Alazne Castaño siempre supo que su sueño era abrir una escuela de danza. Empezó a bailar “cuando era pequeñina”, se marchó fuera a formarse y, cuando pudo, regresó a su casa de Pola de Siero para montar su propia academia. Durante muchos años, se formó para ello. Y en ese proceso se dio cuenta que todo lo que había hecho antes no estaba acreditado. No quería que eso les ocurriera a sus alumnos. Y así fue como descubrió el Consejo Internacional de Danza de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
“Nunca antes había visto a bailarines de tantos países juntos. Es una puerta que se nos abre. Como escuela, al dirigirla yo, es la primera que tiene esta característica”, reconoce la regente de la Escuela de Artes Escénicas y Danza Alazne Castaño, que hizo carrera como intérprete de musicales y teatros. Veía que existan titulaciones de baile clásico, pero que no había forma de demostrar lo demás. “Allí se presentan proyectos, y conoces gente de otros grupos de danza por el mundo, había de Sudáfrica o de Malasia”, explica.
La primera reunión a la que asistió fue el 15 de diciembre del pasado año, aunque el proceso para formar parte del consejo fue mucho más largo. Primero, “por probar”, presentó su currículum. Después, un plan de estudios y, finalmente, le hicieron una entrevista personal para saber si era apta. Lo pasó todo. Y ahora, desde su escuela, forma a estudiantes para que en un futuro puedan ser ellas también miembros del Consejo de Danza de la Unesco.
Cuatro días más tarde de esa primera reunión ya reconoció a tres jóvenes promesas del baile, con los diplomas que le dieron en la convención: Nayra Rodríguez, Ariadna Bolaños y Sara Álvarez. Espera que pronto sean muchos más.
