El Cero vende ahora, más que otra cosa, juguetes. Y regala felicidad. La que se ve siempre en el rostro de los niños cuando cruzan la puerta del establecimiento poleso. Y magia. Porque en este lugar, el negocio más antiguo de la capital sierense, cobra vida la que acompaña a la inocencia de la infancia. Sobre todo, en épocas como la de Navidad o Reyes, cuando los más pequeños llegan para escribir sus cartas. “Te gusta verles la cara cuando miran los paquetes y vienen a ver lo que van a pedir. La verdad, aquí hemos pasado momentos muy guapos”, dice Patricia Antuña González, actual titular del local y cuarta generación al frente de un establecimiento camino de cumplir un siglo. 

El negocio lo crearon sus bisabuelos. Aunque la fecha exacta no está clara, “el primer recibo que tenemos es de 1931, así que, al menos, desde entonces estamos aquí, es el más antiguo de los que quedan abiertos en la Pola”, dice Antuña. Los fundadores llegaron a la capital sierense desde Zaragoza y “se dedicaban al comercio por los mercados”.Por qué llegaron justo aquí lo desconozco. Sé que vivieron en la casa de enfrente e imagino que decidieron comprar este local e instalarse. A él le llamaban Don Andrés, no sé el apellido, porque era francés, y a ella Casimira. Vinieron con mi abuela, Mercedes Tous Pascual, que ya luego se casó con un señor de la Pola, mi abuelo Paco (Francisco González Menéndez). Mi abuelo fue el que más tiempo llevó la tienda y le puso el nombre. De ellos esto pasó a mi madre, Mercedes González Tous. Y luego a mí, la cuarta generación, que llevo ya casi 30 años trabajando, aunque como responsable hará unos 7, desde que se jubiló mi madre”, relata.