¿Qué es la cosmeticorexia? El problema de las niñas adictas a una piel perfecta

El fenómeno de las menores obsesionadas con la cosmética inunda las redes, mientras los expertos advierten de los riesgos de esta moda para la salud

¿Qué es la cosmeticorexia? El problema de las niñas adictas a una piel perfecta

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Lorena Landázuri

Lorena Landázuri

Niacinamida, retinol, ácido azeláico, ácido salicílico, doble limpieza... Puede que a usted, que está leyendo estás líneas, todos estos términos le resulten totalmente ajenos, e incluso que le cueste pronunciarlos. Sin embargo, si su hija o su nieta tienen entre 10 y 18 años es probable que esta lista de palabras les resulte más que familiar.

Estos principios activos, presentes en multitud de productos cosméticos destinados a prevenir líneas de expresión, aportar hidratación y luminosidad o mejorar la textura de la piel, forman parte del neceser de muchas niñas que empiezan a utilizar tratamientos antiedad de forma prematura. Es lo que se conoce como cosmeticorexia, o lo que es lo mismo, una adicción a la cosmética que lleva a estas pequeñas a acumular decenas e incluso cientos de productos para prevenir manchas, ojeras o arrugas a pesar de tener poco más de 10 años.

Se trata de un fenómeno que empezó a gestarse en YouTube a partir de los innumerables videotutoriales en los que puedes aprender a hacerte desde un maquillaje fantasía a descubrir cuáles son las últimas novedades en mascarillas, pestañas postizas o parches de gel para las ojeras. Pero ha sido en los últimos meses cuando ha experimentado el boom definitivo al calor de Tik Tok. Esta red social al servicio de lo viral, en la que millones de influencers comparten con sus legiones de seguidores sus rutinas de skincare o cuidado para la piel, constituye sin duda el escaparate perfecto en el que las niñas encuentran su próxima necesidad creada.

"Esta tendencia puede provocar trastornos alimentarios, ansiedad y una autoestima muy baja"

Carmen Vigón

— Psicóloga infantojuvenil

Basta con hacer una búsqueda rápida para encontrar infinidad de vídeos sobre cuidado de la piel dirigidos a las más pequeñas. "Nueve pasos de skincare coreano", "Rutina de noche para niñas de 10 años" o "Skincare y maquillaje para adolescentes de 11 a 15 años gastando poco" son algunos de los títulos que en cuestión de segundos aparecen a golpe de click. Esta tendencia ha acabado dando lugar al término "niñas Sephora", en alusión a la conocida tienda de maquillaje y cosmética, que han acabado siendo tan virales como los productos que demandan.

Sheila Bulnes, en su tienda de cuidado para la piel

Sheila Bulnes, en su tienda de cuidado para la piel / Irma Collín

Los vídeos en los que estas pequeñas peregrinan hasta los puntos de venta en busca del último sérum, crema o artilugio para llevar a cabo su rutina de día o de noche se han convertido en una estampa habitual. "El desencadenante sin duda ha sido Tik Tok. Es una ventana por la que nos bombardean constantemente con imágenes de pieles perfectas y ése es un objetivo imposible de conseguir", apunta Sheila Bulnes, especialista en cuidado de la piel y cofundadora de Arosh, una tienda de cosmética coreana en pleno centro de Oviedo. Corrobora que la media de edad de sus clientas es cada vez menor. "La clienta más joven que ha venido a la tienda no tenía ni 12 años y desde luego no se llevó lo que me pedía. Vino directamente con una captura de un vídeo de Tik Tok con el producto que quería. Un retinol de 0,5 destinado a pieles de más de 45 años", dice Bulnes.

Precisamente la cosmética coreana es una de las que más tirón tiene entre las más pequeñas, en parte quizá por sus atractivos formatos repletos de osos panda, magdalenas y koalas con brillantes colores que hace que ignorarlos en los establecimientos sea casi imposible.

Tik Tok es la principal plataforma que alimenta la fiebre de las más pequeñas por la estética

Sin embargo, utilizar en pieles tan jóvenes un ritual de infinitos pasos puede acabar provocando el efecto contrario al deseado, dando lugar a pieles seborreicas, quemaduras por el uso precoz de retinoides, desarrollar alergia a ciertas sustancias o empeorar patologías como la dermatitis atópica. "Un niño o un adolescente que no tenga ningún problema cutáneo solo necesita lavar la piel con un jabón adecuado y un fotoprotector. La obsesión por hidratar no tiene ningún sentido", señala Pablo Coto, dermatólogo en el Centro Cavín, en Oviedo, que conoce de cerca casos de niñas que ya empiezan a usar cosméticos no adecuados a su piel y que acaban sufriendo acné a edades muy tempranas.

El miedo a envejecer y la preocupación por lucir siempre perfecta, como recién pasada por un filtro de Instagram, encuentra su reflejo en los ideales de belleza que abundan en la red. Rostros en ocasiones esculpidos a base de bótox y liftings varios y embadurnados en cosmética de alta gama. Sin embargo, las pieles reales parecen estar bastante lejos de asemejarse a estas. "No hay piel ni imagen perfecta. El mayor problema no es el dermatológico, sino el hecho de que estas niñas estén asumiendo una aspiración que nunca se va a cumplir y que evidencia un problema mayor que es social, no individual", relata el dermatólogo.

Productos de cosmética coreanos

Productos de cosmética coreanos / Irma Collín

Que la cosmeticorexia esté dándose en preadolescentes no es casualidad. La cantidad de vídeos que circulan por la red en las que niñas que no llegan a los doce años comparten sus rutinas de belleza acaba creando una especie de efecto contagio y animando a las pequeñas a imitar aquello que ven.

"La preadolescencia y la adolescencia son etapas muy sensibles para los niños y sus referentes son personas de su edad. Por eso, si alguien a quien admiras sube un vídeo utilizando una serie de productos, tú querrás copiarlo. Si no hay una educación de base y un control, pueden venir una serie de problemas graves", apunta Carmen Vigón, psicóloga infantojuvenil de Cavín.

"No hay piel perfecta; el mayor problema es que estas niñas asumen una aspiración inalcanzable"

Pablo Coto

— Dermatólogo

Y es que los contras que puede acarrear la obsesión por la imagen van más allá de la piel. Trastornos relacionados con las compras compulsivas de cosméticos o una percepción distorsionada de sí mismos que pueden, en algunos casos "desembocar en un trastorno de la conducta alimentaria, generar inseguridad, ansiedad y una autoestima muy baja", indica Vigón.

El antes y después de esta adicción puede fijarse en la pandemia y en las rutinas marcadas por las videollamadas. Ésas en las que las cámaras del móvil u ordenador dejaban al descubierto algunos de nuestros complejos. "En las intervenciones delante de la pantalla parece que debes mostrar una imagen estupenda, mientras que lo que hay que hacer es educar sobre lo que es una imagen real, bella y diversa, lejos de tener todos la misma cara por usar un filtro", enfatiza la psicóloga.

Poner puertas a la inmensidad del campo que son las redes sociales no es tarea fácil. Ese caldo de cultivo que hace que en los armarios de muchas niñas haya más cosméticos que juguetes. Por ello, la educación y la información son clave. "Hay que explicar a los niños que estar guapo siempre no es lo más deseable y, por su parte, las autoridades deberían mirar por la regulación de los formatos y presentación de estos productos. Llevándolo al extremo, a nadie se le ocurre poner un unicornio en una cajetilla de tabaco", recalca el dermatólogo.

Cuando la "obsesión" pierde las comillas

JULIO VIVAS

Quien más y quien menos se ha "obsesionado" cuando era niño con el maquillaje o las cremas que utilizaban nuestras madres, tías o abuelas. Esos colores tan vibrantes, esos tarros de cristal de diferentes formas, esos aromas tan atrayentes que nos hacían querer poseerlos. Es más, yo acababa coleccionando algunos de esos tarros o envases tan maravillosos una vez que mi madre los terminaba. Pero eso no tiene nada que ver con los conocidos como "sephora kids" o "niñas primor", donde la "obsesión" que yo podía tener entre comillas se convierte en obsesión, así, sin comillas. 

Y es que ahora han pasado los años, han llegado las redes sociales y con ellas una forma de consumir publicidad muy distinta a la que teníamos nosotros de pequeños, limitada a la publicidad convencional en la televisión, la radio, las revistas, el periódico o las vallas exteriores. Una publicidad que, encubierta o no, llega a través de las y los influencers de todo el mundo. Porque se trata de un problema global. De ahí sus denominaciones en inglés y en castellano, pero me figuro que también se darán en muchos otros idiomas. 

El problema se ve claro sin necesidad de hacer mucha búsqueda en las redes sociales. Basta con abrir el Tik Tok y empezar a mirar los vídeos que el algoritmo ha decidido ofrecerte en el "para ti". Uno de los más comunes y que, en cuanto lo ves, ya te das cuenta del problema, es el GRWM, siglas del "Get Ready With Me" ("prepárate conmigo", en inglés) donde aparece una niña de no más de 14 años que intenta ser influencer y muestra todos los potingues que se echa en la cara "preparándome para un examen de matemáticas". Horrible. A esas edades, con la piel en su máximo esplendor, no necesitarían ni siquiera una crema hidratante para la cara. Pero no, comienzan una rutina de "skin care" que incluye una bruma facial, un sérum, una crema con ácido hialurónico y no sé cuántas barbaridades más. 

Esta joven aspirante a influencer quiere ser como las de verdad. Esas que muestran su GRWM para una entrevista de trabajo o para una cena de gala, que dan cuenta de los muchos productos que hay que utilizar en la cara para alcanzar la belleza perpetua, pero que parecen olvidar al público que consume sus vídeos. Me niego a creer que desconozcan que, entre muchos de sus seguidores, hay niños y niñas menores de edad a los que deberían avisar, cuando realizan estos vídeos, de que quizá ese tipo de productos faciales que están utilizando no están indicados para sus edades. 

Afortunadamente, en las redes sociales también hay cosas buenas, y algunos que, más o menos, tratan de batallar contra este problema que, seguro, no trae buenas consecuencias. También me he encontrado algún vídeo en el que aparecen dependientes de las tiendas a las que acuden estas niñas en los que dan cuenta del problema y ofrecen soluciones alternativas. Y es que, si quieres coquetear un poco con el mundo de la cosmética facial en pronta edad, te basta con una crema hidratante o un protector solar para la cara y un buen cacao para los labios, pero nada más.

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