David Howard es feliz en Asturias desde hace treinta años. Por entonces dejó su País de Gales natal (condado de Carmarthenshire) para acogerse a una jubilación anticipada y mudarse al Principado con su segunda esposa, Elizabeth. La música les unía. Él era capitán del ejército galés y director de la banda “Royal Electrical and Mechanical Engineers” (un cuerpo del ejército británico), mientras que ella había conseguido una plaza en la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) tocando el contrabajo. Se instalaron en Pola de Siero y él se hizo allí su propio hueco profesional.

“Yo tenía que buscar una banda y, en mi opinión, la mejor de Asturias era la de Siero. Alfonso Sánchez Peña, que era el director y muy buena persona, me dejó dirigirla de vez en cuando y hacer arreglos musicales. También toqué el saxofón”. Howard atiende a LA NUEVA ESPAÑA en su casa. Ahora vive solo en el barrio ovetense de La Corredoria. Cuando Elizabeth falleció hace unos años víctima de un cáncer, él se mudó a un piso más pequeño, pero ni por un momento sopesó dejar Asturias. Está a punto de cumplir 91 años y se apaña bastante bien en el día a día. Sus cuatro hijos están pendientes de él telefónicamente. Uno de ellos viaja con regularidad a su padre. De hecho, Howard pasó el confinamiento en soledad.

“Tengo amigos que me ayudan y me manejo bastante bien, aunque no como antes porque estoy cansado. Hay una invención estupenda para comer que se llama lata, pero me arreglo. No como demasiado.”. Este músico y militar galés tiene problemas de movilidad y necesita de un pequeño vehículo a motor para salir a la calle, hacer la compra o tomar algo. La “moto” está en el pasillo, frente a la puerta, a punto para sus quehaceres.

Sobre la mesa del salón hay un montón de partituras. Howard no ha dejado de hacer arreglos musicales, unas de sus grandes pasiones. En su etapa en la Banda de Música de Siero hizo muchos, especialmente de temas modernos y contemporáneos; desde Stevie Wonder a Kurt Weill y su “Mack the knife”. Además, la mayor parte de esas partituras las donó a la Asociación Sierense de Amigos de la Música, que las guarda como oro en paño en su archivo musical.

Lo que no ha retomado han sido los instrumentos, pese a que es capaz de tocar todos los que componen una banda de música. Sobre un armario del salón reposan en sus fundas un saxofón y un clarinete, y hay un piano en otra habitación.

En mitad de la charla le llegan varios mensajes de sus hijos. “Mira, intenta leerlos”, dice mientras pasa el teléfono al periodista. A ojos de una española parece un trabalenguas, pero es galés. “Es mi idioma preferido, es precioso. Y hablo cinco”, explica Howard, capaz de comunicarse en galés, inglés, español, francés y alemán gracias a las largas estancias en el extranjero como militar. Tras responder a sus hijos explica que le costó poco aprender castellano: “Era fácil para mí porque hice latín en el colegio”.

Se levanta lentamente al despedirse. Va a por su “moto”: “Voy a la plaza de Cuatro Caños a ver a mis amigos. Me dan la vida”.