Los temores sobre la comercialización de la cosecha de manzana se han disuelto. Los agricultores sierenses, que esperaban “cosechona” y posibles precios a la baja para poder dar salida al género, al haber descendido desde 2020 la venta de sidra, respiran ahora tranquilos. La meteorología, especialmente la granizada de mayo, redujo notablemente la producción, dejándola en “cosechina”, y los llagares, aún con los toneles llenos de caldo, la están adquiriendo “sin bajada de precio”.

Moderadamente satisfecho, aunque hubiera preferido tener “algo más de manzana”, Javier García, propietario de varias pumaradas en Siero, ya está en plena recogida. Explica que a día de hoy “la demanda es buena” y “los precios están contenidos”. “No mejoraron, pero tampoco fueron a peor”. Respecto a la producción detalla que de momento está siendo buena, “aunque no ha venido supercosecha, va a ser normalita”.

García da cuenta de un fenómeno curioso: que “en otras zonas pueda ir algo más cargada”. En Siero, este año, no se ha cumplido el pronóstico de gran cosecha, teniendo en cuenta que la del pasado año fue pequeña. “De lo que se prevé a la realidad hay un trecho”, asevera García.

Propietario de fincas en varias zonas del municipio y también fuera, asegura que en ninguna de ellas “se ha detectado una cosecha este año como la de 2017”. En su caso, en 90 hectáreas, estima que recogerá “un millón de kilos”. Tampoco percibe que el sector se haya ralentizado y dice que “la manzana está entrando con normalidad”, a precios que rondan “los 36 céntimos el kilo” para las especies incluidas dentro de la Denominación de Origen Protegida (D. O. P.).

La cosa está más floja para Casimiro Fernández, que tiene la pumarada en Feleches. A la zona le afectó “mucho el granizo” y lo mismo le comentan “los miembros de la Asociación de Amigos de la Manzana de Siero que tienen las plantaciones en Aramil”. Acuña el término “cosechina”, frente a la esperada “cosechona”. “Tengo algo, pero la granizada de mayo nos abrasó. Tengo como el año pasado o incluso menos, a ver si me toca para el año que viene”, reflexiona.

Esta es una posibilidad, ya que “los manzanos sufren menos y podrían dar más”. Todo se torció por las precipitaciones sólidas, pues antes “la floración hacía indicar que tendríamos muchísimas”. Sin embargo, tras ver el estado de las fincas tras la granizada supo que no se cumpliría la previsión: “Al día siguiente el prau parecía una alfombra de pétalos de estas que sacan en Castropol”.

En su pumarada más grande, con 350 árboles, supera por poco “los 500 kilos”, cuando una pequeña “normalmente ya me daba los 1.000”. Por eso ha decidido no vender este año nada a los lagares y usarla toda para “mis propias elaboraciones”. Con todo, como veterano del sector, da por hecho “que no habrá problema para que los lagares la compren toda”.

La expectativa de que la cosecha pudiera no tener compradores se generó durante 2020 y la primera mitad de 2021. La caída de la venta de sidra dejó a los llagares en una situación delicada. Los toneles estaban llenos y las restricciones seguían limitando el consumo. Sin embargo, con la pandemia estabilizada, la sidra vuelve a venderse y las manzanas tienen comprador.