la mama, el pulmón o el colon ya es un reto, la inversión en tumores raros como los sarcomas, los cerebrales o tumores ginecológicos, entre otros, es ya casi inexistente. La razón fundamental es que el interés comercial de las enfermedades infrecuentes es muy escasa, por lo que la financiación pública pasa a ser crucial.

¿Qué puede hacerse?

Sería muy relevante que las convocatorias públicas primaran especialmente aquellos proyectos que se desarrollaran en tumores infrecuentes. Si no, el riesgo que podría existir es tener una investigación de dos velocidades.

De forma sorprendente, este problema lo han comprendido mucho mejor las asociaciones de pacientes que los organismos públicos. Y, en muchas ocasiones, el déficit en financiación de los cánceres poco frecuentes lo están cubriendo asociaciones de lucha contra el cáncer que hacen su pequeña aportación de donativos de vecinos, familiares, pacientes... Cuando recibes una de estas aportaciones, más que el dinero, lo que recibes es una inyección de moral porque sabes lo que ha costado conseguirla. Es como adquirir una mayor responsabilidad: la de no defraudar el esfuerzo invertido por tanta gente.

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