Lo ya andado y el gran reto en el cáncer de mama: de la reina Atossa a Angelina Jolie

Los avances genéticos y diagnósticos ayudan a prevenir y a iniciar tratamientos precoces, pero el gran reto es evitar la cirugía

Lo ya andado y el gran reto en el cáncer de mama: de la reina Atossa a Angelina Jolie

Lo ya andado y el gran reto en el cáncer de mama: de la reina Atossa a Angelina Jolie

Juan Fueyo

Juan Fueyo

La palabra "gato", según las enseñanzas de Platón, se puede aplicar a todos los gatos de un modo universal y no es exclusiva de ningún gato en particular. Y es que "gato" no existe, pero cada gato, sí. Lo mismo ocurre con la palabra "cáncer", que se usa para un número de enfermedades que afectan a diferentes órganos, tienen una historia natural diferente y poseen anomalías genéticas distintas. "Cáncer" no tiene una existencia física concreta, pero cada cáncer es una dolorosa realidad. De todos ellos, por diferentes motivos, durante estos días, han bombardeado mi presente y mi memoria los tumores de mama.

Una de las descripciones más antiguas del cáncer quedó registrada hace cinco mil años. En el documento conocido como Papiro Edwin Smith –por el nombre del egiptólogo que lo descubrió–, se detallan ocho casos de tumores de mama que fueron extirpados con un "taladro de fuego" y se advierte que, para esta enfermedad, "no hay tratamiento". En el libro "El emperador de todos los males" (donde el emperador es el cáncer) se menciona a una reina persa llamada Atossa, que vivió 500 años antes de Cristo, y que padeció cáncer de mama. El autor del libro lamenta que algunas pacientes de hoy en día pueden tener el mismo pronóstico que la princesa de la antigüedad. Quizás en algún caso siga siendo así, pero hemos avanzado mucho en el tratamiento, el diagnóstico y la prevención de estos tumores, y la supervivencia de las pacientes ha mejorado enormemente desde entonces.

La patrona de las mujeres con cáncer de mama es santa Águeda, cuya imagen la representa frecuentemente llevando una bandeja donde reposan sus pechos extirpados bajo tortura por rechazar los avances amorosos de un tirano. Santa Águeda es la patrona de las enfermas porque el tratamiento del cáncer de mama implica en ocasiones la mastectomía. Una cirugía deformante que impone un dolor físico y psicológico a las pacientes.

Susan Sontag sufrió de cáncer de mama. Un tumor maligno para el que los médicos le aseguraron que no existía tratamiento. Investigando por su cuenta, la ensayista y escritora encontró un oncólogo que pautó un tratamiento de quimioterapia agresiva que acabó dejándola libre del cáncer de mama durante el resto de su vida. Sontag escribió, mientras estaba enferma, un ensayo clásico: "La enfermedad y sus metáforas". En este librito comenta que el vocabulario que normalmente usamos para referirnos al cáncer es perjudicial para los pacientes, y defiende que el cáncer no es una "enfermedad maligna" sino una enfermedad más, que, diagnosticada a tiempo y con el tratamiento correcto, se puede curar.

El "efecto Angelina" produjo un aumento de los exámenes genéticos y de la extirpación simultánea de pechos y ovarios

Sontag ataca directamente el estigma del cáncer, que en nada ayuda a las pacientes. En la década de los ochenta, Isaac Asimov, durante una transfusión de sangre, fue infectado por el virus del sida. El autor de "La trilogía de la fundación" mantuvo el diagnóstico en secreto hasta su muerte para evitar la discriminación y las calumnias que podrían sufrir no sólo él, sino también su familia. El estigma del cáncer no es tan exagerado ni violento, pero aun existe. Y a él contribuyen, en el caso de los tumores de mama, además de los síntomas de la enfermedad, los efectos tóxicos de la quimioterapia y la cirugía deformante.

Sontag tenía razón, pero nadie es perfecto. En un libro reciente, escrito por la poeta y ensayista, que también padeció un cáncer de mama que respondió al tratamiento, Anne Boyer, y titulado "Desmorir: Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista", se critica a Sontag porque nunca escribió "cáncer" y "yo" en la misma frase. El libro de Sontag es un texto erudito e influyente, pero que nunca muestra la humanidad de la paciente. En "Desmorir", que ganó el Pulitzer en el 2020, se habla sobre la ideología del cáncer de mama. No todas las mujeres reciben la misma atención ni tienen acceso a los mismos tratamientos. Las madres solteras –Anne Boyer es madre soltera–, por ejemplo, tienen más posibilidades de morir de cáncer que las mujeres casadas, y si las madres solteras son pobres, las posibilidades de supervivencia se reducen aun más. Los párrafos de este libro que más me alarmaron tratan de las mentiras en la esfera del cáncer. Porque hay médicos que han diagnosticado cáncer a quien no lo tiene para administrar y cobrar el tratamiento; científicos que han falsificado datos para avanzar en sus carreras; pacientes que han fingido tener la enfermedad para obtener beneficios del Estado. A la pluma afilada de Boyer tampoco escapa el lazo rosa, tan representativo de esta enfermedad, ya que ha sido usado por diferentes compañías y fundaciones con objeto de obtener beneficios económicos, que no redundaron en promover la salud de las enfermas.

Si la mastectomía es una cirugía temible, Angelina Jolie consiguió ponerla más o menos de moda. El año 2013, la estrella de Hollywood, hizo público en "The New York Times" que había optado por una operación profiláctica para prevenir el cáncer de mama: "La verdad es que soy portadora de un gen ‘defectuoso’, el BRCA1, que aumenta considerablemente mi riesgo de desarrollar cáncer de mama y de ovario. Mis médicos han calculado que tengo un 87 por ciento de riesgo de sufrir cáncer de mama y un 50 por ciento de riesgo para el cáncer de ovario, aunque el riesgo es diferente para cada mujer. Sólo una parte de los tumores de mama se deben a una mutación genética heredada. Las mujeres que tienen un defecto en el BRCA1 tienen un riesgo medio del 65 por ciento de padecerlo. Una vez supe que esa era mi realidad, decidí actuar de modo proactivo y minimizar el riesgo de cáncer todo lo que pudiera. Y tomé la decisión de someterme a una doble mastectomía preventiva".

Estas palabras de la actriz sobre el gen BRCA1 inició el "efecto Angelina", que produjo un aumento de los exámenes genéticos en las mujeres y la extirpación simultánea de pechos y ovarios en pacientes con riesgo de cáncer hereditario o que ya sufrían un cáncer y tenían la mutación en el BRCA1.

Una historia –o una leyenda– poco conocida del cáncer de mama refiere una obsesión amorosa de Raimundo Lulio, el filósofo, teólogo y misionero mallorquín (1232-1315). Lulio subió a los altares, pero antes de dedicarse a la religión era un mujeriego y el acosador de una dama casada, Ambrosia de Castello, a quien, para intentar cortejarla, remitía versos eróticos. En un poema en particular ensalzaba la belleza de sus pechos, con los que el joven estaba obsesionado. Aunque la dama no le hacía caso, Lulio no se desanimaba y un día la siguió a caballo hasta una iglesia y, antes de que la mujer entrase, le pidió ver sus pechos. La piadosa dama, que ya le había aconsejado centrar su atención en Dios, le dijo que aceptaba enseñárselos siempre y cuando él se dedicase a alabar a la Cruz. Lulio aceptó la propuesta. Y cuando la mujer, abriéndose el escote, le enseñó un pecho, Lulio vio, estremecido y turbado, que estaba en gran parte ulcerado por un cáncer. Lulio viajó a Mauritania para entrevistar a un alquimista que decía haber descubierto el tratamiento efectivo del cáncer.

Gracias a los avances genéticos y de las pruebas de imagen, hoy se puede prevenir el cáncer de mama o iniciar un tratamiento precoz que puede resultar muy efectivo. Sin embargo, en el cáncer de mama, como en los tumores cerebrales y en los de colon, y en tantos otros, la investigación médica debe intentar conseguir tratamientos más eficaces para conseguir que la cirugía no sea necesaria.