Opinión

Gestión sanitaria: no disparen al pianista

Gran parte del personal directivo ve reducidas sus retribuciones mensuales al pasar a ejercer esa responsabilidad

Gestión sanitaria: no disparen al pianista

Gestión sanitaria: no disparen al pianista / LNE

En tiempos de crisis o de incertidumbre, la crispación y el populismo se convierten en actitudes predominantes en nuestra sociedad, y en ocasiones, resultan efectivas porque nos ayudan a simplificar los problemas y buscar soluciones fáciles (aunque simplistas), a la vez que nos permiten identificar a quien culpabilizar erróneamente de nuestros problemas.

A partir de ese momento, ya sentimos una mayor tranquilidad, porque entendemos que ya está todo arreglado (spoiler 1: cuando un problema es de gran calado y duración, normalmente no suele tener solución fácil; de lo contrario, alguien ya la habría aplicado antes que tú), tenemos culpables –habitualmente alguna persona con responsabilidad pública– y la incertidumbre, que tan mal convive con muchas personas, a pesar de ser el estado natural de nuestras vidas, disminuye o incluso desaparece.

Esto lo hemos vivido en los últimos años, por ejemplo, con la desafección hacia la clase política. Si bien es cierto que algunas personas del ámbito político han contribuido a ello con sus actitudes, no es menos cierto que se han generalizado afirmaciones muy lejanas a la realidad:

1. "No vale para nada". Un buen político o política realiza una labor social imprescindible en democracia y tienen la capacidad de mejorar la vida de las personas.

2. "Son todos y todas iguales" Rotundamente falso. Y, sobre todo, no todas las políticas desarrolladas son iguales.

3. "A mí la política no me interesa" (spoiler 2: los grandes cambios, los grandes avances como sociedad vendrán reflejados en el BOE o en el BOPA; lamentablemente no saldrán de un vídeo de Tik Tok, un tuit de X o un reel de Facebook).

Esta corriente se ha ido extendiendo, y ha alcanzado de pleno al ámbito de la salud, y en concreto al personal directivo. Y me gustaría hacer alguna matización al respecto.

Partiendo de la premisa de que personal directivo sanitario lo hay bueno, regular y malo, lo realmente importante es que nuestro Servicio de Salud se dote de las personas más capacitadas para la tarea fundamental de dirigir y gestionar una de las "empresas" más complejas de nuestra comunidad autónoma. Tienen que ser personas con formación, competencias, metodología de trabajo, impulsoras del liderazgo transformacional, que gestionen las relaciones personales, motivadoras del logro y un largo etcétera, que sean sometidas a evaluaciones objetivas periódicas. Pero, no se nos olvide, han de ser también buenas personas. Es imposible ejercer un buen liderazgo sin ser buena persona y –aunque no suela estar muy bien visto– sin que tenga ideología. Personalmente, no me fiaría mucho de una persona, para liderar, si no dispone de un conjunto de ideas y valores que caractericen su pensamiento (definición de ideología).

Y me gustaría desmontar algún mantra al respecto del personal directivo del Servicio de Salud:

1. "Están ahí por la pasta". Gran parte del personal directivo disminuye sus retribuciones mensuales al ejercer esa responsabilidad. Y, quien las aumenta, lo hace en un porcentaje relativamente pequeño. Entre otros conceptos, por ejemplo, se deja de percibir la carrera profesional. Vamos, que no compensa lo económico, en términos generales, porque a cambio, además de la responsabilidad asociada, lleva una dedicación horaria absoluta. Quienes dan el paso para asumir esa responsabilidad, en un alto porcentaje, lo hacen convencidos de que van a mejorar la cosas, con ganas, ilusión, por compromiso con la organización (spoiler 3: los grandes cambios se realizan desde dentro, no desde un pasillo o sala de estar).

Un ejemplo: en el caso de una persona que ocupe una dirección de un área sanitaria mediana, su nómina no está entre las cien mayores del área ni de lejos (obviamente no son Fabio Capello: cuenta la leyenda que, a su llegado al Real Madrid, solicitó cobrar un euro más que el jugador que más cobraba).

2. "Viven como dios" (en referencia a que trabajan poco). Puede ser que haya algún caso, pero la inmensa mayoría son trabajadoras/es del Servicio de Salud que pagan un peaje personal en forma de hipoteca de años de vida (el ejemplo de la pandemia está aún reciente) cuyo alcance solo conocen ellas o su entorno más cercano, porque la jornada laboral aumenta considerablemente y supera con creces las 1519 horas anuales.

3. "No tienen ni idea". En algún caso puede ser así, no lo discuto. Pero es obvio que siempre están expuestos a la crítica fácil, gratuita, en ocasiones personal... De verdad que no se levantan con la idea de fastidiar a nadie. Pero tomar decisiones es difícil (spoiler 4: siempre es mejor equivocarse que no hacer nada, del error también se aprende), y se hace sobre la base de datos, tendencias, valoraciones... que lógicamente pueden no gustar a todo el mundo.

En resumen, los buenos directivos y directivas son claves para que el Servicio de Salud tenga una buena organización y permita a las personas que trabajan en ella ejercer su labor en las mejores condiciones posibles, y con ello mejorar la salud de la ciudadanía asturiana.

El objetivo del Servicio de Salud debe ser disponer de quienes mejor lideren. Pero, aunque no sea una opinión popular ni populista, tener a los mejores cuesta dinero y algún que otro enfrentamiento con cierto "lobby Gollum" (¡¡¡mi tesssooorooo!!!). (Un último spoiler: el talento huye de condiciones laborales no adecuadas; de esto, algo les pueden contar en atención primaria. La clave es decidir si tendremos dirigiendo la organización a las personas que queremos o, por el contrario, a las personas que podemos).

Vaya desde aquí mi agradecimiento a todas las personas que han asumido en estos duros años un puesto directivo en el Servicio de Salud. También, por supuesto, a los mandos intermedios (un buen tema para otro artículo). Y animo a más personas a que, si tienen la oportunidad, den el paso para contribuir a continuar mejorando nuestro sistema sanitario público.

Y un ruego, por favor: no disparen al pianista; hace lo que puede y, en algunas ocasiones, hasta tiene revólver.

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